El Carnaval

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—No, espera, Luna. —trataba de detenerla.

—¿Vas a ir? —dijo y la miró esperando un "Sí".

—Créeme, no tengo ganas de ir. No me siento muy bien.

—¿Quieres seguir siendo mi amiga? —pregunta Luna desafiante.

—Sí, claro. —respondió temerosa a hacerla enojar.

—Vamos... Anda, tú no tienes culpa de los problemas en tu casa.

—Creo... creo que tienes razón. —una leve sonrisa se dibujó en su cara.

—¿Ves? No pasa nada, te vas a divertir. Paso por ti a las diez.

—Gracias.

—Pero... una cosa más.

—Claro. —dijo Lluvia entusiasmada.

—No te vayas a maquillar como payaso como de costumbre.

La sonrisa de Lluvia se borró, pensó un momento y sólo asintió. No se atrevía a negarse a lo que Luna decía, ella era la única amiga que tenía y no le gustaría perderla. Sólo llevaba alrededor de un mes en la cuidad ya había soportado demasiado sus burlas y traiciones, pero no decía ni una palabra en contra de ella. No quería perder a su única amiga.
Cuando Lluvia llegó a casa papá ya estaba allí. Fingiendo ser el "hombre de negocios" que siempre aparentaba ser, mientras escribía sobre unas hojas. Mamá, en la cocina, bebiendo cerveza y Brad, seguro estaba en su cuarto, huyendo de sus problemas.
Por una noche, no habría de permanecer en ese infierno. Ya tenía todo planeado para su escape nocturno. Justo a las nueve y treinta, cuando ya todos estaban dormidos, un par de almohadas largas y suaves ayudaron a reemplazar el cuerpo de Lluvia en la cama. Trozos de una blusa vieja y arrugada, evitarían el sonido de las puertas de la casa al cerrar y el auto "prestado" del papá de Luna, permitieron que ambas llegaran al carnaval en pocos minutos.
Mientras pasaban entre las personas, la mayoría de las miradas se postraban en las dos chicas.

—¿Ves? Te dije que no te maquillaras como payaso, ahora somos el centro de atención. —susurraba Luna a su amiga en forma de regaño cuando en realidad, lo que llamaba la atención no era el tenue y suave maquillaje de Lluvia, sino el exagerado maquillaje y el extremadamente brillante vestido rojo de Luna.

—Lo siento. —decía Lluvia sintiéndose culpable.

Las chicas seguían caminando y conforme avanzaban, miraban más atracciones y juegos mecánicos funcionando, lo cuál emocionaba demasiado a Lluvia. Pasaron junto a uno de esos juegos extremos que daban vueltas y vueltas a toda velocidad, y Luna quiso subirse.

—¡Oye, oye, vamos a subirnos a esa cosa! —gritaba emocionada Luna.

—¿Qué? No. Estas loca, esas cosas me dan miedo. —negaba mientras un niño bajaba mareado del juego y comenzaba a vomitar.

—Ok, señora aburrida. —dijo Luna algo molesta mientras seguían caminando.

Había muchas personas, pero conforme avanzaban, parecía que varias se iban, pues cada vez había menos. Luego de recorrer la mayor parte del carnaval, Luna dijo sarcástica:

—Mira, un carrusel, ¿quieres subir?

—¿Hablas en serio? Eso va algo lento. —decía Lluvia sin acceder, por enésima vez.

—Ay, ajá. Esto va muy lento, esto va muy rápido, esto no me gusta, no voy a subir a esto. —decía Luna muy molesta —Entonces, ¿a qué vienes? —dijo y Lluvia bajó la mirada.

—¿Estás enojada? —dijo triste.

Luna estaba a punto de comenzar con uno más de sus escandalosos regaños, cuando de pronto miró una rueda de la fortuna y tuvo una idea para "divertirse".

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