Capítulo 17# REDEGUSTANDO LA NOSTALGIA DE LA PIEL.

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La noche se anunciaba en el cielo, tímida y tintineante de estrellas. La oscuridad comenzaba a devorarlo todo a su paso, envolviendo cada obra de la naturaleza en una grisácea representación más. El calor iba desapareciendo de los cuerpos, como si las tinieblas buscaran arrebatarlo.

Scarlet y Bryan se adentraban presurosos en aquella penumbra, buscando un buen lugar donde pudiesen permanecer mientras el caos se adueñaba de los cuarteles. Pasaron un pequeño claro, iluminado débilmente por la luz que irradiaba la Luna casi en su totalidad llena. "Un buen día para los amantes". Ritter se detuvo en cuanto lo pasaron y se tiró al suelo entre los trocos de varios pinos arrejuntados.

-Tendremos una buena vista aquí, si el enemigo intenta dar con nosotros, lo veremos primero. Ahora tienes que descansar Scar.- Dijo recostado con su rostro hacia el cielo nocturno, pero cerrando sus ojos en un apostura más bien relajada. Aunque, era un poco extraño percibirse con tanta familiaridad.

-Vale, pero será que siempre tienes que ser tan estricto y calculador. Huh, ¿no te han cambiado mucho estos años cierto?.- Concluyó ella con una leve y simple risilla mientras se sentaba junto a él, recargando su espalada en uno de los majestuosos trocos, tomando un tanto de precaución por sus heridas.

-Más bien parece que contigo no puedo ser nadie más Scar.- Respondió con una sincera sonrisa, posando su mirada en ella con cordialidad. -Creo que sigo siendo el mismo estirado de siempre.- Dijo divertido.

"Uhh, la comisura de esos labios, lo único que logra tranquilizarme, mi maldita debilidad." Pensó con cierta timidez al encontrarse con sus ojos miel y sentir como su sonrisa la abrumaba. Rehuyó entonces su mirada hacia la Luna y las estrellas, como si desease ocultarse detrás de su resplandor y encontrar ahí respuestas.

-No eres un estirado Bry.- Expresó al fin. -Siempre he envidiado la calma que conservas con permanencia en tu esencia, es tan impetuosa que incluso logras contagiarme un poco de ella. Ha, es algo de lo que los Drachen carecemos, sabes...- Pensó igualmente divertida, invocando en su mente a su hermano, a su padre y a sus propios arranques. "A nosotros nunca nos ha caracterizado la estabilidad emocional o la serenidad en nuestro actuar, ni en nada hahaha...". Rio para sí.

El posó su mirada en el mismo dulce rostro que por años había revivido con nostalgia sólo en sueños inconscientes. Se preguntó qué tan real podría ser esta vez, y qué era lo que diferenciaba aquella realidad añorada del resto de los sueños. "Pff, no tiene mucha relevancia supongo, y el tiempo es propiamente un enemigo más.... Pero, ¿eso cuándo nos ha importado?

Se levantó y se encaminó a ella, su piel lucía pálida tal vez por la pérdida de sangre, y el clima que la tundra preservaba a lo largo de la noche, no ayudaba en mucho.

Ella lo observó discretamente pero con más detalle ahora que se prestaba la oportunidad y la cercanía. No había cambiado mucho y lo sabía porque no había tardado en reconocerlo en los cuarteles, sólo que ahora era más alto de lo que recordaba y su musculatura era más basta y trabajada, los años le habían sentado bastante bien. Recorrió con un viejo deseo cada centímetro de su cuerpo como si con ello reviviese cada caricia que alguna vez le propició.

Bryan se agachó hasta llegar a su altura y sostuvo con sutileza su rostro entre sus manos, prestando mucha atención a cada gesto. Se aproximó a escasos centímetros de ella, quebrantando la distancia que había propuesto la nostalgia durante tanto tiempo.

-Scarlet...

Ella se detuvo a examinar su rostro con minuciosidad. Era lo que menos había cambiado en él, seguía conservando aquel indulgente semblante que revelaba una increíble fuerza y una permanente solemnidad como si no le temiese a nada ni a nadie, o como si estuviese preparado para cualquier adversidad en todo momento, y eso era algo que siempre había admirado en él. Suspiró.
"Me alegra que sigas siendo el mismo. Aunque, debo admitir que desearía que aún fueses mío...". Hubiese gustado decírselo, pero dudaba que el sintiese lo mismo en aquel inoportuno momento después de casi asesinarlo dos veces y, pese a ello haberla salvado de un prominente infierno sin merecerlo.

-Estás ardiendo en fiebre...- Concluyó preocupado. Su mirada expresaba una sincera consternación, pero sonreía con bondad para no alarmarla demasiado.

-Pero, me estoy helando Bry. Prrr...- Dejó escapar cuando pasó una corriente de aire, probablemente desde la montañas, mientras temblaba ligeramente.

Inmediatamente buscó algo para cubrirla, pero lo único que le restaba era una delgada camiseta blanca que apenas lo cubría. No dudó en quitársela para protegerla aunque fuese un poco del frio bosque.

-Oh cariño...- Soltó una carcjada que no pudo contener, no de mala fe. -¿Es enserio Bry? ¿Te quitarás lo último que te queda para ayudar a una insolente desconocida? Eres demasiado dulce, no sé cómo has sobrevivido a esta guerra.- Acarició su rostro con sus delgados y fríos dedos, hasta llegar a su cuello.

Sí, había sarcasmo en lo que decía pero era una vieja y errada costumbre suya que nunca había logrado evitar, sobretodo con él. Pero estaba consciente que cada vez que lo provocaba de esa manera era sólo para reafirmar que aún le importaba lo suficiente como para retarlo y asegurar que el sentía lo mismo. Un maldito gesto que a él siempre le había fascinado. Sonrió como si no lo creyera y osciló la mirada hasta regresar a encontrarse con la de ella.

-Tal vez la señorita preferiría que me quitase la piel para poder cubrirla mejor.- Continuó su juego, aun más entusiasmado al verla sonreír.

-No sería mala idea...- Sonrió ahora desafiante, y se lanzó sobre sus hombros a abrazarlo con fuerza, haciéndolo perder el equilibrio y cayendo sobre él. Entonces ambos rieron. -Sólo bromeaba Bry, estoy bien, de hecho me siento mucho mejor.

-Yo, sólo quería presumir.- Vaciló refiriéndose a su laborado cuerpo.

-Ya veo.- Se levantó un poco hasta quedar sentada sobre él, y recorrió con un rápido vistazo su torso desnudo, para después recorrerlo línea a línea con sus manos.

Se congeló todo en un breve momento en el que sintiéronse de nuevo, como un par de adolescentes divirtiéndose con bromas tontas para después, con espontaneidad, terminar incitando cada sentido de sus cuerpos haciendo al bosque testigo de su romance.

Ritter la tomó de la espalda y con gentileza la volvió hacia él, recostándola sobre cuerpo para disponerse a besarla con pasión. Scarlet se dejó llevar enseguida, como si hubiese descifrado sus intenciones y cedió su cuerpo a su merced.

Él, deslizó sus manos debajo de su playera para poder sentir su piel, acariciarla irresistiblemente una vez más, como si fuese suya, era algo que había intentado contener arduamente desde que la reconoció. "Mía, de nuevo." Se dedicó a besar su cuello y reconoció su aroma como si hubiese vivido sin sentido todo este tiempo en su ausencia. Degustó su piel con su lengua pensando que tal vez podría ser la última ocasión en que sería capaz de hacerlo.

Ella lo disfrutaba, como en un sueño o una fantasía perdida en su mente. Se percató en ese momento de que, si no era con él, era imposible volver a sentir el amor en su piel y deseó que durara, tal vez no para siempre, pero si un poco más antes volver a perderse el uno al otro.

Escuchó unos cuantos ruidos que perturbaban la plácida madrugada, pero no les prestó mucha atención al principio. Hasta que los confusos sonidos se convirtieron en claros y fuertes pasos. Lo detectó enseguida, desenvainó una de sus dagas y la lanzó con precisión hasta clavar su antebrazo un tronco justo detrás de él.

Abraham.
Había soltado el arma que apuntaba justo a su cráneo a causa del inminente dolor y gritó una maldición.

Scarlet arrebató hostil, el arma de Bryan de su cinto y lo apuntó a él exasperada.

-¡¿Qué demonios significa esto Ritter?! ¡Me tendiste una emboscada!.




En Memoria de la Seductora Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora