Capítulo 10: Un vestido largo para Alejandra

889 99 3
                                    

Qué quieres comer Alejandra Me preguntó, estábamos dentro de su deportivo rojo, tratábamos de decidir para donde ir a comer... él jugaba con mi mano izquierda, tocaba mis dedos, le daba vueltas a un anillo de fantasía que tenía en mi dedo anular, acariciaba mi pulgar con su pulgar, era tierno verlo hacer eso.

Pizza, quiero pizza Le dije de forma divertida, él es más refinado en cuanto a gustos de comida que yo, después de todo, solo tenía veintiún años y me gustaba la comida rápida

Conozco un lugar que te encantará Me dijo. Aunque no era adepto a este tipo de comida, se inclinaba más hacia la comida sana, accedió porque quería complacerme...

Llegamos a un sitio despejado había un gran espacio al aire libre techado con hojas de palma seca, era espectacular muchas mesas y sillas de madera y podíamos ver unos hornos de arcilla gigantescos donde colocaban las pizzas, se veían hileras de brazas donde cocinaban carne al carbón el olor que despedía era delicioso.

Me encantaba ese lugar, me ofreció la silla y nos sentamos a mirar el menú que reposaba sobre la mesa, soplaba brisa fresca, era una delicia, y él, tan dulce me acariciaba mientras platicábamos, apartándome los mechones de cabello que con la brisa caían recurrentes sobre mi rostro, insistió, para quitarme los lentes de la cara, yo me negaba porque me sentía terriblemente fea, y sin ellos me sentía vulnerable, y ellos eran como mi escudo, mi escondite, a pesar de lo ansiosa que me ponía el no tenerlos sobre mi nariz, su mirada profunda me trasmitía paz, me miraba con dulzura y con su dedo índice me hacía caminos dibujando la formas de mis cejas y discurriéndolos por la línea de mi cabello hasta tocar mis labios y cerraba los ojos estremeciéndome a su contacto, eres hermosa— dijo y yo sonreía, no le creía, pero era hermoso escucharle decírmelo, hasta que llegó el mesero con nuestra comida, y tomé los lentes de la mesa y volví a mi realidad... almorzamos a gusto. Ya casi era la una y media de la tarde y tenía que regresar a trabajar.

Y con mucha curiosidad empecé hacerle preguntas sobre su prometida. Y fui directo a lo que quería saber...

¿Y ella es bonita? Le pregunte, y enseguida noté que le incomodaba hablar de ella, pero me respondió

Sí, algo tímida y un poco más joven que tú y cambiando la conversación me pregunto.

¿Quieres comer helado? — Y entendí que ese, no iba ser tema de conversación entre nosotros, y no la mencione más.

Y tomándole la muñeca para ver la hora en su costoso reloj, le dije

— ¡Tenemos que irnos, tengo que trabajar! me sonrió manteniendo un ojo guiñado

Yo soy tu jefe, ¿recuerdas? No te voy a amonestar porque hoy llegues tarde dijo riéndose divertido, mientras yo le sonreía, cuando de pronto y dejándome sorprendida, tomó los lentes de encima de mi nariz y se los colocó él, no pude evitar reí al verlo con mis lentes en sus bellos ojos y entonces me dice

Vamos al oftalmólogo.

¿Para qué? Le dije en un tono divertido, Me reí, porque sabía del tema que tenía con mis lentes.

— ¡Necesitas nuevos lentes!

Ja ja ja, me reía con fuerza, ¿estás loco? ¡Mis lentes no están vencidos!—

La Bella, La Fea y el Príncipe TERMINADA.EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora