Una Simple Reunión

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—Doctor. —escuchó Meghan pronunciar por una voz femenina mientras despertaba de un profundo sueño.

—¿Que pasa? —contestó un hombre.

—Ha despertado. —dijo la primera voz.

—¿Se encuentra bien usted, señorita Smith? —cuestionó un hombre vestido de blanco situado a la derecha de su camilla de hospital.

—¿Qué-qué pasa? —abrió Meghan los ojos como un par de platos al darse cuenta en dónde se encontraba.

El doctor la miró confundido al observar la reacción de la rubia al despertar.

—Sufrió un pequeño accidente. —le dijo el doc.

—¿Estoy bien? ¿Por qué me duelen tanto mi brazo y mi cabeza? ¿Me quedan pocos meses de vida? —el doctor se burló levemente ante las peguntas sin sentido que la chica planteaba.

—Tranquila. El auto por suerte frenó y el impacto sólo logró dejarla inconsciente y lastimar algunos miembros de su cuerpo. —explicó el doctor con calma tratando de controlarla.

—Perdón. —dijo ella con vergüenza, casi sonrojada. —¿Mis padres ya se fueron? —preguntó al mirar la habitación vacía a excepción del trío dentro de esta.

—Lo siento, señorita. Sus padres jamás vinieron a verla. —dijo el doctor frunciendo el ceño. —Sólo vino el chico que llamó a la ambulancia cuando ocurrieron los hechos.

Mientras ella se confundía sin saber de quién se trataba, a la par, Lluvia despertaba en algún otro lugar con un dolor de cabeza insoportable. Cuando abrió los ojos, pudo sentir una cama un tanto diferente a la suya. Miró al frente, terminando con el sueño y miró unas paredes azules. Miró de lado a lado buscando una evidencia del dueño de esa habitación, que, aparentemente, no era la suya.

—¿Ya estás mejor? —hizo una pregunta Zaid en cuanto Lluvia logró mirarlo sentado en un sofá a su derecha, a unos cinco metros de distancia.

—¿En dónde estoy? —preguntó con el pequeño hilo de voz que a duras penas logró salir de su interior.

—En mi habitación. —en la sonrisa del pelinegro se podía observar una expresión alegre, casi te satisfacción.

—Espera... ¿por qué...? ¡¿Me robaste?! ¡En serio, tenemos pocos días siendo amigos y te atreves a...! —un "shhh" interrumpió a la castaña.

—No. No pasó eso. —dijo despreocupado.

—¿Tú y yo...? —sus ojos se abrieron bastante.

—¡No! Tampoco eso. —soltó una carcajada.

—¿Hubo una pijamada? —se encogió de hombros esperando respuesta.

—No, Lluvia. No te rapté, ni hubo una pijamada.

—¿Entonces?

—¿En serio no recuerdas qué pasó ayer? —levantó una ceja.

—No, ya dime. —estaba desesperada.

—Tu amiga Meghan tuvo un accidente y está en el hospital. —logró decir luego de tomar aire.

—¡¿Qué?! ¡Debo ir a verla ya! —se bajó súbitamente de la cama.

—Tranquila, Lluvia. Meghan está bien. —se levantó del sofá, tratando de detenerle.

—¿Y cómo sabes eso? —preguntó ansiosa.

—La fui a ver esta mañana al hospital.

—¿Por qué no me llevaste? —se puso molesta.

—Traté de despertarte pero parece que aún estabas ebria.

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