Capítulo 3

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La fría ventisca golpeaba sus rostros y revolvía sus cabellos. Ya no había ni rastro del pequeño sol que de seguro se había cansado y por ello ya no estaba.

Marco pudo sentir el pequeño cuerpo de la rubia acurrucada a su lado, aferrándose a la sudadera, y casi temblando de frío. Intentó despertarla, pero seguía dormida, soñando.

Susurraba en sueños, susurraba palabras que él no entendía. Un escalofrío lo asalto, estaba helando, pero tenía curiosidad, y se acercó más a su rostro. Sentía el olor a vainilla proveniente de su cabello y un suave aroma a jabón de su piel.

"Asalto" "Brazo" "Libre" eran algunas de las palabras que Marco lograba entender en medio del balbuceo de la chica, hasta que dijo su nombre. "Marco", sonó como una súplica, lo susurró en tono angustiado. Star empezó a despertar, y Marco supo que ese era el momento de regresar a casa.

—Star, Star —la agitó de un lado a otro consiguiendo que abriera los ojos, despacio, con tal parsimonia que Marco llegó a arrepentirse de haberla despertado.

—¿Qué? —se quejó la chica abriendo los ojos completamente, luego estalló. Sus ojos se desorbitaron y escanearon el panorama, moviéndose freneticos en sus cuencas. Buscando—. ¡¿Marco?! ¡Marco! —al dar con el rostro del chico se lanzó sobre él. Tomando su rostro entre sus manos y acercándolo a su pecho, acariciando cada una de sus facciones. Star se aseguraba de que no estaba soñando.

A veces, los sueños de Star eran tan grotescos y perturbadores que despertaba gritando y deseando jamás haberse dormido, nunca nadie lograba calmarla, pero ahora estaba en paz, porque sabía que Marco no la abandonaría. Nunca.

Marco nunca imaginó la magnitud de sus miedos, de su desesperación, y de sus deseos. Ella tenía muchos sueños y esperanzas, metas, límites, pero demasiados. Tantos, que la lista parecía ser interminable, y si tratara de escribirlos, podría hacer más páginas que la Biblia.

Las cara de Marco parecía una manzana, tan roja como una tomate o una cereza, como quieran decirle, pero estaba tan rojo que parecía que en cualquier momento podía explotar.

Pero Star no se percataba de ello. Ella estaba concentrada en acariciar y sentir todo, su nariz, sus ojos, sus cejas, su cabello, sus mejillas, sus labios...

—Estás bien —parecía extasiada, feliz. A Marco eso le alegró, y empezó a sentirse a gusto siendo rodeado por los brazos de la rubia. Se acomodó en su pecho.

En ese momento, en el que Marco se acomodó y acurrucó en ella, Star se dio cuenta de sus actos y se separó de él, dejando un vacío irreparable.

—Lo siento... yo —se excusó pobremente—, sueño, pesadilla... brazo, lo sien...

—Está bien —rio Marco con las mejillas encendidas y una gran sonrisa en su rostro.

Star observó sus brillantes y perfectos dientes y como sus ojos brillaban con diversión. Se fijó en su cabello alborotado, sus ojos chocolate tan bellos, las ya casi inexistentes ojeras, el precioso lunar que tanto le atraía, la pequeña y adorable nariz, sus labios...

Star se perdió, en un lugar muy lejano donde llevaba a cabo sus pensamientos y deseos. Deseaba poder acercarse un poco, sólo un poquito, y rozar sus labios con los suyos. La distancia era corta, pero parecía un abismo.

—Star...

Las palabras de Marco la sacaron de su ensimismamiento y la devolvieron a la realidad. Se sonrojó al caer en cuenta de que había estado mirándolo embobada mientras él esperaba una reacción de su parte.

—Lo siento. Estaba pensando.

Pero Star era muy mala mintiendo, y Marco sabía perfectamente que ella lo había mirado a él, que había recorrido su rostro con sus ojos, y que se había detenido particularmente en sus labios.

Falling in Love © (Starco) [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora