Capitulo 9

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ENTRE LAS GARRAS DE UNA LEONA

De ahí en más, los acontecimientos se precipitaron. Harry hirió a Draco con un Sectumsempra, Snape mató a Dumbledore, Draco tuvo que huir, y Pansy... ella se quedó sola en el inmenso castillo.

Sentía las miradas de odio de Hermione, clavándose en su persona. No sabía si era por Harry, por Draco, o por los dos. Probablemente fuera lo último. Y aunque estaba constantemente tentada a responderle y mandarla al carajo, se contenía a base de mucha paciencia, tratando de evitar problemas.

Los primeros meses de su embarazo habían sido muy difíciles. Ahora que Draco no se encontraba, ya no tenía con quien desahogar el dolor de su perdida. Millicent era una excelente amiga, pero no estaba segura si debía o no contarle lo que le sucedía. Por lo que constantemente se sentía sola y desesperada, pero así como la desesperación llegaba, también el sentimiento de dulzura y amor para con la pequeña vida que crecía en su vientre, la vida de su hijo y de Harry.

Hablando de Harry...

El se comportaba últimamente como si no existiera, como si fuera un lugar vacío en la mesa de Slytherin. Le había visto pasear sus ojos por encima de su persona, como si fuera invisible, los ojos maravillosamente verdes sin expresión. Cada vez que esto pasaba, las lágrimas acudían a sus ojos, la garganta se le cerraba y le impedía recibir ni un pequeño trozo de alimento.

Se levantaba apresuradamente de la mesa, sin siquiera haber tocado la comida, y huía hacia su habitación, donde podía encerrarse entre los doseles de su cama, a llorar por su amor perdido y la situación que vivía.

Entonces un día las cosas se precipitaron.

Se había mirado al espejo, observando su mentón más lleno, las curvas de sus caderas más anchas, y sus pechos más grandes. Las lágrimas corrieron por sus mejillas una vez más, sabiéndose y pensándose gorda. Millicent había aparecido para recordarle que tenía clases de transformaciones, y tragándose las lágrimas, había recogido su bolsa y se había encaminado hacia allá.

Sus pasos distraídos la habían llevado al aula, escuchando sin escuchar a Millie, quien había parloteado por todo el camino. Cuando había levantado el rostro del suelo, sus ojos azules se habían clavado en la imagen mas espantosa que hubiera imaginado.

Cho Chang estaba prácticamente encima de Harry, besándolo. Este, recargado contra la pared, sostenía a la chica de la cintura, mientras sus labios se movían al compas del beso, los ojos cerrados. Cuando los abrió, el verde de su mirada le había quemado en odio, clavándose directamente en su corazón, como afilados puñales. La observo fijamente mientras besaba y acariciaba a la Ravenclaw. Pansy estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no llorar frente a el, mientras se clavaba las uñas en las palmas de sus manos.

Cerro los ojos, sintiéndose mareada, mientras a su lado, Millicent la veía ponerse verde. La sujeto apenas antes de que cayera al suelo, las rodillas convertidas en gelatina. Pansy trato de respirar pero las arcadas subieron por su esófago hasta quemar su garganta. Se contuvo apenas, tragando de nuevo, respirando lentamente como Draco le había enseñado. Draco. Pensar en el le devolvió un poco de cordura, haciéndole sacar fuerzas de flaqueza para enderezarse y componerse.

Cuando abrió nuevamente los ojos, no solamente Harry la observaba atentamente, también Cho, Hermione, la Comadreja y su hermana la Comadrejilla, y algunos Slytherin y Gryffindor más. Millicent iba a preguntarle por su exabrupto, pero una soberbia lechuza negra cruzo volando el pasillo, deteniéndose en su hombro. Le tendió la pata, entregándole un paquete, y mientras ella lo abría con sus temblorosos dedos, Millicent aprovechaba para darle de comer a la lechuza, haciéndole cariños.

Cuando se miran | Hansy {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora