Capítulo 3: Mi secreto y su secreto

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Me levante presurosa me había desvelado con mi Tablet, quise saber de los musulmanes y sus extrañas costumbres.

Kaled ... Kaled... Su nombre se repetía en mi cabeza.... Su nombre significa inmortal... No sabía que ellos arreglaban los matrimonios de sus hijos cuando aún eran niños... Es triste no poder elegir de quien enamorarse... Pensaba, mientras corría a vestirme para ir a trabajar, no quería llegar tarde a mi segundo día.

Buscaba en mi closet algo bonito, por primera vez me vestía para agradarle a alguien, pero nada me gustaba, mi ropa no era llamativa, ni nada ostentosa, de hecho no contaba con ropa seria, como para una chica recién graduada de abogado, solo el traje sastre de pantalón que me puse ayer... después de desordenar mi habitación con toda mi ropa regada sobre mi cama, me decidí por el mismo pantalón azul de ayer y una blusa blanca que tenía muchísimo tiempo no usaba y pensé

<<ufff, necesito ropa con urgencia>>

Me maquille como de costumbre solo rímel y un brillo en los labios... Y mi pensamiento siempre nublado con la imagen de él, me dije mirando el reflejo que me devolvía el espejo... — ni que me ponga un camión de maquillaje le voy a gustar, ¡despierta! Este es el mundo real, tu mundo real— tome mi bolso y salí corriendo escaleras abajo a tomar un taxi.

Bajé del taxi que me dejó en la puerta del edificio donde estaba el bufete... Kaled venía a lo lejos, aún yo no lo veía pero él a mí sí...

— ¡¡¡Alejandra!! —! escuche su voz, voltee buscándolo en varias direcciones no sabía de dónde provino la voz, mi corazón comenzaba a hacerme lo mismo de ayer, pero esta vez era alegría mezclada con susto, o mariposas en mi estómago, ¡qué sé yo! nunca había experimentado esto antes. Y por fin lo veo, viene hacia mí, mi corazón casi me provoca un infarto de lo rápido que va...

Mi sonrisa tímida se asoma y queriendo bloquearla, apreto los labios... ¡Dios! ¿Qué es esto?.... Mis piernas tiemblan y mis manos frías en contraste con mi rostro que arde en color... Mientras se acercaba podía ver como deslumbraba al pasar, su porte elegante en su traje azul oscuro, que bien se veía, tan guapo que me dolían los ojos...

— ¡Buen día!— Me dijo, deteniéndose frente a mí... mis ojos buscaban sus ojos, no puedo evitar buscarlos, me llaman, son estridentes, chispeantes de luz, enmarcadas en unas gruesas, varoniles y perfectamente acomodadas cejas.

— ¡Hola! — Le dije en casi un hilo de voz. Su sonrisa iluminaba todo... Yo sonreía poco, mis frenos no eran algo de lo que me gustaba presumir... Pero ese día se me olvido lo antiestética que era mi sonrisa... Cuando estaba con él mis complejos desaparecían, a veces pienso, que él solo quería ser mi amigo y por eso era tan lindo conmigo y volvían esos pensamientos en los que mi baja autoestima aplastaba mi personalidad y dejaba salir a una tímida, insegura y fea mujer, sin embargo yo solo podía pensar en lo hermoso que era él. Y como movía el suelo por donde yo caminaba.

— ¿Desayunaste? —Me pregunto.

— ¡No me dio tiempo, ayer me desvele investigando y si me ponía a desayunar, llegaba tarde!— Lo mire y pensé...

<<¡¡Ayy!! Pero que boba!>> ...respire profundo y cerré los ojos... y esperé la pregunta de vuelta.

— ¿Investigando que?... — Me preguntó mientras caminamos al café que estaba bajo el edificio, nos sentamos, la calle se veía a través de un gran cristal, la luz del sol se reflejaba en su rostro y el color de sus ojos iluminaba todo a mi alrededor... El mesero nos interrumpió trayendo dos sándwiches y dos cafés, que Kaled había pedido y que apenas lo comí. Estaba nerviosa no acostumbraba a entablar conversaciones con nadie, y menos con un chico, y menos con un príncipe como este.

<<Yo y mi bocota>>... Pensé en lo tonta que era, él sacaba su teléfono celular de la chaqueta de su elegante traje color azul oscuro, hoy sus ojos lucían diferentes... De color azul profundo y deje perder su pregunta con otra pregunta tonta, como las que hacen las personas tontas.

— ¿Tus ojos cambian de color? — El me miraba extrañado con mi pregunta...sonríe y me dice.

—Sí, hoy estoy de buen humor ¿ves? hoy están felices como yo... — Y su risa inundó aquel lugar...se burlaba de mí y de mi pregunta tonta, pero no me importaba... Solo repetía en mi cabeza: mi príncipe... ¡Qué bello es! Mientras miraba su rostro y sus bellos ojos, ayer azul grisáceo y hoy de un azul intenso, bellísimo, sin duda él era mágico, como de cuentos de hadas...

Su sonrisa desapareció de repente y me hizo una pregunta que me dejo helada.

— ¿Alguna vez le has temido al amor? —

Y le asiento con la cabeza y siento el deseo de saber el origen de su pregunta, pero no se lo pregunto.

Y con el sentido más profundo me dice —Si tienes miedo, porque no puedes dar libremente, no es amor; si sientes miedo de ser quien eres, no es amor; si sientes que no comparten el mismo concepto, no es amor, ¿crees que estoy en lo cierto? — le sonrió y mi expresión de "no sé de qué diablos me hablas" salta de mi cara y lo hace sonreír, y entonces me hace una invitación...

— ¿Será posible que esta tarde a la salida me acompañes a comprar un anillo de compromiso? — Y seguidamente hizo otra pregunta

— ¿Te puedo confiar un secreto? — Preguntó.

—Sí claro ¿qué sucede? — dije.

Lo miraba desconcentrado, muy sacado de onda, no me gustaba verlo preocupado — Me tengo que casar y estoy algo triste y desconcertado, conozco a mi futura esposa solo por fotos... ¿puedes creerlo? Pero tengo que hacerlo, no tengo opción y es algo que me desvela y me quita el sueño— ya con esto adivinaba el sentido de su pregunta y su pensamiento tan profundo acerca del amor y del miedo...

Lo comprendía perfectamente, ya había leído sobre, esa extraña costumbre de los padres en comprometer a sus hijos a un matrimonio por conveniencia, haciéndolos totalmente infelices, sentí mucha pena por él, me imaginaba el chorro de chicas que tendría para elegir y no poder escoger de quien enamorarse, es muy triste, estaba realmente triste por él.

—Tu secreto está bien conmigo, no diré nada de esto... Yo te escucharé callada — Le dije con pesar

Sin embargo sus ojos despedían una luz que llamaba poderosamente mi atención, era un guerrero que luchaba contra sus propios miedos como yo, pero de distintas formas, me sentí identificada con él.

Y me miraba con tanta dulzura, como jamás nadie me había mirado, y entonces dijo con tanta humildad que me conmovió — Discúlpame Alejandra, por el peso de mi confesión pero me siento a gusto contigo, me parece que te conociera de antes. —

Y sentía miles de sensaciones en mi interior, era abrumador todo lo que él me inspiraba —Gracias, yo también estoy a gusto contigo... — Y nuevamente me sumergí en mis pensamientos: como me gustaría confesarte mi secreto, mi gran secreto,.. Suspire profundo.

El me miraba hermoso, no lo sé explicar, era mágico, me hacía sentir diferente, hermosa... y sentí la necesidad de sacarle una sonrisa —Yo te acompaño a la salida a comprar el anillo para tu matricidio— Dije con seriedad, el soltó una carcajada que me hizo reír a mí también, lo había logrado... me gustaba verlo así... feliz.

— ¡Ves! porque te digo, que te conozco de antes, sabes cómo hacerme reír— Y salimos de allí a tomar el ascensor rumbo al trabajo...

— ¡Ves! porque te digo, que te conozco de antes, sabes cómo hacerme reír— Y salimos de allí a tomar el ascensor rumbo al trabajo

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La Bella, La Fea y el Príncipe TERMINADA.EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora