-¿Puedo intentar con la espada?.- Una voz llena de curiosidad llamó su atención.
-¡Claro!, pero sólo si creéis que sos lo suficientemente fuerte para manejarla.- Agregó Alexander D. con una sonrisa impasible.
-Por supuesto que lo soy Vater.
-Vamos, yo también lo soy, soy más fuerte que Brud.- Añadió una dulce voz un tanto más inquieta.
-No seas impaciente Scarlet, dejad que tu hermano lo intente primero. Ha, vaya que ambos sos iguales que su padre.- De nuevo sonrió, pero esta vez con aquella oscura paz que tanto lo distinguía.
Parecía ser un buen día para entrenar, y habían decidido permanecer cerca de casa por la ocasión. Era un bello atardecer abrumado por el aroma de la reciente primavera; pero, que a la lejanía anunciaba con las tenebrosas nubes que se avecinaban, un desagradable destino.
-Te van más las armas ligeras pero letales Scar, justo como a mí; -Dijo su madre desde la puerta de la casa, dirigiéndose a ella. Al estar de frente afianzó sus dagas entre sus manos en un sutil gesto de orgullo. "No podrían estar en mejores manos mi fieles dagas".
-Ya, venid a comer que es algo tarde.- Esta vez se dirigió a todos mientras regresaba hacia la casa en un melodioso caminar, que enseguida llamó la atención de su esposo.
Al pasar la puerta, Alexander la alcanzó y abrazándola de la cintura la atrajo hacia sí y le susurró un breve verso para después besar con dulzura la comisura de sus labios. Sandhra D. soltó una risilla sonrojada y le respondió igualmente en un sublime susurro.
En cuanto todos entraron se dispusieron a comer reunidos en la mesa.
-¿Por qué no has invitado esta vez a tu amigo Bryan a entrenar y cenar con nosotros Brud?.- Expresó su madre consternada.
-No es mi amigo, es amigo de Scarlet.- Contestó obstinado. -Hace un par de días que no sabemos nada de él.
-Ya veo, tal vez deberían...
Unos estruendosos golpes a la puerta cargados de desesperación interrumpieron sus palabras.
-Ah,- suspiró Sandhra; -¿Podrías abrir Alexander?.
-Por supuesto querida.- Dejó su plato y se dirigió a la puerta.
Al abrir, cambió por completo su expresión a un gesto de contrariedad.
-¿Qué demonios queréis aquí Hrr. Graham?.- Expresó con ira sin terminar de abrir de la puerta.
Entonces el mismo Führer se abrió paso junto con sus soldados a la fuerza. Allanaron el hogar aún en una perfecta formación y se dedicó a observar el escenario unos cuantos segundos.
-Oh, hola Sandhra , lamento si os he interrumpido.- Dijo con una sonrisa engañosa, e inmutable continuó; -Vaya linda familia que se han empeñado en formar, os felicito; pero lamentablemente os tendré que pedir que me acompañen al palacio donde serán juzgados por traición.- Aún conservaba aquella expresión traicioneramente amistosa, y aunque ciertamente se dirigía a Alexander y Sandhra, no dejo de mirar a los niños ni un solo instante.
La pareja intercambió un par de miradas discretas sin mostrar ni un poco de debilidad y entonces Alexander habló;
-Vale, os acompañaremos, pero dejad a los chicos en paz.
Los soldados se aproximaron a esposarlos sin encontrar resistencia, mientras Graham se acercaba amenazante a Scarlet y Brud.
-¿Por qué habría de hacerlo Alexander? ¿Por qué habría de dejar en tan siquiera vivir a los descendentes de uno de mis menos estimados enemigos?
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En Memoria de la Seductora Guerra.
ActionRomance o sólo un lívido deseo. Repudio y amor, cimentados en la crudeza de una Guerra estratégica de la que es irreal salir con el espíritu ileso. "No escoges dónde nacer, ni tampoco tu destino, pero escoges por quién luchar; porque han sido las im...