Capítulo 1# EL NIÑO, EL HOMBRE Y EL CABALLERO DESTINO.

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Recordaba aquel día mientras caminaba a su cotidiano destino, el grisáceo cielo lo hacía rememorar con exquisito detalle. Era sólo un niño, con un miedo inminente pero bien camuflado en su mirada, encontrábase en los cuarteles militares, frente a la oficina del Teniente General y sentía como las piernas parecían traicionarlo justo en el peor momento.

-Drachen, vuestro turno.

Asintió, apretó con fuerza los nudillos y entró. No era exactamente un lindo lugar, lo había notado desde que estaba afuera, pero era adecuado y un tanto intimidador.

-¿Gustáis de tomar asiento joven Drachen?

Frente a la gran ventana que daba vista a la gélida escena, se levantó un hombre de aspecto joven pero imponente, de casi 7ft de altura, sus músculos parecían forjados por la misma guerra y su voz sonaba de acuerdo a su presencia; sobria y severa.

-Claro, lo lamento.

-No os preocupéis.- El Teniente volvió a su asiento, detrás de su escritorio. -Y decidme, ¿qué hacéis aquí?

-Este niño viene a "enlistarse" jaja...- Dijo con sarcasmo uno de los soldados que había entrado justo después de él sin que lo hubiese notado.

-Le he preguntado a él, no a vos.

-L- lo lamento Teniente Ziel.- concluyó bajando la mirada en señal de respeto.

-He venido a enlistarme Herr.- Dijo Brud D. con más seguridad de la que esperaba.

-Bien, ya veo; sois algo joven, pero ya no eres un niño.- Lo observó fijamente un momento, pero no parecía dejarse intimidar, continuaba sentado recto y concentrado. -Ahora, decidme por qué has decidido enlistarte.

-Tengo una familia... o algo así, el punto es que ahora dependen de mí, y mi padre me enseñó a combatir desde muy pequeño; esto es lo que sé hacer Teniente y sé que es lo correcto "Realmente no hay opción, es lo mejor para ellos". Sólo le pido una oportunidad.

-Así que tenéis que tomar decisiones difíciles ahora, o al menos eso parece...- Agregó como si lo hubiese leído por completo con tan sólo una mirada. -Esto joven Drachen es una dura decisión, espero que no se haya equivocado porque lo que veo en usted es determinación...

-Pero Teniente, es demasiado joven, no tiene experiencia ni un buen historial, no sabemos de dónde proviene...

-¡Calla soldado! Yo dirijo este cuartel y si vuelves a opinar os partiré la boca. Además no he terminado, estaréis a prueba directamente bajo mi mando, si bien no tenéis una familia influyente en esta guerra yo mismo seré vuestro tutor. Respecto a la edad no tiene importancia, vuestro rostro refleja madurez, eso es todo lo que necesito saber Herr Drachen, lo quiero aquí a primera hora mañana, espero no me falle.

-Se lo agradezco mucho Teniente General, le prometo que no lo decepcionaré.- Respondió intentando disimular su emoción.

-Ziel Kavalier, puedes llamarme por mi nombre ahora que estáis bajo mi tutoría, ¿cuál es vuestro primer nombre?

-No tengo... En casa los chicos me llaman Brud, por Bruder.

-Así pues, sos el mayor supongo. Vale aquí yo os llamaré Brud, y el resto del cuadrante os llamará Raso Drachen.

-Entendido Herr Kavalier, lo veré mañana a primera hora como lo ha encomendado.

El Teniente solo correspondió con una sincera sonrisa. Brud se retiró con pasos seguros, y aún lo observaba por la ventana marcharse con orgullo al salir de los cuarteles. "Vaya que este chico es determinado".

Después de caminar unos cuantos minutos más allá de los cuarteles, Brud decidió detenerse frente al gran lago por un momento. Le agradaba la vista. Las aguas eran pálidas como el cielo, tanto que a lo lejos casi se confundían en uno solo. Observó su reflejo, sentado a la orilla del cristalino, su cabello de un castaño muy oscuro se encontraba algo alborotado, no lo había cortado desde hace un tiempo, desde aquella incidente tragedia. Ya era bastante pesado cargar con el recuerdo de la noche en que injustamente asesinaron a sus padres, frente a él y a Scarlet... la catastrófica huida, su hermana completamente destrozada pero simulando ser más fuerte al igual que él; tener que abandonar su niñez y hacerse cargo tantas responsabilidades, tomar decisiones que no le correspondían... Simplemente era demasiado. Ya la vida lo había perturbado bastante; sus ojos verdes se llenaron de lágrimas que no dejó escapar, tragó aquel nudo en la garganta y nuevamente apretaba con fuerza sus puños. "Los hombres no lloran". Se levantó algo desconcertado, no sabía si realmente había tomado el camino correcto hasta ahora, sólo tenía 16 años y realmente no deseaba detenerse a pensarlo, "Es por ellos, y mientras se encuentren bien todo estará bien".

Ziel Kavalier tenía razón, ya no era un niño. Ese inquieto, alegre y espontáneo chico había muerto aquella noche, junto con sus padres y ya no habría oportunidad de recuperar todo aquello, al menos no para él.

<Herr>; (Señor, Lord, Hombre)


En Memoria de la Seductora Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora