Capítulo 11# UNA HIRIENTE MIRADA ATRÁS.

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-¿Puedo intentar con la espada?.- Una voz llena de curiosidad llamó su atención.

-¡Claro!, pero sólo si creéis que sos lo suficientemente fuerte para manejarla.- Agregó Alexander D. con una sonrisa impasible.

-Por supuesto que lo soy Vater.

-Vamos, yo también lo soy, soy más fuerte que Brud.- Añadió una dulce voz un tanto más inquieta.

-No seas impaciente Scarlet, dejad que tu hermano lo intente primero. Ha, vaya que ambos sos iguales que su padre.- De nuevo sonrió, pero esta vez con aquella oscura paz que tanto lo distinguía.

Parecía ser un buen día para entrenar, y habían decidido permanecer cerca de casa por la ocasión. Era un bello atardecer abrumado por el aroma de la reciente primavera; pero, que a la lejanía anunciaba con las tenebrosas nubes que se avecinaban, un desagradable destino.

-Te van más las armas ligeras pero letales Scar, justo como a mí; -Dijo su madre desde la puerta de la casa, dirigiéndose a ella. Al estar de frente afianzó sus dagas entre sus manos en un sutil gesto de orgullo. "No podrían estar en mejores manos mi fieles dagas".

-Ya, venid a comer que es algo tarde.- Esta vez se dirigió a todos mientras regresaba hacia la casa en un melodioso caminar, que enseguida llamó la atención de su esposo.

Al pasar la puerta, Alexander la alcanzó y abrazándola de la cintura la atrajo hacia sí y le susurró un breve verso para después besar con dulzura la comisura de sus labios. Sandhra D. soltó una risilla sonrojada y le respondió igualmente en un sublime susurro.

En cuanto todos entraron se dispusieron a comer reunidos en la mesa.

-¿Por qué no has invitado esta vez a tu amigo Bryan a entrenar y cenar con nosotros Brud?.- Expresó su madre consternada.

-No es mi amigo, es amigo de Scarlet.- Contestó obstinado. -Hace un par de días que no sabemos nada de él.

-Ya veo, tal vez deberían...

Unos estruendosos golpes a la puerta cargados de desesperación interrumpieron sus palabras.

-Ah,- suspiró Sandhra; -¿Podrías abrir Alexander?.

-Por supuesto querida.- Dejó su plato y se dirigió a la puerta.

Al abrir, cambió por completo su expresión a un gesto de contrariedad.

-¿Qué demonios queréis aquí Hrr. Graham?.- Expresó con ira sin terminar de abrir de la puerta.

Entonces el mismo Führer se abrió paso junto con sus soldados a la fuerza. Allanaron el hogar aún en una perfecta formación y se dedicó a observar el escenario unos cuantos segundos.

-Oh, hola Sandhra , lamento si os he interrumpido.- Dijo con una sonrisa engañosa, e inmutable continuó; -Vaya linda familia que se han empeñado en formar, os felicito; pero lamentablemente os tendré que pedir que me acompañen al palacio donde serán juzgados por traición.- Aún conservaba aquella expresión traicioneramente amistosa, y aunque ciertamente se dirigía a Alexander y Sandhra, no dejo de mirar a los niños ni un solo instante.

La pareja intercambió un par de miradas discretas sin mostrar ni un poco de debilidad y entonces Alexander habló;

-Vale, os acompañaremos, pero dejad a los chicos en paz.

Los soldados se aproximaron a esposarlos sin encontrar resistencia, mientras Graham se acercaba amenazante a Scarlet y Brud.

-¿Por qué habría de hacerlo Alexander? ¿Por qué habría de dejar en tan siquiera vivir a los descendentes de uno de mis menos estimados enemigos?

En Memoria de la Seductora Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora