Entonces Luna tomó una cuerda y amarró las manos de su amiga a la rueda de la fortuna. Fue cuando comenzó a reír, pero no era una risa de burla, se notaba algo extraño en ella, algo casi diabólico. Sacó una invitación de su bolsillo y encendió un fósforo, quemándola por completo. Se alejaba lentamente hasta que sólo se veía su silueta, la cual se desvaneció como por arte de magia entre las pocas personas allí presentes. La rueda comenzó a andar. Al principio Lluvia trató de calmarse, pues aquello no iba tan rápido. Pero cuando menos lo esperó, comenzó a acelerar. Ya iba una vuelta y aún así el juego mecánico no podría ir tan rápido. Justo cuando la parte en que estaba Lluvia llegó abajo, esta llamó al hombre que controlaba el juego pero este sólo la miró con una mirada vacía y aceleró aún más. El miedo de Lluvia a las alturas y la inexplicable rapidez con que daba vueltas aquel juego mecánico hacían de aquel paseo algo infernal. Ella no se pudo contener más y comenzó a llorar. Fue entonces que vio cómo unas gotas de sangre caían en sus manos y luego se dio cuenta de que aquellas gotas salían de sus ojos...
Entonces despertó de golpe de aquel extraño sueño, que más bien describía como una pesadilla. Al abrir los ojos no veía el techo rosado de su habitación, sino un techo de color blanco. Levantó un poco su cabeza y miró a su alrededor. Frente a ella se encontraba un sofá y a su derecha, más lejos, una puerta. Estaba en la sala de la casa. En ese momento recordó todo lo sucedido la noche anterior. Tal vez los golpes de papá eran los causantes de aquel horrible sueño y del insoportable dolor de cabeza que tenía en ese mismo momento. Con esfuerzo, logró levantarse del piso y ponerse de pie. Fue hasta el baño y lavó su cara. Cuando se miró al espejo, notó una muy ligera mancha de color violeta en una de sus mejillas. Había sido un error haber salido de casa. Pero... "de lo contrario no hubiese conocido a aquel chico", se decía a sí misma Lluvia, tratando de consolarse y pintando una forzada sonrisa en su cara. Subió a su habitación y se puso el uniforme de su escuela. Luego peinó su cabello en una trenza y tomó su mochila para salir de casa al escuchar el autobús del colegio enfrente. No había visto a mamá ni a papá ni tampoco a Brad, pero le importaba un comino si estaban en casa o no.
Está demás explicar lo que pasó al subir al bus. Pues como siempre, encontró a su amiga sentada junto a Meghan. Ellas reían de Lluvia mientras ella caminaba a través del pasillo del autobús sin expresión en el rostro. También se podían sentir las miradas de los otros chicos sobre ella. Esta vez sin abuchear, pero susurrando entre sí, hablando sobre la marca del golpe en su cara. Una vez más, se observaba a Zaid mirándola detenidamente, como si fuera su ocupación hacerlo.
Las clases parecieron haberse extendido más de lo normal y habían sido más aburridas que de costumbre. La hora de receso había llegado y ella no tenía hambre, así que pasaría un tiempo a solas. Tomó su teléfono y se sentó en una banca que se encontraba frente a donde ella estaba. Al encender su celular se dio cuenta de que un mensaje había llegado. Era de ese mismo número que la había llamado hacía un par de días."Hola, Lluvia. ¿Cómo estás? <3"
Esta persona sabía su nombre por alguna razón. Eso la asustaba, así que miró a su alrededor, en busca de alguien que la observara, pero sólo miró a tres chicas que pasaban, a Zaid sentado a unos quince pasos de distancia, un profesor charlando con otros dos, Samuel, Brandon y otro chico usando sus teléfonos y algunos otros jugando fútbol en una cancha cercana. Nada fuera de lo normal.
"¿No me vas a contestar? :("
Esto no era normal... no sabía si contestar o sólo ignorarlo y ya. No era algo de todos los días, pero al final no le tomó mucha importancia. Sólo guardó su teléfono y aprovechó su tiempo en lo que más amaba: escribir poemas. No tenía planeado charlar con nadie, y mucho menos con Luna, pero para su mala suerte, la nombrada pasaba junto a ella y lo peor era que iba acompañada con la insoportable rubia.
—Hola, gotas... ¿qué rayos haces? —preguntaba al mirarla escribiendo. Ella sólo trataba de ignorarla. -¿Holaaa? Planeta Tierra llamando a...
—Escribo poemas. ¿Contenta? —respondió en tono molesto.
—Cierto, eso hacía aquel día que fui a su casa. —interrumpió Meghan.
—Oh, ¿fuiste a su casa? —preguntó Luna a Meghan, riendo. —Debió ser aburridísimo.
—Pues... —respondió Meghan haciendo una mueca.
—Oh, déjanos leer. —dijo Luna arrebatando el cuaderno de las manos de Lluvia.
—Hey, dámelo. —pedía Lluvia pero las otras dos leían sus poemas casi burlándose.
—Ay, mi amor. —decía Meghan refiriéndose a Lluvia. —esto es un asco. ¿No tienes algo más interesante qué hacer además de escribir toda esta porquería? —continuaba ahora dirigiendo su mirada a Lluvia.
—¡Dame eso! —ordenaba Lluvia tratando de quitárselo, sin lograrlo.
Entonces Meghan comenzó a arrancar algunas páginas de los poemas de la chica. Reía y las tiraba al piso. Zaid, el chico tímido y callado que siempre observaba a Lluvia, miraba todo y algo le ordenaba que se acercara a ayudarle.
—Oye, ya dáselo. —pedía Luna.
—Ay, no seas aburrida. —decía Meghan a Luna.
—Es mi amiga. No la quiero lastimar. —se notaba la hipocresía tras cada palabra que salía de la boca Luna.
Zaid, que seguía mirando todo, tomó valor y decidió acercarse a defenderla, pero...
—¡Denle su cuaderno ya! —exclamaba una voz masculina que le resultaba familiar a Lluvia. Entonces giró su cabeza y se dio cuenta de que se trataba de Dustin, el rubio del carnaval. Entonces Zaid decidió regresar a donde estaba, deseando haberse acercado antes.
—¿Y tú quién eres? —preguntó Meghan mirádolo confundida, enfadada e interesada a la vez.
—Sólo dale eso y ya. —decía firme.
—Mmh... ok. —respondió y lo tiró al piso. —pero, no lo olvides, Lluvia... Eres una mala poeta. —dijo y se marchó corriendo como una niña de cinco años y burlándose de Lluvia.
Ella sólo levantó su cuaderno y regresó al salón, siendo perseguida por su amiga, dejando solo a Dustin, quien la había defendido, sin siquiera haber dado las gracias. Lluvia aceleraba el paso y logró llegar a su butaca justo cuando la campana sonó, indicando el fin del receso y que Luna ya no la molestaría con sus sermones, pues la profesora ya había llegado y comenzaba su clase.
Lluvia sólo esperó la hora de salida para subir al autobús que la llevaría de regreso a casa. Como era de esperarse, esta vez Luna fue a arruinar la tranquilidad de Lluvia y se sentó a su lado. En realidad le molestaba eso, y aunque, muchas veces hubiera hecho todo lo posible por no romper su amistad, esta vez su enojo era más fuerte que aquello.—No me hablarás, ¿cierto? —interrogó Luna. El silencio fue la única respuesta a su pregunta. —Mira, sé que ayer hice mal en dejarte sola en el carnaval. Y lo admito, soy una mala amiga. Pero mamá me llamó al teléfono y me tuve qué ir. —explicó. —Y te vengo a pedir disculpas. Tú tampoco eres perfecta. Todos cometemos errores. —Lluvia seguía sin responder. —Emm... okay, ya veo que no responderás. Así que... te dejaré sola, supongo. Piénsalo, por favor.
Por fin se fue. Aquellas palabras rebotaban en su cabeza y dudaba el perdonarla. No era la primera vez que hacía algo así, y ella sabía que tampoco sería la última. Estaba realmente indecisa, pero... Daba igual.
Unos minutos más tarde, Lluvia ya estaba en casa y lo que encontró cuando abrió la puerta era realmente nuevo. Ahí estaban mamá, papá y Brad. Todos sentados en uno de los tres sofás negros de la sala. Un montón de ideas daban vuelta en la cabeza de Lluvia. La expresión de sus padres y de su hermano le dejaban saber que no era nada bueno...
¿Pasó algo malo? ¿Y si papá vuelve a golpearme? ¿Nos mudaremos de nuevo? ¿Mis padres se divorciarán?¿Murió algún familiar?
Miles de preguntas sin respuesta alguna daban vuelta en su mente y sus nervios estaban de punta. No podía imaginar lo que pasaría...
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Mar De Lágrimas
Short Story¿Te imaginas qué pasaría si tu mamá fuera una alcohólica? O, ¿qué sería de ti si tu papá nunca estuviera en casa por tener una amante? ¿Y si no tuvieras amigos? ¿Soportarías sufrir de maltrato por parte de tus compañeros? Ahora imagínate vivir todo...