¿Ustedes se conocen?

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Son más de las diez de la noche. Entro a mi casa y me encuentro a Morgan durmiendo en el sofá y la mesa ordenada con mi comida favorita: Espaguetis con albóndigas. Una sonrisa se escapa de mis labios, me acerco a él pero accidentalmente choco con una pequeña mesa tirando un marco de vidrio y así asustando y despertando de golpe a Morgan.

—¡Yo no me fui! — Grita asustado y me provoca risa.— Oye, no es bueno despertar así a las personas.— Se queja.

—Fue un accidente.— Digo aún riéndome. Miro hacía abajo ya que el vidrio se rompió y noto un poco de sangre qué recorre mi pierna.— Morgan... — Susurro asustada.

¿Cómo pude cortarme si traigo pantalón?

—Cielos, siéntate aquí.— Se levanta del sofá cediéndome su lugar.— ¿Dónde tienes algún botiquín?

—En algún cajón de la cocina, en la parte de abajo.— Corre hacía la cocina a buscar el botiquín y regresa con él.

•••

Morgan limpió la sangre, tanto la pequeña mancha del piso como de mi pierna, la herida no fue profunda, un pequeño rasguño pero aún así él me vendó esa parte de mi pierna.

Es un exagerado pero todo por precaución.

Calentamos la comida que hizo Morgan, y mi boca se extasío de lo rico qué estaba todo.

¿Había comentado que Morgan estudió gastronomía a escondidas de sus padres? Ellos querían que estudiará derecho igual que su padre, pero a Morgan nunca le gustó esa carrera así que a escondidas estudió lo que realmente le gusta. Cuándo su padre se enteró lo corrió de su casa y se estuvo quedando en casa de mis padres en lo que terminaba la carrera, y de verdad ha mejorado mucho en su sazón. Ahora tengo hambre de nuevo.

Ya después volvieron a aceptarlo en casa, Morgan tuvo qué tener una muy extensa conversación con ellos y lo aceptaron... a medias. Pero no volvieron a meterse con él sobre el tema de su futuro.

Al final, no son sus padres realmente.

Se supone que debía reposar por mi herida pero el hambre es más fuerte que controla mi cuerpo así que voy hacía la cocina, abro el refrigerador esperando encontrar algo, pero no hay nada qué no necesite nada más calentarse en el microondas. Así que voy al cuarto de Morgan—ya que él es mi segunda opción—, abro lentamente la puerta y lo veo tan tranquilo qué me dan ganas de no levantarlo pero lo siento, es más grande mi hambre.

—Oye, Morgi.— Lo sacudo brutalmente.

—Cinco minutos más, mamá.— Se queja y se da vuelta en la cama tratando de ignorarme.

—Morgi, tengo hambre, aliméntame.— Me tumbo en su espalda haciendo qué se despierte pero aún así me hace empuja tirándome a su lado.

—¿Sólo por eso vienes? Ya me extrañaba que me dijeras Morgi sin que quisieras algo.— Cuándo estábamos juntos, solía llamarlo así cada vez qué quería algo. Era como una palabra clave para decir cumple mis caprichos.

—Me conoces tan bien.— Me levanto de su cama y tiro de su brazo varías veces.— Hazme de comer, muero de hambre.

—¿Qué hora es? — Me fijo en su teléfono y decido mejor no decirle así qué lo dejo en su lugar.— ¿Grace? ¿Qué hora es? — Insiste.

—Mejor ya ven a hacerme de comer, no importa la hora.— Se levanta y la esperanza surge pero toma su teléfono y mira la hora.

—¡Son las cuatro de la mañana, Grace! ¡Es muy temprano! — Pongo cara de perrito regañado.— Oh, no pongas esa cara, Grace.

Viviendo con mi ex | ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora