Capítulo 53: "Costuras internas."

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Juuzou estaba sentado en el suelo de la ambulancia mirando como Sadako yacía inerte arriba de la camilla. Su pecho estaba tan comprimido que respirar se le hacía complicado... casi imposible, sus manos temblaban y las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas con la mirada perdida. Él también parecía inerte. La pelinegra tenía una mascarilla con el respirador mecánico sobre su rostro y suero corriendo por sus venas. El ritmo del pitido de la máquina cada vez iba descendiendo.

—Doctor, ¡la estamos perdiendo! — exclamó un hombre de cabellos castaños.

En ese momento Juuzou sintió como si todo el escenario detrás de él se estuviese fundiendo y oscureciendo hasta empezar a dar vueltas como un carrusel. Por poco pensó que el corazón que había dejado de latir era el suyo.

—Esto... esto es mi culpa... es mi culpa... yo... —el peliblanco comprimió su cabeza con ambas manos tironeando de sus cabellos mientras las pupilas de sus globos oculares se contraían.

—Sus signos vitales son bajos, la bradicardia va descendiendo cada vez más... ¡Rápido!, epinefrina directo al suero.

El pitido de las pulsaciones de Sadako eran cada vez más lento. Daba la impresión de que en cualquier momento aquel "piiiiiiiiiiiiiiiiiii" sería permanente. Mientras que el doctor intentaba comprimir con compresas el estómago de la menor y con sus manos envueltas por guantes quirúrgicos, el enfermero inyectaba la adrenalina directamente a la manguera del suero siguiendo la indicación de su superior y esperando algún tipo de reanimación por parte de la chica.

Juuzou estaba algo mareado, mientras la palidez de su rostro hacía recalcar más el rojo de sus costuras. Su cabello estaba alborotado... más de lo normal, y sus ojos estaban vacíos. La culpabilidad lo estaba carcomiendo ¿Por qué había tenido que exponer a Sadako con un ghoul?, ¿por qué no fue más cuidadoso?, ¿cómo no se dio cuenta que alguien los seguía?, ¿por qué había vuelto a desaparecer? Si no la hubiese dejado sola, no estaría ahí en ese momento... mucho menos si a él no se le hubiese ocurrido citarla. Esos eran uno de los pocos castigos con los cuales Juuzou se martirizaba en aquel instante, hasta que sus dolorosos pensamientos fueron interrumpidos por el pitido de la máquina acelerándose poco a poco pero aún sin alcanzar la normalidad.

—Aún su pulsación no es normal, la bradicardia sigue pero al menos esto nos da un poco más de tiempo. ¡Dile que acelere!, se está desangrando... la hemorragia no ha parado...— la frente del hombre estaba sudando mientras la secaba con su antebrazo manchando parte de su frente con la sangre de la pelinegra. — Hey, niño... —le preguntó dirigiéndose a Juuzou. —¿Puedes contactar a la familia?

—Yo... yo soy su familia, no tiene a nadie más... —dijo él con voz baja no pudiendo evitar sorprenderse el mismo por las palabras expulsadas de sus labios.

Al llegar a urgencias del hospital, abrieron bruscamente y de golpe las puertas de la ambulancia. Corrieron junto con la camilla y el respirador hacia el interior y al entrar a pabellón, le prohibieron la entraba al albino.

—¡Dejenme entrar... maldita sea, debo... debo...! —Sollozaba el chico mientras un enfermero lo jalaba con fuerza hacia atrás.

El desvanescimiento del albino era tal, que ni siquiera tenía fuerzas para debatir y mucho menos forcejear, logrando así caer de rodillas al suelo mientras en su brazo con costuras caían tibias lágrimas saladas.

Ahora, la pelinegra se encontraba tendida en la camilla y los auxiliares cortaban rápidamente prenda por prenda con unas tijeras. Luego, se localizaron en la perforación de su estómago.

— Herida punzante de gravedad en la zona derecha abdominal baja, entremedio del flanco derecho y la fosa iliaca... también derecha. Desgarro y cortes de arterias y venas comprometiendo el intestino delgado y colon ascendente... — el cirujano seguía dando su diagnóstico a medida que se colocaba unos lentes con aumento especial.

Mientras, el anestesista cambiaba rápidamente el respirador con mascarilla para practicarle a Sadako una intubación con aplicación de oxígeno acompañado de anestesia. Prendió la máquina e introdujo el catéter dentro de la delicada boca de la joven, deslizándolo por la garganta hasta la tráquea. También, una enfermera le colocaba una mariposa en su brazo libre para hacerle una transfusión de sangre, ya que en el otro seguía conectada a un suero así dando inicio a la operación de urgencia...

El cirujano estiró hacia los lados la piel desgarrada del pálido estómago con unos separadores y enseguida sujetó con unas pinzas hemostáticas las venas y las arterias cortadas para coser una por una las susodichas de forma cuidadosa y limpieando el exceso de sangre a medida que terminaba cada puntada... después, se dedicó a coser el intestino delgado y el colon ascendente para proseguir con una sutura por primer plano, primero empezando con la aponeurosis, parte del músculo, luego el tejido adiposo y terminando por la piel.

Luego de horas de cirugía y el cansancio de los profesionales, empaparon la costura final con anticéptico y la cubrieron con un parche quirúrgico. Y de pabellón, llevaron a Sadako a cuidado intensivo para finalizar con los exámenes de rutina de conteo de glóbulos rojos y coagulación para tratar la hemorragia y asegurarse de que la pérdida de sangre no haya dañado su cerebro. Después de haberse encargado de todo eso, se le suministró antibióticos y analgésicos inyectables para evitar posibles infecciones además del dolor. Su estado aún era de gravedad mientras aún no estaba consciente y seguía conectada al respirador.

Era de madrugada... Juuzou estaba en estado de shock pero nadie se había dado cuenta por su notorio "nadaísmo". Al no saber que hacer, era obvio que al día siguiente no iría a trabajar al CCG, por lo tanto llamó a Shinohara para contarle lo ocurrido...

—Juuzou, debes saber que estas cosas pasan. Bajo ningún aspecto te culpes, ¿de acuerdo?—intentó consolarlo el mayor.

—Sí... —su tono era neutro, incluso parecía no importarle.

—¿Quieres que vaya ahora a acompañarte? —Shinohara se encontraba durmiendo en ese instante, pero estaba dispuesto a ir y estar el tiempo que fuese necesario.

—No...

—Entonces iré temprano para ver cómo se encuentra la señorita Sadako, Juuzou... intenta comer algo y dormir un poco, nos vemos mañana.

El chico cortó la llamada mientras su rostro estaba decaído y demacrado. Habían pasado horas y aún no sabía nada de su novia.

Luego de unos minutos de tener su cabeza en blanco, decidió buscar en su registro de llamadas el número de Ryota para guardarlo en su agenda telefónica y llamarlo. Deslizó su dedo índice en la opción "Llamar" y un bostezo se escuchó desde la otra línea.

—¿Pequeño Juu, qué ocurre?... supongo que no has visto la hora...

—Koneko-chan... ella... estamos en el hospital. Ella... — La lengua del albino se enredaba entre el torbellino de pensamientos que martirizaban su cabeza.

El castaño simplemente cortó sin decir nada mientras que Juuzou escuchaba el pitido del celular e inmediatamente, al igual que al deslizar un fósforo contra una superficie logrando crear una llama... así de instantáneo, su cerebro hizo conexión entre aquel pitido del celular con el del respirador mecánico con el que había visto por última vez a Sadako. Nuevamente de sus ojos comenzaron a caer lágrimas silenciosas acariciando sus largas pestañas.

Mientras estaba sumido en... ¿tristeza?... vaya que si lo era; una voz decía su nombre sin conseguir una reacción de vuelta.

—¿Juuzou?, heeey, Juuzou... —la voz hacía un leve rebote en los oídos del peliblanco mientras que no lograba calar su atención.

Un cuerpo se puso en frente mientras una cachetada se estrelló contra la mejilla del albino dejando un rasmillón. Aquel acto de violencia no le había dolido, pero le permitió retomar la interacción con el entorno.

—¡REACCIONA! Dios mío, ¿qué ha ocurrido?... —preguntó el mayor sentándose de cuclillas frente a él.

—Ryota-san... —susurró Juuzou mientras posaba las yemas de sus dedos sobre su mejilla golpeada.

Luego de haberle contado todo con detalles, incluyendo de su travesía para conseguir el ghoul que había devorado a los amigos de Sadako, la exterminación de aquel y lo que había ocurrido después y el por qué se había peleado en su trabajo... la culpabilidad empezó a asomarse poco a poco.

—Yo... ya me había desaparecido una vez y ella dijo que no volviera a hacerlo. Con lo que pasó volví a hacerlo sin darme cuenta y... y si yo no le hubiese dicho que saliera tan tarde a encontrarse conmigo, yo no... ella... no estaría aquí. Si ella muere... — Juuzou fue interrumpido mientras Ryota se levantaba para sentarse en la silla de al lado.

—Tu único error fue haberte ensañado con desaparecer y haberte enojado con ella. Incluso no encuentro que haya sido un error haber golpeado a tu compañero, independiente de si te trajo problemas o no. Ahora... de aquellas cosas que si eres culpable, ninguna tiene relación con el hecho del por qué Sadako está acá en estas condiciones. —dijo el mayor con un tono calmado y sereno.

Juuzou lo miraba con los labios entreabiertos intentando asimilar poco a poco las palabras que deseaba que fueran ciertas.

—Ahora, si vuelves a comportarte como un imbécil... no me molestaría volverme heterosexual por Sadako. Y chico...te la voy a quitar. —dijo Ryota alzando una ceja y haciendo un puchero.

El albino desvió la mirada y encogiéndose de hombros quedó cabizbajo.

—Sadako ha sido muy feliz desde que te conoció. Incluso antes de que fueran novios y probablemente hayan atrevido a darse un beso. La conozco hace tanto tiempo... y todo ese tiempo sentía lástima y respeto hacia ella. Jamás la vi llorar o quejarse, ni reírse demasiado. Incluso cuando bromeaba su cara era algo seria. A veces, deseaba ser como ella... "aparentar" que las cosas no me afectaban, y a veces, cuando creía que aparentar se le salía de las manos y que en realidad no le importaba nada, sentía algo de lástima. No me malinterpretes, no es en el mal sentido... pero ella es una buena chica y era injusto la cantidad de cosas que le habían pasado. Supongo tú sabes algunas, ¿no? —dijo el diseñador dirigiéndole la mirada.

Juuzou levantó su cabeza para encontrar los ojos contrarios con los propios y asintió.

—Bueno... supongo que tú sabes mucho más, jaja. Ella... ella suele separar todo, probablemente no me considere más que su jefe. Y aunque ella no me cuente mucho de sus cosas y sólo tenga una idea globalizada, yo si la considero mi amiga. No están solos, estaré si me necesitan sin importar qué. ¿De acuerdo, pequeño Juu? —sonrió cálidamente mientras alborotó los blancos cabellos del joven con la palma de la mano, tal cuál lo hacía Shinohara.

—S-si... —susurró tímidamente aún sintiéndose acongojado con un nudo en la garganta pero esta vez más débil.

Pasaron un par de horas y el cirujano salió a darles el diagnóstico. Al parecer la cirugía había sido exitosa pero el estado crítico no había mejorado. Aún estaba inconsciente y había probabilidad de una anemia, infección y todos los riesgos que conllevaba la situación.

Juuzou y Ryota volvieron a sentarse donde mismo se encontraban antes de ser llamados. El joven estaba tan callado y decaído que Ryota se levantó.

—¿Me esperas? En seguida vuelvo... —dijo mientras se alejaba con ambas manos dentro de sus bolsillos. Graciosamente el albino jamás se había fijado en lo alto que era el contrario. El chico sólo asintió y mientras esperaba, jugueteaba jalando los hilos de su labio inferior.

Luego de unos minutos, a la lejanía se aproximaba la silueta del mayor que venía con un chocolate caliente, un café, una bolsa de pasteles y unos dulces.

—Supongo que no has comido... —sonrió cálidamente mientras que Juuzou dirigió la mirada a las compras del castaño.

De inmediato comenzó a comer tan, pero tan rápido... que daba la impresión de que no hubiese comido en años. Antes de incluso tragar, seguía metiendo dulces y pasteles intercalados a su boca a tal punto de atorarse. De pronto... las lágrimas del albino salieron a la luz y seguía llorando a medida que seguía comiendo.

Ryota bajó la cabeza, y es que el tampoco estaba muy bien. Pero aquel pequeño albino necesitaba algo de apoyo sin sentirse abrumado. Sólo optó por apoyar delicadamente la mano sobre el hombro contrario mientras aquel chico que parecía un niño pequeño seguía llorando mientras intentaba ahogar sus gritos con dulces.

El castaño pasó toda la noche en vela mientras que Juuzou dormía recostado sobre dos sillas enroscado como un gato. Se veía tan tierno que el mayor se sentía conmovido más aún sumándole que en su rostro quedaban rastros de glaseado y chispitas de los dulces y pasteles.

— Cielos, son las 8:34 am y aún nada... —pensó Ryota mirando su reloj de muñeca.

Su pie se movía enérgicamente de arriba a abajo bastante nervioso y se levantó a comprar otro café... el cansancio y los nervios lo tenían agotado. Después de haber tomado lentamente su bebida caliente, notó que una enfermera buscaba a alguien, por lo tanto sólo se acercó a ella.

—Buenos días, disculpe, ¿usted está aquí por Matsuki Sadako? —preguntó la mujer de cabellos rubios.

—Sí, sí... ¿cómo se encuentra ella? —preguntó inmediatamente.

—Acaba de cobrar consciencia. De cuidados intensivos será trasladada a sala para que puedan verla. Pero por el momento está estable, no obstante sigue delicada y algo débil, usted entenderá.

—Oh dios mío, que alivio... —exclamó el diseñador suspirando y cubriendo su cara con ambas manos.

Volvió a los asientos y se acomodó suspirando a esperar a que Juuzou despertara para darle la noticia. Al verlo abrir los ojos, sacudió su mano con una sonrisa.

—Buenos días, dormilón. Adivina... Sadako despertó. —exclamó sonriendo.

—¡QUÉ!, ¿DE VERDAD? —gritó abriendo sus ojos a la par y rogando para que no fuera una broma.

—Sí, la van a llevar a su habitación de hospital y ahí podremos verla. Ha sido todo un alivio... Venga, sonríe... —bromeó el mayor golpeando levemente el hombro del peliblanco.

—S-sí... —expresó de inmediato con una sonrisa en sus labios. Aún así su pecho dolía al igual que su tabique nasal.

Después de un rato, la enfermera los llamó para pasar a la habitación y al hacerlos entrar, cerró la puerta tras su espalda dejando a los tres a solas.

Sadako se encontraba aún con suero y una transfusión de sangre, por lo tanto tenía ambos brazos inmovilizados. Su espalda estaba apoyada a lo largo de la camilla mientras sus largos cabellos caían hacia abajo. Su mirada estaba concentrada hacia afuera como si no se hubiese percatado de que habían llegado a verla.

—¡Koneko-chaaaan!— gritó animosamente el albino sintiendo como la felicidad y el alivio de verla relativamente bien invadía su ser por completo. El sonrojo en sus mejillas fue inmediato y dio un paso hacia adelante para correr a abrazarla... paso el cuál fue interrumpido por la mirada de la joven que lo recorría de pies a cabeza...

—¿Y tú quién eres? —preguntó Sadako pestañeando consecutivamente mirando al peliblanco y luego a Ryota.

Ryota abrió la boca sin poder esconder su espanto mientras que Juuzou se encogía de hombros volviendo a sentir ese dolor en su pecho. ¿Había sido posible que tal hemorragia hubiese ocasionado daños en el cerebro de la pelinegra?

Un vacío rebotó dentro del albino mientras sentía como sus rodillas perdían fuerza. Las ganas de salir corriendo estaban a punto de dominarlo...








 


~✘Stitched Heart✘~ (Juuzou Suzuya/Tokyo Ghoul's FanFic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora