7- "Buenas impresiones"

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¡Tonta tonta tonta! quise golpearme la cabeza.

 ¿Cómo habría sido capaz de hablarle de un posible enamoramiento de mi secuestrador? Era una idiota de proporciones épicas y para colmo, me había chocado la rodilla en la mesa.

Recurriendo al yoga, me había concentrado en no morir de dolor. Sin embargo, me molestaría más parecer una regalada, una mujer en celo y una adolescente inestable. Por suerte, Felipe era un caballero y me habría hecho zafar de la incómoda situación. No hacía más que papelones con él, era un desastre personificado.

Tendría que inyectarme una dosis de autocontrol si pretendia ser una persona razonable, adulta y profesional durante nuestro viaje.

— Lucero —con una extraña pronunciación de la letra "r", Kenny aparecía tras de mí, de pie en la puerta de acceso al edificio de oficinas, ya fuera— ¿Así que irás con nosotros a Montreal? —preguntó con una sonrisa generosa en su guapo rostro.

— Sí, acabo de confirmarlo con Felipe.

— Me alegro de que así sea...has causado muy buena impresión en la reunión con los de Berlín— dijo mientras se colocaba unos guantes de piel y cuero; a juzgar por ellos y por el casco de motocicleta colgando de su antebrazo, excepto que fuera a una fiesta de disfraces, no quedaban muchas opciones en cuanto su vehículo de locomoción.

— Gracias...creo que no ha sido para tanto. Aquí son todos exagerados — me resté mérito.

— Creéme que no. Felipe estaba muy emocionado y se ha encargado de que nos quedase bien en claro a todos lo impresionante de tu presentación.

El viento en aquella esquina era fuerte, me arreglé el pelo que volaría hacia un costado unas mil veces, mientras observé con algo más de detenimiento a mi futuro compañero de viaje.

Kenneth era alto como Felipe y su contextura física, sin dudas, fuerte. Sus hombros anchos, sus piernas enfundadas en un pantalon chupín bordó oscuro hacían de él un hombre sumamente atractivo. Era de cabello oscuro y ojos penetrantes,un ejemplar apetecible para cualquier mujer que no estuviese sumamente obsesionada con su jefe. Tal como era mi caso. Los rumores hablaban que Kenny no dejaba "títere" con cabeza, era un depredador a pesar de sus modales suaves y delicados al momento de hablar. Era cauto, no avasallaba a las chicas de la oficina cuando les hablaba, ni mucho menos. Evidentemente, su encanto al momento de la conquista pasaría por otro lado.

— ¿Hacia dónde vas? — me dijo interrumpiendo mi monólogo mental.

— A casa — me coloqué, en vano, un mechón de pelo tras la oreja.

— Te llevo — sin pedir permiso ni preguntar, impuso.

— No, vivo a tres cuadras, gracias de todas formas.

— ¿Tan cerca? ¡qué bueno! Yo vivo del otro lado del Sena, próximo a La Muette — fruncí la boca— ¿...la estación de metro? — sumó, sin éxito.

Meneé la cabeza, no estaba del todo ubicada geográficamente.

— No es muy lejos de aquí — comprendió que no tenía ni idea del sitio del que me hablaba— . De todos modos, te llevo.

— Kenny, gracias, pero prefiero caminar, tengo que pasar por el mercado aún — mentí simplemente porque no deseaba subirme a la moto con él.

— ¿Tienes miedo? Digo, a esto andar en motocicleta — se colocó el casco, arreglando el cuello de su cazadora oscura.

— No, de hecho mi padrastro tiene una Harley. ¡Me ha llevado a pasear muchas veces en ella! — dije sin divulgar mucho de mi vida.

"La elección de una valkiria" - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora