Capítulo 30: "Camino a la controversia."

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El día transcurría y Juuzou no aparecía ni contestaba el celular. Era tarde y Sadako estaba aburrida de esperar mientras jugaba 3DS con el cubrecamas por arriba de su cabeza como si fuese un fantasma sentada sobre su cama con las piernas cruzadas. 

— Ooooh, ya es tarde. Quizás él fue a su casa o donde sea que viva y se durmió... creo que haré lo mismo. También debería hacer algo con estas marcas. — pensó mientras miraba los hematomas de sus muñecas y los de su cuello a través de la pantalla de su 3DS. — Creo que en el botiquín me quedan algunas tabletas de Papenzima... dos de esas cada cuatro horas los primeros dos días y luego una por los restantes. Si, creo que de acá al viernes no tendré nada... Con tanto fármaco parezco drogadicta.— hizo un puchero suspirando.

Los ojos de la pelinegra comenzaban a cerrarse. Guardó la partida y dejó la consola sobre su mesita de noche para luego cerrar sus ojos apoyando la mejilla en la almohada y sucumbir ante la tranquilidad de la noche.

Al pasar unas horas, su sueño fue interrumpido por una llamada. La vibración y el ringtone de Sadako retumbaba por las cuatro paredes de su habitación haciendo que sintiese como si le estuviesen agitando el cerebro.

—Ah... ¿diga? — dijo aún algo dormida. Ni siquiera había visto quién era la persona que le había marcado a esas horas.

— Koneko-chaaaaan. Lo siento por llamar a esta hora, ¿te desperté? — sonó la voz del albino a través del parlante. Sadako frunció el ceño e hizo un puchero.

— No... estaba haciendo yoga con Gasparín, el fantasma amigable. Si, tonto. Me despertaste. — dijo mientras refregaba sus ojos.

— Ábreme... estoy acá afuera.

Sadako se levantó dando largos pasos arrastrando sus pies sin despegarlos del suelo. Fue a la puerta de entrada y apretó el botón del portón eléctrico mientras esperaba a que Juuzou tocara la puerta para abrirle.

— Buenas noooo- — El albino fue interrumpido.

— Idiota, te esperé todo el día y cuando por fin logro dormir te apareces... Hubieses contestado el puto celular... — dijo frunciendo el ceño con los ojos cerrados y cruzándose de brazos, no obstante su expresión de desagrado no era evidente, se estaba quedando dormida de pie.

— Koneko-chaaaan. Me desocupé hace poco. Lo siento mucho, pero te traje dulces... oh, ¿Koneko-chan? — Juuzou notó que la joven estaba cabeceando. Sólo sonrió de una forma tierna.

Dejó la bolsita de dulces sobre la mesa de centro del living y tomándola de la cintura, la levantó y apegó contra su cuerpo haciendo que la pelinegra entrelazara las piernas sobre sus caderas. Sadako apoyó el mentón sobre el cuello del albino sintiendo su calor y ese característico aroma similar a un bebé. El chico atravesó la sala cargándola y llevándola hasta la habitación para recostarla delicadamente sobre la cama y acomodarse a su lado cubriendo a ambos con las sábanas y mantas, después la abrazó apoyó la cabeza sobre su pecho refregando su mejilla contra él escuchando los latidos de su corazón.

— Juuzou... — dijo la chica entre dientes.

— Koneko-chan, esta semana no podré venir. Quizás todos los días esté desocupándome a esta hora. Con Shinohara-san y los demás nos estamos esforzando mucho en investigar, recopilar información y patrullar. Descubrimos que el accidente de unos chicos y la vías de acero fueron provocados, además de que ellos no eran simples estudiantes, si no que el ghoul Glotón y ese chico ahora es el Ghoul del Ojo Parchado... le hicieron un trasplante con los órganos de ella y se transformó en uno. ¿Has visto las noticias? Pensar que yo le robé la billetera a ese chico... Además aún trabajo en tu regalo, ¿sabes? es más difícil de lo que... ¿Koneko-chan, estás escuchando?

— A-há... — dijo ella entre dormida contestando por inercia. 

Juuzou sonrió e irguió su cabeza para besar su mejilla. La abrazó entrelazando los brazos por su cintura y se acomodó mirándola de frente. La respiración de ambos chocaban entre sí reconfortándolos cálidamente. El peliblanco suspiró mientras se deleitaba con el aroma de la contraria mientras que ésta entreabría sus ojos para susurrarle.

— No... no te olvides lo del viernes. No quiero ir sin ti... — dijo para luego cerrar los ojos y volver a caer en un sueño profundo. Quizás los medicamentos la estaban afectando, de una u otra forma su organismo estaba débil desde hace mucho tiempo atrás.

Pasadas las horas, los rayos de sol ya golpeaban las ventanas de la chica. Al despertar, la almohada escondía su rostro intentando esquivar esos molestos rayos. Gruñó y se dio vuelta para darse cuenta que el albino ya no estaba a su lado. 

— Oh, ya debió irse a trabajar... — hizo un puchero  con una expresión triste y luego se levantó.

Fue al living y vio la bolsita de dulces que Juuzou le había traído de regalo. Sonrió con ambas mejillas sonrojadas y se sentó a comerlos con ambas piernas cruzadas sobre el sillón.

— Entonces, de verdad estuvo aquí... Quiere decir que no soñé lo que dijo, pero ¿un humano transformado en ghoul por un trasplante de órganos? Suena a una mala película de terror, ni siquiera creo que pueda ser posible. Nah, quizás entendí mal las palabras y tergiversé todo. De todas formas no importa. — Pensaba Sadako mientras masticaba un chocolate. — Ahora... no le veré de acá al viernes, la semana se me hará eterna. — Desenrolló sus piernas para dejarse caer sobre el sillón boca abajo y suspiró resoplando su mechón de cabello hacia un lado.  

Al transcurrir los días, ya era el tal esperado y aborrecido día. Esperado porque por fin vería a Juuzou y aborrecido obviamente por tener que ir a una fiesta sin querer hacerlo. Sadako las odiaba... la gente acumulada, los láser golpeando sus ojos, la música tan fuerte a tal punto de no poder escuchar sus propios pensamientos y un sin fin de peros.

Ya se había puesto el vestido de tela arañas, los hematomas habían desaparecido y lo poco que quedaba de ellos era casi invisible sobretodo con la gargantilla puesta y los brazaletes. Aún así, no retiró su cascabel, sólo lo amarró suelto quedando situado entre sus dos clavículas. Se había hecho un recogido despeinado en el cabello con las capas de abajo sin amarrar y se había maquillado de una forma leve, delineado y pigmento negro en los ojos y brillo labial. Sus labios de por sí ya eran tan rojos, que no era necesario sobrecargar la obviedad.

Al estar guardando los implementos que había usado sonó su celular... salió del baño y lo recogió de encima de la cama.

— ¡YA LLEGUEEEEE! jaja. — Exclamó Juuzou con una risa juguetona.

— Ya te abro... espérame. — dijo ella con una tonta risita en su cara. Se sentía nerviosa y lo extrañaba mucho, como si hubiesen pasado meses. Al tocar la puerta, ella abrió... 

— ¡KONEKO-CHAAAAAAAAAAAAN! — exclamó Juuzou abalanzándose hacia ella sonriendo con los ojos cerrados. La levantó por la cintura y giró con ella riendo hasta que abrió sus ojos quedando con la boca abierta. La bajó cuidadosamente y con las manos aún en su cintura la quedó mirando.

— ¿Qué? — preguntó Sadako algo sonrojada.

El albino estaba inmóvil, parecía que ni siquiera estuviese respirando.

— ¿Quéeeee? — dijo totalmente sonrojada mientras desviaba la mirada. — No me mires así... es raro.

— Ko-koneko-chan... te ves hermosa. — dijo quedando con la boca entre abierta y con las mejillas rosáceas.

—Sólo tengo puesto un vestido... nada más. No seas idiota. — la chica estaba tan nerviosa que empezó a enrollar uno de sus largos mechones de cabello en su dedo índice.

— Yo... — el peliblanco fue interrumpido con el celular de Sadako resonando.

— Ryota... ¿qué pasa? — contestó la chica sentándose en el sillón.

— ¿Ya están listos? — preguntó el mayor.

— Si, Juuzou acaba de llegar...

— Ah, entonces le diré a la limusina que pase por ustedes. Cuando llegue yo te llamaré. No me contestes, sólo bajen, ¿de acuerdo?

— Okaaaaay, nos vemos allá. — Sadako cortó y guardó su celular en un bolso negro pequeño con alitas de murciélago.

Juuzou se sentó de cuclillas en el suelo frente a ella y la quedó mirando unos momentos. Sadako estaba roja... se sentía algo abrumada, pero aún así no molesta. El chico irguió su cuerpo hacia arriba hasta casi pegar su rostro al de ella y deslizó suavemente la punta de la lengua por los labios de la pelinegra. El pecho de Sadako comenzó a latir fuerte y sintió un leve hormigueo en la punta de sus dedos.

— Koneko-chan... tus labios saben a frutilla. — Dijo el peliblanco con una cálida sonrisa en sus labios y las mejillas rojas.

Sadako se encogió de hombros algo sorprendida. Ahora si estaba algo nerviosa... Juuzou comenzó a acercarse lentamente hasta apoyar sus labios sobre los de ella. Dio una leve mordida en su labio inferior tironeando de uno de sus piercings para luego lamerlo y seguirla besando introduciendo la lengua dentro de su boca.

— Juuzou... ahora... no... — dijo la chica resistiéndose al principio para luego sucumbir ante los suaves y húmedos labios del peliblanco.

— Koneko-chan... te he extrañado mucho... — susurró el albino para luego continuar besándola.

El apasionado beso no permitió a Sadako contestarle que ella también. Así que la joven se limitó a entrelazar sus brazos por detrás de la nuca del peliblanco y seguir correspondiendo sus besos.

La respiración de Juuzou comenzó a acelerarse mientras que las palmas de sus manos se deslizaban desde las rodillas de la chica hasta sus muslos.

— Aaaah... Juuzou, deberías , ah...parar. — dijo entre gemidos intentando separarse del beso.

— Oooh, ¿por qué? — dijo Juuzou buscando los labios de la pelinegra con los suyos.

Sadako algo nerviosa se paró de golpe del sillón con las mejillas ardiendo y aún excitada.

— Es que... pueden llegar en cualquier momento y... — el celular de Sadako sonó y lo sacó del bolso. — ¿Ves? jeje... te lo dije. — rió un poco para liberar tensiones y volvió a guardar su móvil.

— Oh, de acuerdo. — dijo él haciendo un puchero y levantándose. La tomó de la mano y le sonrió. — ¿Vamos?

— Hmm. — Sadako asintió con su cabeza, sonrojada.

Mientras bajaban por el ascensor, Juuzou observó que el corazón que él había cosido en el omóplato de la chica ya había cicatrizado y también... notó que a pesar de tener que usar una gargantilla, de todas formas estaba usando el cascabel que él le había obsequiado. Sus mejillas se sonrojaron y desvió la mirada sonriendo sin mirar al espejo que tenían en frente. Sadako también estaba mirando hacia un rincón algo avergonzada. Extrañaba ir de la mano con él.

Al bajar, salieron y cerraron la reja con el portón eléctrico y se dirigieron a una gran limusina que esperaba por ellos.

— Ooooooh, ¡es muy grande! — exclamó Juuzou algo sorprendido.

— Las limusinas son grandes, idiota. — Sadako rió y se acercó para abrir la puerta y entrar. — ¿Te vas a quedar parado ahí?...

— No... — dijo con la boca entre abierta y subiendo después de la pelinegra.

Por dentro parecía ser incluso más grande. Tenía un mini bar con algunos comestibles, calefactor, y una luz tenue algo rojiza. El vidrio que daba hacia el conductor era totalmente negro, pero por obviedad no había que darle explicaciones hacia dónde se dirigían. 

La chica sacó de su bolso un espejo pequeño y el labial para retocarse. Juuzou miraba sus labios con la boca entre abierta con ganas de besarla de nuevo, mientras que la joven lo interrumpió.

— Ahora... tienes que saber un par de cosas. — procedió a guardar los objetos en su bolso y continuar. — No te despegues de mí. Hay mucha gente y mucho ruido, te vas a perder. Tampoco aceptes nada de nadie, ni polvos, ni pastillas, ni nada raro. Vasos con líquidos tampoco. Si vas a comer o beber que sea de la mesa o del barman... insisto, "NO RECIBAS NADA DE NADIE" — hizo énfasis en la última frase.. — Y ten paciencia, volverás a ver a los chicos de nuevo.

— Umh... Koneko-chan, ¿qué se supone que se hace en una fiesta? — preguntó el albino algo confuso apoyando su espalda por completo y su nuca en el respaldo aterciopelado del asiento.

— Uh, que se yo... bailar, conocer gente, ligar... y toda esa basura. Va a haber gente importante, y mientras más dinero tenga esta gente, las fiestas son más distorsionadas.— Dijo ella con cara de desagrado. 

— ¿Y nosotros qué haremos allá? — preguntó algo confuso haciendo una mueca abrumada. A Sadako le pareció que se veía bastante tierno.

Ella dio una sonrisa maliciosa con ambos ojos cerrados mientras que Juuzou aún la miraba algo confuso.    


 



  

~✘Stitched Heart✘~ (Juuzou Suzuya/Tokyo Ghoul's FanFic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora