Culpabilidad

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New York, 28 de abril de 2016
GRACE FOSTER

Desperté alarmada, había tenido un sueño súper raro dónde Morgan y yo...

Volteé a mi derecha encontrándome con mi pesadilla completamente desnudo y también yo. Rasqué mi cabeza en forma de desesperación. ¿Cómo demonios me dejé llevar? ¿Ahora cómo voy a ver a Stephen a los ojos sin sentirme mal?

Me volví a acostar y bufé. Por lo menos el sexo había sido muy bueno, con Morgan siempre lo era. Sabía mis gustos, cómo me gustaba qué me tocará y siempre terminaba satisfecha. Y así fue ahora, pero la culpabilidad es más fuerte qué mi satisfacción.

Morgan comenzó a moverse y despertó de la misma manera qué yo.

—Hola.— Saludé y él volteó a verme.

—Vaya.— Se asombró.— Pensé que había sido un sueño.

—También yo, pero al parecer no, sí pasamos la noche juntos.— Y, por una parte me arrepentía pero por otra no lo hacía. Lo quería desde la última vez qué habíamos estado juntos.

—Y qué noche, casi no dormí.— Se ríe y se acuesta nuevamente en la cama.

Y así fue. ¿Cuántas veces lo hicimos? ¿Dos, tres o cuatro? Tanto él como yo nos encontrábamos completamente insaciables.

—Morgan, sabes qué esto no puede volver a pasar.— Él me miró, sentía su mirada pero yo seguía viendo el techo.

—Lo sé, por Stephen.— Susurró de mala gana.

—Esto fue un error.— Y aunque me haya gustado, sí, me arrepentía.

—No volverá a pasar, no te preocupes.— Se levantó, se puso su bóxer y salió de su habitación azotando la puerta.

Estaba molesto. Muy molesto. Sabía bien qué él quería—o quiere—que nosotros estemos juntos de nuevo, pero eso era algo imposible. Sí, lo acepto: lo amo. Pero, tanto nos hacemos daño como puede qué no funcione o incluso qué nos aburramos el uno por el otro, o no sé, qué sólo estemos enamorados de todos los recuerdos de cuándo estuvimos juntos.

Decidí tomar una ducha, pero en mi baño ya qué toda la acción sucedida la noche anterior fue en su habitación.

Me puse ropa cómoda, a pesar de haber tenido sexo aún me encontraba en mis días y cuando salí Morgan ya había preparado el desayuno. No había señales de vida de mis hermanos así que conecté mi teléfono ya qué estaba sin batería y los llamaría después de desayunar.

Me encontraba muy hambrienta.

—Morgan.. — Susurré y cómo él estaba de espaldas pude ver como se tensó.

—No digas nada, Grace.— Se volteó y sólo miró al plato donde se encontraba sirviendo el desayuno. Dejó el sartén en la estufa y cuándo volvió a voltear, me miró.— Lo entiendo. Entiendo qué estás con Stephen, sabes qué yo aún te amo tanto qué juro qué duele, también duele verte feliz con alguien qué no soy yo. Y por eso mismo voy a mudarme, no creo qué una persona pueda soportar ver a la persona que ama ser feliz con alguien más y estar tranquilo. Conseguí trabajo en un restaurante muy reconocido y cuándo me comiencen a pagar me iré de tú casa, buscaré algo económico para así ya no molestarte aquí...

—Tú no me molestas, Morgan. En cambio, me hace muy feliz qué estés aquí. Ahora mismo, estaría desayunando cereales si no hubieras preparando el desayuno.— Nos reímos un poco.— Sabes qué puedes quedarte el tiempo qué quieras, no te estoy corriendo.— En mi corazón se formó un hueco qué me provocaba dolor. No quería que se fuera, me negaba a tenerlo lejos de mí. Y sabía perfectamente qué si le decía qué también lo amaba, cambiaría las cosas, tanto con él cómo con Stephen y no sabía qué decisión tomar.

Viviendo con mi ex | ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora