Capítulo 44

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La miró tantas veces buscando defectos, pero aun así la veía perfecta.”






Dentro del coche es todo silencio, nada de música, solo nuestras respiraciones tranquilas y la uña de Laura siendo masticada con nerviosismo. Mis ojos se pasean hasta ella de vez en cuando y luego vuelvo la vista al frente, pero la inquietud se despierta en mí. Las ganas de abrazarla a cada segundo se me hacen más frecuentes y comienzan a molestarme. No tengo que estar tan pendiente de ella porque sé que no se deja querer, porque sé que ella es distinta y prefiere que se le alejen antes de que se le acerquen. Ella es diferente, original, pero no extraña, no me gusta cuando la llaman así, no me gusta cuando le ponen adjetivos que la lastiman, como “loca” o “suicida” porque creo que con eso no se juega y ella misma se considera de la misma manera, pero que se lo digan los demás es más duro.

Laura suspira.

— Tendrías que haber doblado en esa calle, Ross —dice nerviosa.

Observo el cartel de la siguiente calle y me doy cuenta de que tiene razón.

— Disculpa —digo disminuyendo la marcha.

Las manos de mi chica invisible se aprietan contra el costado del asiento y sus ojos se cierran, sus uñas se clavan en la suavidad de mi auto.

— ¿Estás…? —No—. ¿Ocurre algo?

Se queda completamente callada, sus manos siguen haciendo presión en el asiento de cuero mientras respira hondo varias veces. Niega con la cabeza lentamente y luego disminuye la presión que hacen sus manos en el asiento. Doy la vuelta en un puente de por allí y retomo la calle en menos de un minuto, giro en la calle que Laura me indica y ahí se relaja notablemente. No sé por qué.

— ¿Nos vemos mañana? —Pregunto andando por su calle.

— No creo que pueda.

Frunzo el entrecejo con notorio reproche.

— ¿Por qué?

— No puedo, tan simple como eso.

Decido no hacer más preguntas ni comentarios hasta que lleguemos a su casa. Se ha mostrado sorprendentemente amistosa con Kelly y Ratliff, pero al subir al auto ya no tanto, su comportamiento real ha sido reemplazado por el habitual, la chica retraída que piensa mucho y no dice nada.

— ¿Ross? —Me llama casi en un susurro. Volteo a verla unos segundos y vuelvo mí vista a la calle desolada. — ¿Crees que he sido demasiado dura con Aubrey?

Por allí va la cosa.

— ¿Dura? Laura, creo que has estado estupenda. Aubrey se merece que la traten peor que a un estropajo.

Su tierna risa inunda mis oídos.

— ¿Seguro? La he hecho sentir mal por un momento.

Suspiro. Freno el auto al llegar a la casa de Laura. Ella no hace amague alguno de bajar, pero no apago el auto, al contrario se queda allí pensando en qué decirme y esperando una respuesta convincente.

— ¿Cuántas veces ella te ha hecho sentir mal a ti? Escúchame, Laura, tú eres como eres ahora porque la sociedad te ha hecho así, tienes todo el derecho a escupir sobre ella una vez en tu vida cuando ella lo ha hecho muchas veces más. ¿Por qué ella puede lastimarte y tú a ella no?

— A mí no me gusta hacer daño porque sé lo que se siente.

— Pues es hora de que ella lo sepa también.

Sus pestañas pintadas con negro caen rosando apenas el comienzo de sus coloradas mejillas. Se muerde el interior de la mejilla incómodamente mientras retuerce sus manos sobre su regazo.

Invisible [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora