Capítulo 35: De vuelta a la vida...

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En la sala de espera de la recepción, esperaban todos por el médico para que les informara lo que yo ya sabía.

Caía la noche y sintiéndome mal por las náuseas; decidí irme al apartamento a descansar, para regresar al amanecer... para saber de Kaled, hable con la enfermera que me atendió, y le pedí que me avisará si había alguna novedad durante la noche con Kaled, y le di mi número de celular, le avisé a mis padres por mensaje de texto a su celular y llame a mi amiga Beatriz que me acompañara esa noche, no quería toparme nuevamente con la Sra. Amira y tome otra salida...

La mañana levantaba, casi no dormí, entre el malestar y la angustia que sentía por Kaled, la noche se me hizo eterna, me fui sin desayunar, estaba que devolvía de mi estómago hasta el agua.

Al llegar a la clínica me recibió la Sra. Amira quien parecía un vigilante guardián a las puertas de la sala de cuidados intensivos, apenas pude verlo a través de los enormes paneles de vidrio que lo separaban de mi... estaba inconsciente, conectado a un aparato con muchos tubos y su cabeza vendada dejaba ver su hermoso rostro algo pálido, con algunos moretones, al verlo así, me angustie y lloraba desconsoladamente, ella furiosa me tomaba del brazo y me sacaba de allí, dio la orden a las enfermeras para que no me dejaran llegar ni siquiera a las puertas de la sala de cuidados intensivos. Amenazaba con llevárselo a otro país si me acercaba a él.

Fue muy duro para mi dejar de verlo, con el transcurrir de los días me acercaba al hospital en las mañana antes de irme al trabajo y por las noches antes de regresar al apartamento, me hice muy amiga de la enfermera que me atendió aquella tarde de infortunio, y hablaba eventualmente con el médico que lo operó. Él me mantenía al tanto de los cambios, gracias a Dios favorables que tenía Kaled, se le mantuvo en coma inducido por casi tres meses para que su cerebro desinflamara sin tener actividad. Durante ese tiempo era poco lo que sabíamos, pues solo la evolución era vista en las tomografías que le hacían y que parecía, iba en óptimas condiciones, los medicamentos para mantenerlo en coma, le fueron retirados para esperar que por sí mismo despertará.

Se me empezaba a notar el embarazo, se me veía algo de vientre y los malestares habían desaparecido, pronto debía cambiar mi talla y empezar a usar ropa pre-mamá, trataba de no dejarme ver por la Sra. Amira, quien siempre pendiente no lo dejaba solo, en horas de las comidas o cuando se aseaba allí mismo en la clínica, eran los momentos que tenía para verlo a través de los enormes vidrios y ayudada por mi amiga la enfermera que vigilaba para poder hacerlo.

Siempre tuve miedo de la madre de Kaled y de lo que pudiera hacerme a mí o a mi hijo, siempre en mi estuvo presente la incertidumbre, si fue ella la que pagó para que me atropellaran, realmente nunca lo investigue y en el fondo no quería saber que su madre quería matarme...

Mis días transcurrieron entre mi trabajo y la clínica, la Sra. Amira se tomó mi obligación como esposa de estar al lado de mi esposo, como suya, no dejaba que me acercará a él ni por un segundo... ya lo habían desconectado de algunos de los tubos, por lo que decidieron trasladarlo a una habitación.

Planificamos entre mi amiga la enfermera y yo, poder reencontrarme con él de cerca, era arriesgado para ella; podía perder su empleo y si ella me pillaba podía cumplir su promesa de llevarlo fuera de New York y de mi cercanía, yo me moriría si no pudiera verlo aunque sea a través de un vidrio.

Kaled aun inconsciente, no despertaba y era preocupante, los médicos hacían esfuerzos para reanimarlo pero no respondía a ningún estímulo.

Paso una semana, donde no podía acercarme a él, la Sra. Amira solo salía para almorzar y se tardaba un corto tiempo y se aseaba en el baño privado de la habitación, todo era más difícil para poder verlo...

La Bella, La Fea y el Príncipe TERMINADA.EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora