~✘Stitched Heart✘~ (Juuzou Suzuya/Tokyo Ghoul's FanFic)

Capítulo 46: "Felicidad."

La mano de Juuzou se encontraba apoyada sobre el hombro de Sadako mientras la abrazaba por debajo de su cuello. Se habían quedado dormidos en esa posición y despertado de la misma forma... lo único distinto era que el esqueleto gatuno de peluche estaba entre los senos de la pelinegra. Lo abrazaba tan fuerte con ambos brazos como si aquel felpudo pudiese salir corriendo hacia algún sitio. La mejilla de ella reposaba por sobre el pecho contrario durmiendo de forma plácida mientras escuchaba sus latidos.

El peliblanco sonrió cálidamente al ver la imagen de ella abrazando el peluche. La joven, a pesar de ser muy linda, no daba la idea de ser tierna... pero sólo él tenía el lujo de ver esas facetas. ¿De pequeña habrá sido igual?, ¿habrá tenido alguna vez un juguete favorito? Esas y más preguntas daban vueltas en la cabeza del albino.

No pudiendo aguantar el impulso, el chico la sacó de su pecho recostándola de lado y se acercó a los labios de su novia para depositar un beso sobre ellos. Acto que al ser realizado, la pelinegra abrió los ojos lentamente.

—Suzu-chan... —susurró ella rascando su ojo con la mano empuñada. El joven también amaba cuando ella hacía eso, ya que era imposible no igualarla con un felino.

—Ooh, te desperté. Buenos días, Koneko-chan. — saludó él mientras la abrazaba acurrucándola en su pecho nuevamente.

Sin sentirse limitado, Juuzou acarició los largos cabellos de la chica deleitándose con su aroma. Su olor era dulce como siempre, similar al caramelo de las palomitas de maíz o al de las manzanas confitadas... o a goma de mascar quizás. Y no sólo su cabello, su piel también poseía ese peculiar perfume.

— Koneko-chan... si fuera un ghoul no me durarías ni cinco minutos. — dijo bromeando el joven con una tonta risita dibujada en sus labios.

—¿Qué...? — la chica a penas entendió lo que dijo. Seguía en su estado de "zombieficación" como ella solía llamarle para sus adentros.

—Tu olor, tontita, jaja. Siempre me han dado ganas de arrancarte un pedazo. ¿Qué perfume usas...? o alguna de esas cosas que usan las chicas... —preguntó él con curiosidad.

—Nada, y no eres el primero que me dice lo del olor. Pero por más que me olfatee no puedo oler nada. Dicen que no te puedes oler a ti mismo en su totalidad. O es eso o mi nariz no funciona. —bromeó de vuelta separándose del abrazo y estirando ambos brazos y piernas para desperezarse.

—Ooh, ya veo. —dijo el albino mientras despejaba su rostro de sus blancos cabellos con sus pálidos dedos. —Oye, ¿salgamos hoy? — preguntó para luego regalarle una linda sonrisa.

—¿Huh? —ella no acostumbraba a salir de casa si no era a algo específico. Las únicas veces que hizo excepciones fue... bueno, por él. Y ahora que eran novios era obvio que esas ocasiones aumentarían. — De acuerdo. —dijo asintiendo y devolviéndole la sonrisa. Luego se enrolló el cubrecamas al rededor de su torso y se levantó para sacar ropa y vestirse.

—Nee, ¿aún te da vergüenza? —dijo Juuzou bromeando y levantándose para vestirse también.

—Déjame... —exclamó gruñendo sonrojada. —Oye, ¿tu mano está bien? —Sadako solía fijarse en detalles, y el corte con la Scorpion no se le había pasado por alto.

—¿Huh? Si, no fue nada. —sonrió el albino abrochando sus pantalones y subiendo por sobre sus hombros los tirantes de sus suspensores.

Una vez vestidos, desayunaron y salieron de los departamentos. Ambos chicos iban de la mano, Sadako en la vereda y Juuzou haciendo equilibrio sobre unos peldaños angostos de concreto colocando un pie al frente del otro una y otra vez.

—¿Y dónde me llevas? —preguntó ella con curiosidad mientras metía la mano libre en el bolsillo de su chaqueta de cuero.

—Primero, vamos a jugar. —dijo él para luego dejar escapar una leve carcajada dulce e infantil.