Buenas terribles noticias

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—¿Estás...? — Morgan trata de preguntar mientras intenta detener la salida de sangre de su herida.

—Quédate aquí, volveré en un segundo, iré por ayuda.— Salgo corriendo al centro comercial y al entrar grito cual loca.— ¡Ayuda, por favor! ¡Necesito ayuda!

—¿Qué pasa? — Un guardia de seguridad se acerca a mi preocupado.

—Nos asaltaron, mi... amigo está herido en la esquina.— Digo histérica.

—Llévame con él mientras llamo a una ambulancia.— Asiento. Regreso hacia dónde está Morgan junto con el guardia que pidió una ambulancia. Al llegar el guardia se acerca a él mientras le dice qué esté tranquilo, qué ya viene la ayuda.— ¿A ti no te hicieron nada? — Me pegunta el guardia.

—No, sólo me quitaron mis pertenencias.

•••

El amor está extremadamente sobrevalorado, siempre le damos mucha más importancia del que merece, ¿por qué? No lo sé.

Mi vida se ha basado en sube y baja de emociones, como una montaña rusa. Y cuándo Morgan llegó a mi vida hace unos años, llegué al final del juego. Pero, cuándo mis padres murieron, la montaña rusa se encendió y todo se volvió arduo. Cuándo terminamos, fue peor.

Pero encontré estabilidad, me centré en otras cosas y dejé todo eso atrás o eso es lo qué creía.

Ahora, me encuentro en una sala de un hospital, es alrededor de las doce y media de la madrugada y Morgan no ha salido de la operación.

No he llamado a nadie, ni siquiera a mis hermanos pues sólo me llenarían de más nervios de los qué ya tengo.

Me revisaron cuándo llegué, Morgan estaba inconsciente y no me dejaron estar con él. Yo estoy bien, sólo fue el susto, me dieron un té para los nervios y ahora sólo estoy esperando.

—¿Familiares de Morgan Archibald? — Una doctora aparece cómo si la estuviera invocando. Me acerco y ella sonríe.— Él está bien, tendrá qué quedarse aquí unos días para no correr riesgos pues perdió mucha sangre.

—Muchísimas gracias.— Susurro.

—Te recomiendo qué vayas a casa y duermas un poco. Él ahora está descansando y podrás verlo hasta mañana. Buenas noches.

Una sonrisa se forma en mis labios ante la noticia. Imaginé por un momento qué lo perdía y eso me estaba atormentado.

Salgo del hospital y tomo un taxi hasta mi casa, necesito ducharme, cambiarme y decirle a mis hermanos lo qué pasó.

Al llegar a casa, hago esperar al taxi pues no traigo ni un sólo peso partido a la mitad. Antes de abrir Cora me gana y la abre para después abrazarme.

—Grace, estábamos preocupados. ¿Se puede saber por qué no contestas el maldito teléfono? — Pregunta mientras se separa de mi y me mira mal.

—Te contaré todo pero primero necesito qué pagues mi taxi.— Ella sonríe y le grita a Chase para qué pague el taxi.

•••

—¿Y Morgan está bien? — Pregunta Summer preocupada.

—Él está bien, la doctora me dijo qué mañana podré verlo.— Chase se acerca a mi y me da un pequeño abrazo.

—Me alegra qué estés bien, Ce. No sé qué sería de nosotros si algo te pasará.— Me susurra y besa mi frente.

—¡Cállate, Chase! Ni lo menciones.— Lo regaña Cora.

—Por lo menos ese hijo de puta no te hizo nada, ese bebé estuvo en muchísimo riesgo.— Dice Summer.

—De hecho... yo, le dije... al asaltante qué estoy embarazada. Iba a apuñalarme.— Susurro.

—¿Y Morgan escuchó? — Pregunta Chase. Asiento.— Oh Dios mío. Ya se prendió está mierda.— Se pone de pie y suspira.— Necesito un trago.— Y se va a la cocina.

—No puedo creer qué esto ya se sepa, ¿ahora qué vas a decirle a Morgan? — Pregunta Cora histérica.

—Primero deja qué se recupere, después veré como le explico sobre mi embarazo.— Digo.

—Todos los presentes en está habitación, menos tú, llegamos a la conclusión que ese bebé es de Morgan.— Comienza a decir Chase entrando a la sala nuevamente.

—No lo sé, nada es claro, pero ahora, solamente quiero ducharme.— Me pongo de pie.— Le haré la prueba de ADN hasta qué nazca, no importa si lo cuido yo sola, no me importa los malos comentarios, no importa nada. Así qué con permiso.— Camino hasta mi habitación y cierro con seguro.

No quiero qué nadie me moleste ahora.

Me desnudo y entro a la bañera, pongo algo de música y me relajo.

•••
New York, 28 mayo de 2016
GRACE FOSTER

—Familiares de Morgan Archibald.— Me acerco al enfermero cuándo escucho el nombre.— Ahora puede pasar a verlo, acompáñeme.— Lo sigo, cruzamos a la derecha y nos detenemos en la habitación 136.— Está despierto, recomendamos qué no lo haga alterar, por favor.— Asiento. Abro la puerta lentamente y cierro cuándo estoy dentro.

—Hola.— Susurro al verlo.

—Hola.— Sonríe con delicadeza. Me acerco a él y beso su frente para después sentarme a su lado.

—¿Cómo estas? — Acomodo mi cabello detrás de mi oreja, nerviosa.

—¿Estás embarazada? — Justo al punto. Imagino que la pregunta debió estarlo consumiendo. Suspiro y asiento lentamente.— Y, ¿es de él? — La decepción en su voz y en sus ojos está matándome.

—No.., no lo sé.

—¿Hace cuánto estuviste con él?

—Morgan, detente.— Lo miro a los ojos suplicante mientras él me mira esperando alguna respuesta.

—Necesito saber.— Suplica.

—No, no necesitas. No sé si es tuyo o de él, le haré las pruebas de ADN cuándo nazca.— Me sincero.— Basta ahora, por favor. Necesitas descansar y no alterarte.

—¿No alterarme? Grace.., ¿hay una posibilidad que sea mío? — Asiento.— No voy a presionarte, si es de él o mío, no interesa. Voy a apoyarte en todo.— Toma mi mano.— ¿Entiendes? No te dejaré sola.

—Gracias.— Susurro.

—Ahora ven aquí, me alegra qué estés bien.— Me recuesto a su lado mientras él acaricia mi cabello.

¿Por qué tiene qué ser tan lindo a veces? Es tan difícil olvidarte y poder tomar decisiones importantes cuándo es de está manera.

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Viviendo con mi ex | ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora