Capítulo 12: "Escarbando sentimientos."

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Ambos jóvenes caminaron por el pasillo para llegar al ascensor. Se abrieron las puertas y entraron para bajar al primer piso. Mientras bajaban, Juuzou miró a Sadako con una amplia sonrisa y tomó la mano de la pelinegra entrelazando los dedos con los suyos. El albino se sonrojó provocando la misma reacción en ella.

El chico sentía euforia y entumecimiento, no sabía cómo reaccionar, qué hacer ni qué decir... pero le encantaba la adrenalina y la controversia de ese sentimiento.

—Nee, Koneko-chan ¿quieres que te lleve a casa? — preguntó Juuzou ladeando la cabeza con una expresión bastante tierna.

— Umh... ¿a ca-casa?, bueno... no lo... — La joven no solía tartamudear nunca, a penas podía controlar el leve temblor de sus piernas. — No, no podemos ir a casa. No sabré que decirle ni qué hacer con él. No hoy... creo que estoy enferma, ¿debería ir al hospital?, siento que voy a explotar. Esto es tan estúpido... mejor me hubiese tirado por la ventana de la oficina. — La chica comenzó a morder su labio algo nerviosa mientras todas esas palabras rondaban por su cabeza. El peliblanco miró fijamente a la joven.

— ¿Koneko-chan?... estás sangrando. — Dijo Juuzou con la boca abierta.

— ¿Ah?— Sadako deslizó los dedos de la mano izquierda por su boca y luego los miró. Efectivamente estaba sangrando. — Oh-oh...

— Debes tener cuidado con eso. Esto te pasa por tener colmillitos, Koneko-chan. — dio una carcajada juguetona cerrando ambos ojos. Luego se acercó a la pelinegra y deslizó la palma de la mano por su mejilla. Con su dedo pulgar acarició su labio inferior y limpió el resto de sangre que quedaba. — Ya está... — Juuzou retiró la mano, volvió a sonreír y a Sadako se le dio vuelta el mundo pies para arriba.

La joven ni siquiera estaba respirando, estaba congelada y casi catatónica.

— Ha-han pasado horas y aún no llegamos al primer piso... ¿por qué... por qué no se abre la maldita puerta? — pensaba con los ojos abiertos a la par.

— ¿Koneko-chan, te sientes bien? — dijo el albino un poco confundido.

Por fin, después de esa eternidad, osaron a abrirse las puertas del ascensor. Sadako suspiró y salió casi corriendo.

— Oye, ¡espérame...! — Juuzou aceleró el paso para alcanzarla y volvió a tomar su mano. La chica casi por inercia de un tirón la sacó. — Oh... — el peliblanco se encogió de hombros y sintió como su estómago se apretaba. ¿Dolía?... pero si él no siente dolor. Mientras que ella ni siquiera se dio vuelta a mirarlo y siguió caminando hacia la puerta de detección RC y luego la recepción.

La chica se quedó parada en el mesón de la recepción esperando a Juuzou. Ya que era visita bajo supervisión necesitaba que un investigador estuviese con ella. Sadako retiró el pase de su cuello y se lo entregó a la recepcionista.

— Muchas gracias, que tenga buen día. — dijo con un tono de voz apagado y opaco.

—Nos vemos mañana... — exclamó Juuzou a la recepcionista despidiéndose agitando su mano en el aire.

Juuzou siguió a Sadako y caminó detrás de ella todo el tiempo. Como es de costumbre tenía su cara cubierta con su largo cabello negro.

— No entiendo que hice... ¿dije algo malo?, quizás debería hablarle pero no se me ocurre qué decirle. ¿Y para dónde va? Pensé que no quería ir a casa. Umh, desde que entró a la oficina se puso rara... quizás debería preguntarle. Quizás fue por ese tonto de Seido que la incomodó. — Mientras que el albino mantenía su monólogo psicológico vio como la joven llegaba a un pequeño parque. Se había sentado en un columpio y él se sentó en otro al lado de ella.

— Nee, pensé que te ibas a perder así que sólo te seguí... — dijo el peliblanco con voz baja. No sabía cómo iba a reaccionar la chica.

— Cuando íbamos caminando con Shinohara-san me fijé y me dieron ganas de venir... solo por eso intenté memorizar donde estaba. No sabría como devolverme de todas formas. — Una leve sonrisa se dibujó en sus labios y levantó un poco el rostro dejando al descubierto su perfil.

— Oooh... su perfil es muy bonito. — pensó Juuzou con la boca entre abierta y las mejillas rosadas. — Oye Koneko-chan, ¿puedo hacerte una pregunta? — dijo poniéndose un poco serio.

— Ya la estás haciendo... — Sadako miró al albino y le sacó la lengua. Él sólo sonrió.

— Es que... desde que llegamos a la oficina te pusiste rara ¿Fue por Seido? Te dije que era molesto, es un tonto. — La joven lo interrumpió.

— No es por Seido, es por ti. — la pelinegra desvió la mirada al suelo.

— ¿Por mí? — Juuzou se sintió paralizado, como si le faltase el aire.

—Dime, ¿por qué eres así conmigo? No veo que trates a alguien más ni parecido a como me tratas a mí. Además, ¿para qué?... ¿Cuál es el punto?, ¿acaso te divierte?

— ¿Oh... ?— Esa pregunta lo tomó volando bajo. Ni siquiera él se había preguntado eso.

— No quiero encariñarme contigo ni con nadie. Estoy bien así, así es como he estado siempre... Si ni siquiera tienes una respuesta no me hagas perder mi tiempo. — Sadako escupió esas palabras sin pensarlo. En el fondo ni siquiera las sentía, puede que incluso hasta le haya dolido gesticularlas.

— Bueno, si lo pienso bien... no hay una razón por la cuál me comporte así. Solo hago las cosas porque quiero y se me ocurren en ese momento. Siempre he pensado que la gente es aburrida y no me generaban interés, pero me divierto mucho contigo, Koneko-chan — el chico sonrió de una forma inocente pero con un aire triste. — No se, pero cuando estoy contigo me siento tonto jaja, es como si ni siquiera fuese yo, y ni yo se que voy a decir o hacer. También la mayor parte del día me la paso pensando en qué estarás haciendo tú. Me aburro mucho en la oficina y cuando intento pensar en otra cosa para divertirme siempre apareces tú en mi cabeza con tus películas y cosas. También cuando me da hambre recuerdo tu comida; es la mejor comida del mundo... y mis dulces también me recuerdan a ti por tu olor. Casi todo me recuerda a ti jaja. Estoy seguro que la próxima vez que deba matar a un ghoul y le abra el estómago será inevitable recordar los chistes de intestinos que dijiste cuando veíamos las películas de terror y comenzaré a reír como loco... bueno más de lo normal jajaja. — Juuzou dijo todo eso con las mejillas rojas. Su corazón latía rápido y su tono de voz cada vez sonaba más alegre, como es de costumbre.

— Ju-juuzou... — el pecho de la joven se sentía ¿adolorido?... un nudo en su garganta no dejaba filtrar las palabras.

— Ah, y otra cosa que si te la digo te vas a enojar, pero bueno. No importa. Te la diré de todas formas. No me gusta que la gente me toque, no se por que. Cuando Shinohara-san me dio la mano para saludarme la primera vez... me asusté y retrocedí. De verdad me causó mucho rechazo jaja. Pero contigo es raro, me agrada sentirte... y bueno, a ratos me dan ganas de abrazarte pero me aguanto porque se que me vas a golpear jaja. — Juuzou sonrió con los ojos cerrados y alzó ambos hombros.

La pelinegra sentía sus ojos desorbitados. Tenía la mirada perdida y no estaba reaccionando.

— Yo... — a Sadako no le salían las palabras.

— Siempre pensé que si te abrazaba iba a pedir tu permiso. Pero pensándolo bien jamás me lo darás... y es cosa de tiempo para que me golpees... así que... — El albino se levantó y caminó frente de ella. — No se como se hace pero he visto que va así... — sonrió y entrelazó sus brazos en el cuello de Sadako dejando la mejilla de la chica apoyada contra su pecho. El corazón del albino golpeaba rápido y fuerte la cara de la joven provocando una reacción en cadena. Ambos estaban sonrojados y sentían un escalofrío en su espina dorsal.

— Eres un idiota Juuzou... es muy tarde. Te quiero... — dijo Sadako casi susurrando mientras dejaba el dibujo y las donas sobre sus piernas para entrelazar sus brazos en la cintura del albino acercándolo aún más. Juuzou sonrió sonrojado y se puso nervioso.

— Oh, con que eso era ese sentimiento... es tan extraño, da como cosquillas jajaja. — Soltó una carcajada juguetona. — Yo también te quiero, Koneko-chan... mucho. — Bajó su rostro y besó la frente de la pelinegra como hace unos días atrás. Tomó el mentón de ella y lo subió despacio para ver su cara. Estaba sonrojada y a punto de hacer un puchero. — ¿Te sientes mejor?

— Sí... — la joven asintió tímidamente mientras sentía que iba a vomitar su corazón en cualquier momento. — Creo que nunca te había escuchado hablar tanto...

— ¿Oh? jaja, ¿de verdad? — Juuzou sacó la lengua.

— Si... — la joven sacó los brazos al rededor del peliblanco. — Lo siento, se me durmieron un poco.

— Está bien, a mi no... — expresó él abrazándola más fuerte. Sadako cerró los ojos...

— Estás tibio... — dijo casi susurrando.

— ¿Sí...? — preguntó Juuzou sonrojándose.

Sadako volvió a abrazarlo pero esta vez más fuerte. Hasta que el abrazo fue interrumpido por el estómago del albino gruñendo.

— Jeje, lo siento, creo que tengo hambre. — dijo algo avergonzado mientras sacaba los brazos del cuello de la chica.

— Oh, verdad... — Sadako tomó el paquete que tenía encima de sus piernas. — Tenemos donas... — dijo mientras sonreía con los ojos cerrados.

— ¿Segura? pero eran tuyas... — el peliblanco se encogió de hombros.

— Podemos compartirlas, tonto...

— ¡Está bien...! — dijo Juuzou emocionado como un niño pequeño sentándose nuevamente en el columpio. La pelinegra le ofreció una dona y empezaron a comer.

Pasaron minutos y horas mientras que Juuzou y Sadako estuvieron hablando sentados en los columpios. A ratos tomaban impulso y se mecían levemente hasta que el columpio se detuviese por si solo.

— ... y bueno si alguien no hacía algo íbamos a estar ahí hasta la mañana siguiente. Entonces yo tomé la moto de Marude y aceleré y aceleré... fue muy divertido jaja. Hasta que salté una escalera empinada y llegué muy muy alto con moto y todo. Luego me levanté y salté en el asiento para darme impulso. Me vieron y grité "¡¡¡BUEENAAAAS NOOOOO-CHES!!!" — Juuzou contaba todo muy hiperventilado. —y caí por la ventana y los destrocé a todos con un arma muy genial que ni recuerdo como se llama. Me demoré sólo segundos y ahí recién todos entraron jajaja. — soltó una carcajada juguetona e infantil.

— Oh... vaya. Eres asombroso. — Dijo Sadako con la boca abierta. — ¿Y quién es Marude?

— Ah, es un viejo antipático que se burló de mi cuando me conoció. Es investigador de Clase Especial y jefe de sección de la División II. Igual merecía lo que le pasó a su moto. Aps, por cierto explotó cuando calló al suelo. — Juuzou sacó la lengua sonriendo con malicia.

— Vaya jaja, ni tus superiores se te escapan. — Sadako soltó una carcajada seguida del albino.

— Nee, Koneko-chan ¿alguna vez te dijeron qué ghoul fue el que mató a tus amigos? — preguntó el peliblanco con curiosidad.

— Umh... lo único que se, es que en sus restos encontraron secreción del Kagune de un tal "Binky". El caso sigue abierto...

—  Oooh, ya veo. — dijo Juuzou mientras miraba hacia arriba pensativo.

— ¿Por qué? — Sadako alzó una ceja.

— Oh, no es nada. — el peliblanco le regaló una sonrisa a Sadako y luego se fijó que cada vez había menos gente y la luz solar ya no estaban iluminando. —  Oye, te voy a dejar a casa... es tarde.

— Es verdad... es algo tarde. — suspiró la chica para luego levantarse del columpio. Se desperezó estirando sus brazos y arqueando su espalda.

Tenía su dibujo en mano, mientras que con la libre tomó la mano de Juuzou sonrojándose un poco.

— Disculpa por lo de antes... ¿vamos? — la joven le regaló una cálida sonrisa al peliblanco el cuál sonrojándose tomó su mano con una sonrisa. Asintió con la cabeza y así comenzaron a caminar a casa... juntos.


~✘Stitched Heart✘~ (Juuzou Suzuya/Tokyo Ghoul's FanFic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora