La noche no podía haber sido más espléndida. El desvelo de sus miradas los delataban y, por un momento que se prolongó en horas, ignoraron que el tiempo continuaba transcurriendo fugaz aun contra su voluntad.
La penumbra del pre-amanecer les sentaba bastante bien, los envolvía en su hipnótica belleza con una nostalgia familiar. Sintieron por un instante que se les antojó eterno, que no existía lugar alguno más seguro que sus regazos e incluso podían jurar que aquel amor era verdadero y no otro osado mito del ser humano.Unos pasos apresurados y en un son casi violento irrumpieron la hasta ahora, incorrupta paz de su ocaso.
-Con que aquí estabais, no he dejado de buscaros desde el anochecer. ¿Qué cojones ha pasado con la orden que os he dado soldado?...- Dijo Ziel exasperado pero aun así intentando mantener la poca calma que le restaba, le dedicó una mirada severa a Hayley.
-Y-yo... lo l-lamento mucho teniente, no pensé que fuese un asunto demasiado relevante y se nos ha pasado la noche en un suspiro, os pido una sincera disculpa.- Respondió ella un tanto avergonzada, y apartándose del regazo de Brud.
-Si, ya lo veo Goldgeist.- Observó a Brud intentando incorporarse también mientras se desperezaba con un rostro inexpresivo y apacible que contrastaba con la inminente preocupación de ella.
-Espero jóvenes que os hayan divertiros lo suficiente esta noche, porque los cuarteles han sido invadidos, muchos altos mandos han sido ejecutados, los civiles capturados como rehenes y vuestra hermana, Brud, desaparecida.- Les incitó con sarcasmo.
Fue hasta entonces que Brud cambió repentinamente su semblante, y con la última frase de Ziel K. pudo sentir con extrema sobriedad como el aire se escaba de sus pulmones y lo asfixiaba un nudo en la garganta sin misericordia alguna. "No, no, no. ¡Maldición!."
-Vamos, ¿qué esperáis? Tenemos que regresar a los cuarteles y hacer un último reconocimiento, medir el terreno e intentar improvisar un contrataque.- Concluyó el Teniente apresúrandolos.
Lograron infiltrarse sin mucho problema, el caos desatado era tan ensordecedor que era difícil notar un trío más de soldados corriendo, mezclándose entre el desastroso ir y venir, camuflándose entre las sombras de un cuartel que conocían a la perfección.
Tenían una clara ventaja que no podían desaprovechar.
Sólo unos cuantos soldados del Führer que lograron divisarlos intentaron vanamente detenerlos, pero la imprescindible agilidad de Brud para anticipar sus ataques y la inconmensurable fuerza física de Ziel hacían parecer todo aquello no más que un simple juego de estrategia.
"Motivados por la misma razón." Pensó el Teniente K. con gracia al encontrar complicidad en la mirada de Brud.
Toda una vida entrenando juntos los había coordinado y sincronizado de tal manera que ni ellos lo habían notado. Hayley encontrábase tan pasmada de tal letalidad que no podía imaginarse un mejor ejemplo de lo que deseaba llegar a ser.Llegaron rápidamente a su objetivo. El cuartel principal.
No existían en ese momento palabras concisas para describir tanta decadencia y muerte en un espacio tan limitado. Todo el que, por desgracia, hubiese estado en el cuartel de los tenientes y altos comandantes de la resistencia en aquel preciso momento en que irrumpieron las fuerzas armadas del Führer, había sufrido una injusta y terrible muerte. Los cadáveres tanto de rebeldes como militares (en menor cantidad, por supuesto) atestaban el lugar, fundiendo el ambiente en un marcado aroma de la desesperación de aquel momento, aun fresco.Brud no quedóse a contemplar la escena ni un segundo más, se dirigió a toda prisa a la segunda planta corriendo por las escaleras, corrompiendo en cada zancada el fúnebre silencio de la cabaña.
Después de un momento de asimilación, Hayley y Ziel lo siguieron a paso más ligero.Encontraron a Brud en una de las últimas habitaciones del corredor, inmóvil junto a una ventana rota y con rastros de sangre que habían escurrido por la pared, pero que ahora yacían secos. Ziel se dedicó a examinar un instante el lugar y por último notó que Brud sostenía una de las dagas de Scarlet con la mano un poco temblorosa. El silencio se volvió a apoderar del entorno. Ziel y Brud volvieron a cruzar miradas.
-Tal vez logró huir a tiempo...- Expresó Hayley intentando disimular su optimismo.
-No.- Dijeron al unísono Brud y Ziel.
-No comprendo.- se limitó a contestar frente al desentono de su confusión.
-Ella jamás huiría de una batalla, no se atrevería nunca a abandonar a sus hombres a su suerte. Scarlet no es así.- Respondió Ziel.
-Se la llevaron.- Agregó con impotencia Brud.
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En Memoria de la Seductora Guerra.
ActionRomance o sólo un lívido deseo. Repudio y amor, cimentados en la crudeza de una Guerra estratégica de la que es irreal salir con el espíritu ileso. "No escoges dónde nacer, ni tampoco tu destino, pero escoges por quién luchar; porque han sido las im...