Nora. "El chico nuevo y la ladrona de panes" parte 1.

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−¡¡Creen que eso es duro, traten de tener tres hijos eso es duro!!

Una de las cosas más crueles de los fines de semana, es tener que despertarse temprano, el lado bueno de eso es que puedes quedarte en pijama todo el día. Una de las cosas más crueles de los fines de semana, es tener que ser el "sirviente temporal de tus padres durante dos días", el lado bueno de eso es que si te mandan a comprar algo o tienes que salir, lo más razonables es quedarte con el cambio, tienes que recibir alguna recompensa de tu trabajo ¿no? Pero no más cruel qué despertarse temprano, ir a trabajar y que tu horrible jefa te haga correr por todo el estacionamiento, eso es cruel.

−Ni... ni... ni siquiera... ella... nunca... –las palabras entrecortadas de Anne por falta de aire me hacen sentir lástima por ella... y asco hacia mi ser.

−Ya no hables −le digo. Los pulmones me queman, mi respiración es inestable, la boca la tengo seca y creo que hasta estoy llorando a menos que sea sudor. En estos momentos envidio a todas esas chicas que corren y hacen deporte y aun así se ven bien. ¡Simplemente no sé cómo lo hacen! Sin embargo, mi aspecto es deplorable, mi condición física es patética y tengo la leve sospecha que dentro de poco voy a empezar a apestar.

Jadeos adelante y atrás se escuchan mientras son opacados por el motor de un carrito de golf.

− ¡Vamos, así bajan todo lo que comieron ayer! ¡Sigan corriendo!... ¡Niño, mueve esas piernas! ¡Sigan corriendo! ¡Mi abuela corre más rápido que todos ustedes! – la voz de Loranca aumenta estruendosamente gracias a un megáfono.

−Ya... ya no puedo, ya no puedo... lo siento –se queja Leia, antes de caer como costal de papas en el pavimento. Por lo menos no soy la única que no tiene una condición física, digna de respetar.

El carrito de golf se detiene junto a todos nosotros y Loranca se recarga en el volante sonriendo y a un lado de ella, Charlotte, la favorita. Las dos sonríen y nos miran satisfechas.

− ¿Ya se cansaron? –nos mira −. Pero no lo vean como algo malo, yo solo lo hago para que tengan más energía y su rendimiento sea mejor, en todos los lugares lo hacen así –se baja del carrito y se acerca a nosotros −. No soy mala jefa, les estoy dando un empujón extra, no quiero que piensen que tengo favoritos en el supermercado, pero es obvio que Charlotte no puede hacer esas cosas porque tiene lastimado el pie –voltea hacia Charlotte y ella saluda, mostrando su pierna enyesada −. ¿Lo ven? Ahora –levanta el megáfono y lo coloca frente a su boca −. ¡Sino están todos en sus lugares y con una sonrisa tan grande que cure el cáncer, cuándo llegue de recoger los nuevos dispensadores, todos, absolutamente todos tendrán que quedarse venir a trabajar los Domingos!

Loranca es un caso especial, es desgraciada cuando se lo propone y en ocasiones es la mujer buena y dadivosa que ayuda a todos. Pero hoy, definitivamente el la mujer desgraciada.

Baja la mirada un momento y al parecer se percata del cuerpo sudorosa de Leia en el pavimento, mientras su hermano Luke trata de calmarla −. Por favor que alguien levante a la chica.

Dicho esto, vuelve a subir en el carrito, nos dedica una última sonrisa y arranca de nuevo.

Todos miramos como se aleja y después dirigimos la mirada a Leia que aún esta tirada en el pavimento y rápido la levantamos.

−Leia ¿estás bien? –pregunto.

−Sí, pero aún me siento algo mareada –logra decir. Luke y Uriel la ayudan a levantarse y la sostienen.

−Será mejor que nos larguemos, el turno empieza en treinta minutos –dice Anne fastidiada.

−Está loca, esa mujer está loca −dice Leia jadeando.

¿Lista para crecer? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora