Capítulo 19:

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Salí de casa sobre las ocho, llegaba tarde, pero no me importaba. En el fondo, estaba deseando que no me dejaran entrar en el instituto. En la esquina ya no me esperaba nadie como de costumbre y por un momento sentí ganas de llorar. Solo el pensar que vería a Ángela cuchicheando sobre mi y hablando sobre él, hacia que mi estado de ánimo bajara de forma radical. Me propuse no hablarle, dejar que hiciera y dijera lo que ella quisiera.

Quería dejar mi mente en blanco, mis preguntas de ¿por qué hace esto?  ¿Por qué con ella? ¿Me quiso?  Tantas preguntas que solo él tenía respuesta. Le hablaría, le pediría explicaciones.. Pero no podía ni mirarle a la cara sin que una lágrima cayera. Y no, no pensaba darle el placer de verme llorar por él.

Las tres primeras horas fueron soportables, las clases pasaron de aburridas a entretenidas, quizás porque por una vez en mi vida me propuse atender. Evitaba las miradas con Ángela, evitaba pensar en qué estaría diciendo de mi y evitaba pensar en Alex. A la hora del recreo Celia y yo fuimos a la cafetería, ella solo pensaba en Marcos. Oh sí, Marcos. Ese que está con Brenda. Quien se suponía que durarían muy poco, ya llevaban casi dos meses.

- No lo entiendo, tiene que ser muy buena en la cama para que Marcos siga con ella tanto tiempo. - Dijo pensativa.

- O quizás se quieran. - Dije mirando a mi sándwich y sintiendo la mirada punzante de Celia sobre mi.

- No seas tonta, son el tipo de personas que nunca se querrán más que a ellos mismos Marta.

- Sí, supongo.. - No estaba para hablar, ni siquiera estaba centrada en la conversación como para defender mi propio argumento.

- Tranquila Marta, creo que está con ella solo para darte celos. - Compasión en su voz mostraba la pena que sentía hacia mi.

- No sé Celia, me da igual. Que hagan lo que quiera, que la lleve donde quiera y se la tire cuantas veces quiera. Sea lo que sea, que duren mucho. - Mi tono de resentimiento era bastante notable.

- Bueno.. Si así lo piensas. Venga, vamos al baño.

El día pasó igual, ni yo miraba a Ángela ni ella me miraba a mi.

A la hora de salir me fui sola. Mi querida amiga Celia Rossel decidió irse con Daniel, y yo decidí dejarles solo. Quizás podría pasar algo entre ellos.. Quién sabe.

Me quedaba media hora de camino a casa, saqué los auriculares del bolsillo y puse canciones aleatoriamente. No sé por qué, pero tenía el presentimiento de que alguien me seguía, miré varias veces hacia atrás, pero las calles estaban solitarias con lo cual pensé que era mi imaginación.

Al llegar a casa me senté a comer sola, mis padres no estaban y mi hermano aún no había llegado. Seguramente estaría entrenando. Me tumbé en el sofá y dejé que el cansancio hiciera acto de presencia haciendo que me durmiese.

Los demás días de la semana siguieron igual, comía menos, dormía más, apenas salía y apenas tenía ganas de hablar con nadie. Evitaba mirar por la ventana, por el mero hecho de que quizás me lo podría encontrar. Le echaba de menos, muchísimo. Pero ni lo iba a admitir, ni iba a hacer que tal cosa se notara en mi. Los días para que volviese a clase se acercaban, y mis nervios por volver a verle eran notables.

- Buenos días Marta. - Dijo mi madre poniendo la tostada encima de la mesa.

- Buenos días mamá.

- Cariño, hoy tenemos cita con el médico, así que iré a recogerte y nos iremos directas así almorzamos juntas en la cafetería de enfrente.

- ¿Otra vez? Ya me puse las vacunas, no sé por qué tengo que ir de nuevo.

- Sí, otra vez. Porque es así y punto. Qué más te dará, si son menos de veinte minutos.

No quería pelear, me sentía sin ánimos, el simple hecho de pensar que esa misma mañana vería a Alex ya era suficiente.

Eres mi futuro perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora