Capítulo 23:

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- ¿Fue verdad Marta? -Insistió.

Mi cabeza se había quedado en blanco, no, claro que no era verdad que le odiaba, ¿odiarle? Por más que lo intentaba solo quería estar con él. Dos semanas se habían hecho eternas, más que eso.

- No. No te odio Alex. - Mis ojos hicieron amago de llorar y las palabras salían con dificultad de mi boca.

- ¿Y por qué lo dijiste? No eres capaz de decirme que me quieres y si eres capaz se soltar en la misma frase más de dos "te odio". - Me miró fijamente.

En mi cabeza tampoco tenía sentido, también era una larga ironía aquello.

La campana sonó interrumpiendo la conversación, al mismo tiempo Ángela salió de su coche y se acercó a él, clavándome una mirada asesina que quizás nadie nunca antes me había echado. Yo, simplemente, sentí ganas de matarla con mis propias manos. Celia me llamó por teléfono varios minutos después cuando aún la segunda campana de aviso no había sonado.

- Tía, ¿a que no sabes qué? - Dijo Celia altamente emocionada.

- ¿Qué? ¿Y por qué no estás aquí aún? - Contesté.

- Estoy saliendo de mi casa, resulta que mi padre me compró un coche de segunda mano que parece nuevecito, por sacar un ocho en un examen de matemáticas, ya sabes, por eso de que nunca aprobé matemáticas. Y quiero estrenarlo, ahora que no está.

- ¿Faltas a clase para dar una vuelta en tu coche de segunda mano? - Dije incrédula.

- Faltamos. - Aclaró ella. - Voy a recogerte y de ahí vamos a donde nos lleve el viento. - Rió.

Sinceramente no quería irme, pero a la vez no quería entrar y sentarme al lado del chico al que quiero y ni tengo. De todas formas, preferí la primera opción.

- Vale, pero no tardes mucho. - Dije al final.

-Tranquila, ya estoy de camino. - Y colgó.

Veinte minutos más tarde y mil mensajes después preguntándole cuánto tardaba en venir, Celia pareció con una sonrisa de oreja a oreja en el volante de un Porch rojo casi "nuevecito" .

- ¿Te gusta? - Preguntó.

- Más me gusta la chica que hay dentro. -Dije con tono de burla.

- Venga, sube, vamos a comprar. Algo. - Su sonrisa era proporcional a una niña pequeña el día de navidad.

- ¿Así que un coche por sacar un ocho, no? - Dije.

- Ya ves, eh. Pensaba que no iba a tener un coche hasta que tuviera veintidós años, por lo menos.

- ¿Cuándo te sacaste el carnet de conducir? ¿Por qué no me lo dijiste? -Dije con tono a reproche.

- Ah, sí eso.. Se me olvidó decir que aun no tengo carnet de conducir, pero tranquila. Sé manejar desde los catorce. - Guiñó un ojo y esto solo hizo que me pusiera histérica en cero coma dos.

- ¡¿Qué?! ¡Cómo se te olvida eso!

- Es que si te lo digo, no vienes. - Dijo tranquilamente.

- Obviamente, no quiero morir aún, soy muy joven y no quiero meterme en líos, si te pilla la policí.. - No pude terminar la frase cuando un coche de policía estaba detrás de nosotras haciendo señal de que parásemos. ¿QUÉ? ¿TAN MALA SUERTE VOY A TENER? Estoy muerta.

- Mierda, si solo me he pasado de velocidad un poco. -Dijo Celia, como si no le importase en absoluto aquello.

- Te pienso matar. - Dije entre dientes mientras el policía pedía que abajase la ventanilla.

Eres mi futuro perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora