Un día para hacer pellas.

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Capítulo 7.

Y ahí estaba yo, montada en la parte de atrás de la moto de Alex Robbinson, yendo a Dios sabe dónde y haciendo por primera vez en mi vida pellas, yo Marta Drew escapándome de clase, ¿quién lo diría? - Interrumpió ese pensamiento.

- ¿Estás bien? - Me sonrió mirando hacía detrás.

-Sí, -le devolví la sonrisa y me dio un vuelco el corazón- ¿dónde vamos Alex? -Seguí diciendo en un tono más alto gracias al sonido del motor rugiendo.

-Ya lo verás, no seas impaciente Drew.

No sé por qué pero estar en la parte de atrás de la moto de Alex Robbinson se estaba convirtiendo en mi sitio favorito, estaba tan cómoda, olía su colonia tan.. perfecta y sentía a su corazón latir más rápido cada vez que le agarraba fuerte, igual de rápido que el mio, a más velocidad que aquella moto que iba a 120 kilómetros por hora.

Entonces esa moto se paró y Alex bajó de ella.

-Bien Drew estamos cerca a partir de aquí quiero que te tapes los ojos. -dijo quítame aquella bufanda marrón que me ponía cuando tenía frío, mi preferida.

Me dejé que me la quitara del cuello haciendo tener un escalofrío a medida que se iba quedando cada vez más desnudo, me dejé que me diera la vuelta y que me pusiera aquella bufanda en los ojos mientras respiraba en mi cuello. Cuando se encargó que no se viera nada no me quitó las manos de encima, las fue bajando poco a poco hasta mis caderas y ahí me pegó a su cuerpo y me besó suave y despacio en mi cuello, eso hizo que mi corazón bombeara demasiado rápido, que mis mejillas me ardieran y que me dieran ganas de darme la vuelta en medio de aquella carretera y besarle hasta que no hubiera un mañana.

-Súbete. -Se separó de mi y me subió en la moto.

Volvimos a retomar aquel camino, y yo seguía sin poder ver nada.

-Llegamos. -Dijo parando su moto y bajándose de ella. Me bajó y se puso en mi espalda y susurró con la voz muy ronca. -¿Preparada?

Yo asentí con la cabeza y él me fue quitando aquella bufanda liada en mis ojos.

-Ábrelos. - Y yo cumpliendo sus ordenes los abrí.

Los fui abriendo poco a poco, cuando mis ojos estaban abiertos del todo vi la fachada de una casa que parecía abandonada, pero que aún así seguía siendo preciosa. Mis ojos hicieron un recorrido por todo aquel paisaje desde la casa a ver el mar detrás de ella.

-¿Te gusta? -Dijo agarrándome por las caderas y poniendo su cara en mi cuello. Haciendo que todo mi cuerpo se tensara y mi respiración acelerara por momentos, es increíble lo que puede hacer este chico con apenas tocarme.

-¿El mar o la casa? -Sonreí.

-Las dos Marta, las dos. - Me siguió la sonrisa.

-Me encanta. - Dije admirando las vistas.

-La verdad, en un principio quiero comprar esta casa, sé que necesita mucho arreglos, pero me encanta el sitio y las vistas son preciosas. -Noté sus pensamientos mientras él miraba el mar, con sus manos en los bolsillos y su chaqueta de cuero negra que le quedaba perfectamente, su pelo movido por el viento y cara perfecta desde aquel perfil.

-Veo una buena inversión. -Miré al igual que el hacía el mar.

-Yo también. -Me miró y sonrió. Dios.. esa preciosa sonrisa.-Aquí vengo y se me olvida todo.

Me quedé en silencio, no me extrañaba que se relajara en aquel lugar decidí caminar hacía la arena, me quité la chaqueta y me senté agarrando mis piernas. Él me siguió y se sentó al lado de mí.

-Me encanta, creo que te lo robaré. - Dije sonriendo. Él sonrió y se fue acercando poco a poco hasta que nuestros labios se unieron su mano en mi mejilla y la mía en su cuello, su lengua recorriendo mi boca, mis pulsaciones eran incontables de lo rápido que iban, me echó hacía tras quedando encima mía tocando el bajo de mis caderas y yo tocando su pelo, queriendo hacer que el beso fuese más intenso. Y de repente sonó el teléfono.

-¿Sí? - Contesté ahogada, mientras el me sonreía.

-Marta, tu madre vino al colegio a recogerte diciendo que tenías cita con el dentista y se puso histérica al saber que no estabas aquí, ¿dónde estás? No supe que responderle.

Mierda, mierda, mierda.

-Se me olvidó, joder. -¿Ahora dónde está?

- Fue a tu casa, a coger el móvil para llamarte, yo le dije que no traía el móvil.

-Vale, gracias, luego hablamos. - Colgué. Alex me miraba extrañado sin entender que había pasado.

Me levanté, cogí la chaqueta y anduve hacía la moto diciendo. -Llévame a casa Robbinson, creo que me busqué problemas. - Se levantó, me besó y dijo.

-Claro, señora mandona. -He hizo que me sonrojara. Me puso el casco y nos dirigiamos hacía mi casa.

Eres mi futuro perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora