Nora. "La boda. Part 1".

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Cuando era pequeña mi gran sueño era caminar por un pasillo del brazo de mi papá y con un vestido largo y blanco, como el de las princesas para después vivir un cuento de hadas. Mi grandioso plan era casarme en el Hotel Plaza que está en Nueva York, como en aquella película de las novias locas, pensaba divertirme mucho con amigos, dulces y chocolates y sobre todo con la familia.

Claro, ahora qué lo pienso dos veces, todo eso me causa pena y cada vez que me acuerdo quiero que la tierra me trague y que Jesucristo me castigue con unas buenas bofetadas.

¿Qué estupidez acabas de decir?

-Ya estás lista- la voz de Anne me saca de mis pensamientos. Volteo al espejo y miro mi reflejo... por-los-dioses-del-Olimpo.

No soy muy fan del maquillaje ya qué pienso que las mujeres son muy tramposas al ponerse tanta cosa en la cara y no mostrar su verdadera belleza, aunque para ser honesta aveces el maquillaje hace maravillas, cómo ahora.

Anne es una verdadera genio. La fiesta en el día va a ser en un jardín, así que ella me colocó un poco de base, rubor rosa, sombras rosa y morada, máscara para pestañas y en los labios sólo me puso un poco de brillo.

El cabello lo llevo rizado, pero ésta es obra de Victoria que hace cinco minutos bajo a la cocina por algo de agua.

-Con un cheeto, esto es ... por los dioses- miro el reflejo de Anne- ¡es maravilloso, Anne!

-Pues, gracias- sonríe.

-Sólo digo la verdad- sonrío y volteo a mirarla.

¡Biiip! ¡biiip!

El sonido de un claxon de auto suena como eco afuera en la calle, Anne y yo corremos hacía la ventana y hacemos a un lado la cortina. Lo que nos muestra es un auto negro con la puerta del copiloto abierta y alguien saliendo de ella.

James.

-Por-los-dioses-del-Olimpo.

James sale completamente del auto y se acomoda la corbata con una mano, mientras que  con la otra sostiene una pequeña caja... ¿ya les había dicho? ... ¿que, qué les había dicho?

(Inicio de los divagues mentales)

*sonido del vídeo de "ola k ase" (específicamente el de las llamas)*

Durante mucho tiempo y aún me pasa eso, yo tengo una muy, muy, muy grande afición por las personas, en esté caso hombres, qué llevan trajes, dios mío-Cristo-padre-redentor. Y pues obvio, yo prefiero ver a todos los hombres de trajes, porque se ven elegantes, más guapos y todos, todos, todos se ven bien en traje.

(Fin de los divagues mentales)

La puerta de mi habitación se abre de golpe y Victoria entra corriendo haciendo que sus rizos rubios reboten contra sus hombros y llega hasta nosotras y se asoma por la ventana. Desde abajo, James cierra la puerta del copiloto y por el parabrisas puedo ver el rostro de Loranca (sí, llego ayer por la tarde) asomarse por el y volteando hacía la ventana.

¡Ding, dong! ¡ding, dong!

Las tres saltamos y la voz de mamá se escucha desde abajo, la puerta, los tacones de mamá, los tacones de mamá sonando contra el pavimento y dirigiéndose al auto y saludando, la ventana del copiloto del auto baja y mamá se agacha mientras habla con Loranca, después de unos minutos se despide y vuelva a caminar a la casa al mismo tiempo en qué el auto arranca de nuevo y desaparece al dar la vuelta en una esquina.

-¡Nora, James ya está aquí, nos vamos en diez!- grita papá desde abajo.

-No lo dejes ir- susurra Anne.

¿Lista para crecer? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora