Falling in Love © (Starco) [Pausada]

Capítulo 14

—¡Marco! ¡Espera!

—Déjalo, Star. Ya está bien.

Pero la chica no se daba por vencida aún. No quería que Marco se enojase. Quería tener una tarde normal con él. Hablar hasta cansarse y tal vez ver una película o algo.

—Marco perdón. No te enojes.

—No estoy enojado.

—Si lo estás.

Marco giró su cuerpo y encaró a Star. Dios que era insistente. Sabía que no iba a parar hasta que Marco dejase su enojo de lado. Pero no podía.

—Mira —dijo respirando profundo—. Pelear contigo es lo último que quiero. Así que por favor, necesito estar solo unos minutos.

Star asintió, no decepcionada, no herida, pero si cansada. ¿Por qué lo había hecho? Claro, no fue más que una charla amistosa con Oskar, pero no debió haber ido con él de la mano por los pasillos.

Dio vuelta y caminó hacia el sofá.

—Bien.

Marco subió las escaleras con su mochila a cuestas. De repente pesaba más que nunca.

Star se dejó caer pesadamente en el sillón con los ojos cerrados. Inhaló fuertemente. Aquella era la razón por la cual tenía tantos problemas siempre. Era impulsiva, no le importaba nada, no pensaba antes de hacer algo, ni pensaba antes de hablar. No pensaba. Deseaba ser una mejor persona, más responsable, y pensante. Exhaló.

—Maldición.

El teléfono de Marco emitió un pitido. Él no lo atendió, estaba demasiado ocupado leyendo por quinta vez la misma historieta vieja y desgastada. Ya ni siquiera recordaba de qué era, solo la leía y releía y releía, porque no tenía nada más que hacer.

El teléfono sonó dos veces más. Suspiró y tomó el teléfono entre sus manos.

La luz verde indicó que había un mensaje esperándolo. Cualquier cosa que fuese, Marco no estaba de humor. Pero de todas maneras desbloqueó el teléfono y observó la pantalla unos segundos. Ingresó a la aplicación de mensajería.

Jackie Lynn Thomas

Hola, Marco :)

Marco no reaccionó hasta después de un minuto entero.

Hola, Jackie :)

A continuación, solo salió de la aplicación. ¿Hacía mal?

Tenía otros dos mensajes, no de Jackie, pero estaban ahí. Consideró la idea, por unos segundos, de salir con ella. Pero la descartó en seguida al recordar a la linda rubia que descansaba en el sillón de abajo. Le gustaba demasiado, y por primera vez en todo el tiempo en que conocía a Jackie, se dijo no.

Jamás pensó que, todas aquellas fantasías, todo aquel tiempo que pasó imaginándose una relación con Jackie, ahora las desecharía. Claro, en su momento fue lindo, pero ahora solo sentía que había perdido el tiempo.

✨✨✨

Star cambió por quinta vez de canal mientras cambiaba de posición en el sofá. No estaba incómoda, pero le parecía aburrido estar igual por más de tres minutos.

Estaba hipnotizada por los brillantes colores de la televisión, pero en realidad no prestaba atención a cualquier programa basura que pasaban en el momento, solo observaba robotizadamente la pantalla, esperando que le día acabase. Quería dormir.

Pero se detuvo allí, con las piernas levantadas hacía el techo y la cabeza colgando pesadamente hacia atrás. Era la princesa de Mewni, heredera del trono, mágica, poderosa, no responsable, pero si independiente. No necesitaba una hora para ir a dormir. No necesitaba estudiar ni hacer la inútil tarea. Si quería dormir a las tres de la tarde lo haría, sin importar lo que nadie le dijera. Además, no era un delito.

Sin siquiera molestarse en apagar el televisor, ni subir consigo su mochila, se dirigió hacia su habitación y una vez allí, cerró la puerta con fuerza.

—¿Y qué si me fui con Oskar? —murmuró para ella misma—. Ni que nos hubiésemos casado.

Arrastró sus pies hasta la cama y se dejó caer entre las almohadas.

—Estúpido Marco.

Pero ella sabía que no era estúpido. Era lindo.

Se preocupaba mucho por ella, ¡y estaba celoso! Esa era la mejor parte.

Se acomodó entre las sábanas y apretó contra si la almohada más cercana.

—Estúpidos sentimientos.

Solo quería dormirse. Por lo menos ahí no sentiría nada.

—Estúpida yo.

Era lo único en lo que cada parte de ella concordaba. No debió haber hecho lo que hizo. Más por sentido común que por otra cosa. Pero ya de nada servía arrepentirse, ya lo había hecho, y ya no podía hacer nada para cambiarlo.