Quería agasajarla yendo a mi restaurante preferido, después de todo, en menos de 12 horas tendría que regresar a la oficina a sumergirse nuevamente en la vorágine laboral.
Era nuevo para mí esto de cotejar a una dama, no estaba acostumbrado a las salidas a restaurantes ni invitaciones de cine. La mujeres con las que me acostaba, no eran más que mujeres conocidas en coctails o eventos empresariales, que lógicamente, no organizaba yo.
Una serie de mensajes y un acuerdo previo de confidencialidad, nada escrito pero si implícito, formaban parte de las condiciones de acceso a mi vida privada.
Con Lucero todo parecía fácil.
Había conocido nada más ni nada menos que a mis padres y al batallón familiar...¡qué más!
Caí en la cuenta que era algo único lo que me sucedía; jamás había dejado que otra mujer que no sea Selene entrase a mi casa, oliera mi intimidad y sobre todo, que dirigiese mi destino. La incertidumbre de saber qué nos esperaba era enorme; mientras que con Selene no era necesario contar sobre sufrimientos, ni explicar el dolor de un pasado (ya que era el mismo para los dos) con mi valkiria personal las cosas contenían un simbolismo y una carga emocional de la que no me sentía del todo preparado.
Pero con 10 años menos que yo, Lucero me daba una muestra de compromiso y madurez extraordinaria. Se la veía emocionada tras su viaje a Berlin, hablaba y hablaba gesticulando abiertamente, sin importar quiénes estuvieran alrededor; esa vitalidad, su sonrisa ancha y generosa, siempre me sacaría una sonrisa aun en los días de lluvia.
Ésta resultaría la primera navidad de mi vida en la que no tuve la necesidad de beber alcohol para evitar que mis pensamientos vuelen hacia aquella fatídica noche.
Ella y su terquedad insistirían en que la lleváramos a su casa. A pesar de aquello, sentí que paradójicamente, esa semana de lejanía nos acercaría, haciéndome recapacitar sobre mi propuesta de estar juntos. A nuestro modo, yendo con pie de plomo,yo estaba dispuesto a ceder algo de mi en agradecimiento a tanto dado por ella.
— ¿Sabes que puedes quedarte en mi casa, verdad? ¿Y que si estamos aquí es porque tú eres fastidiosamente insistente?— acaricié sus pómulos con mis pulgares, absorbiendo la tersura de su piel inmaculada. Oh Dios santo...¡cómo la deseaba!
— Insistencia es mi segundo nombre — dijo bajo la luz de la farola de la calle. Permanecíamos de pie frente a la puerta de su apartamento.
— ¡Ya lo creo que sí!— asalté su boca tras esas palabras, la necesitaba, quería saborear su lengua, cada rincón de sus jugosos labios. Me contendría durante muchos días, que simularon eternidad— . Mmm moría por besarte — la voz gruesa que salió de mis entrañas se calentaban a pesar del brusco frío de la noche.
— Y yo ansiaba que me beses— se colgó de mi cuello, atrapando mi nuca y empujando mi cabeza favoreciendo un contacto más profundo, mas intenso.
En mi pecho, los alaridos de pasión pujaban por salir de mi boca; quemándome como una brasa ardiente. Sus pestañas no dejaban de moverse sobre mi rostro, generando unas cosquillas que me excitaban sobremanera.
— Felipe — pronunció mi nombre bajo la niebla nocturna que nos envolvía o tal vez era el vapor de la nieve chocando contra nuestros cuerpos caliente— , quedáte a dormir conmigo... no quiero estar sola esta noche — su deseo profundo me congeló más que la mismísima nieve.
— ¿Quieres que me quede a mirarte?
— Entre otras cosas, sí — sus mejillas encendidas delataban que se avergonzaba ante semejante pedido. Accedí, porque lo que más deseaba en este mundo, en ese preciso instante, era sentir su calor, su piel alimentándose de la mía.
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"La elección de una valkiria" - (Completa)
RomanceTras luchar por una oportunidad, Lucero consigue una beca de estudios en París donde tendrá la posibilidad de demostrar que todo el esfuerzo hecho por conseguirlo, no ha sido en vano. Pero la extraña conexión que establece con su jefe, un empresario...