~Capítulo XIII - ¿El final de la comedia?~

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¿Cómo afirma un hombre su poder sobre otro?
...... Haciéndole sufrir.
1984- George Orwell.

 
  Fue tan rápido. Un segundo estaba viva y riéndose, al otro fue una cosa muerta entre mis manos. Ni satisfacción, ni perdón al devorarla y hacerla finalmente solamente mía. No hay duda de que la venganza es la más inútil de las cosas y la más estúpida.
La luz reflejada en la blancura excesiva de las paredes me fatigaba la vista, no debería quejarme, después de todo yo mismo elegí el color. Me dejé caer en el suelo con suavidad para no despertar a Ren, cosa que resultó completamente inútil ya que abrió los ojos apenas lo toque. Comenzó a hacer pucheros, sin duda pretendía llorar.
    -Tranquila Ren, soy yo papá.
Me miró con sus grandes e inocentes ojos. No pude evitar estremecerme; era la misma mirada de su madre. Aspiró mi olor en el aire y me pareció que negó con la cabeza pero no lloró y volvió a dormir. Me quedé embelesado mirándola, nunca me había parecido tan bonita.
    -Ren, no dejaré que te conviertan en una mujer cruel.
Sin embargo, ¿Tendría el valor de hacerlo? ¿Acabar con lo último​....acabar con....?
 

  Siempre me han considerado alguien por designarlo de alguna manera "vago", un sujeto incapaz de entusiasmarme y de luchar por algo. Pero les juro que luché por estar con Yoko-san. Desde el momento en que apareció delante de la puerta de mi apartamento, tan deslumbrante, tan única. Aunque estar con ella me provocaba dolor; un dolor diferente, como desde más adentro pero era un dolor que yo hubiera querido prolongar más allá de la muerte. Nunca antes había deseado nada tanto, más que estar con ella. Me parecía tan bonito, tan posible....fui tan idiota. El destino es demasiado poderoso, y decretó desde mi nacimiento mi terrible y absoluta destrucción. Todavía recuerdo su última mirada; fue la más triste. <<¿Por qué Nimura?>> .
Yo las entregué a V.
Su sangre y su vida a cambio de cumplir los deseos de la rama principal de los Washuu.
    -Siempre pierdo lo que no quiero perder, Rize, Yoko-san e incluso a ti Ren porque apagaré tu vida para que no te conviertan en su juguete.
La besé en la frente e iba a dejarla en el suelo para disponerme a cumplir la última voluntad de Yoko-san cuando escuché pasos. La puerta se abrió.
    -Has vuelto a mover hilos a mis espaldas Furuta, ¿pretendes hacerme enojar?
Mi amado jefe me miraba desde el umbral de la celda. Su gesto era perverso pero a la vez elegante y sensual. En definitiva no quedaba nada de ese chico inocente y tímido al que condené esa noche al dejar caer la vigas sobre Rize ni tampoco del dulce y alegre Sasaki Haise.
Tengo una vaga sensación de que no me he portado bien últimamente.
    -¿Cómo ha llegado hasta aquí?
Entró a la celda con ligeros pasos, ignorando mi pregunta por completo. Se detuvo hasta estar a unos centímetros de mí y miró en torno, sus rasgos se alteraron un poco.
¿Tendría alguna queja de la decoración de su futura celda?
Se quedó un momento pensativo y luego fijando su mira en mi, dijo:
    -Hoy pareces muy tranquilo Furuta.
    -Es una mala señal, se supone que debo andar loco como una cabra.-contesté mientras me levantaba y daba un paso atrás-. La cordura de este lugar me está afectando.
    -No creo que estés loco, Furuta-replico riéndose a carcajadas pero añadió rápida e inesperadamente-sólo eres alguien "singular".
    -Bueno, si sólo..... solamente creé que soy singular, solamente.....¡Qué gran detalle!
Entonces, me di cuenta que mi amado jefe lo sabía. No hubo momento en que no lo supiera. ¿Pero cómo era posible?
Ren despertó y comenzó a llorar. Yo la abracé tratando de consolarla. Sin embargo lloró con más fuerza retorciéndose para liberarse de mis brazos.
    -Entrégame a Ren-ordenó de pronto con voz firme y desenfadada.
La apreté más contra mi pecho y me enfrenté directamente a la mirada de mi amado jefe. Su kakugan encendido, su determinación de matarme, ¿podría sentirme más amado?
El amargo silencio fue roto por la llegada de los ejecutores de V. Debo decir que mis compañeros son bastante aburridos. Ninguno tiene esperanzas que extinguir. Son como cascarones, llenos de poder pero vacíos de todo al fin y al cabo.
    -Furuta-hizo una pausa, con los ojos cerrados, esforzándose en no alterarse-no lo repetiré de nuevo, dame a Ren.
Lo obedecí, ¿qué otra opción me quedaba? Digo, mi querido jefe es por si mismo bastante amenazador y ahora acompañado por una escuadra de mis estimados compañeros......, entenderán que mi acción fue cuestión de lógica (y supervivencia), nada relacionada con la cobardía o el poco entusiasmo de meterme en más problemas.
    -Se una buena niña, mamá irá por ti pronto-dijo, con una extraña ternura en la voz y se la entregó a uno de los ejecutores.
Un instante después de esto desaparecieron.
  -Asi que ahora somos compañeros también, ¡que alegría!
Le abracé y quise besarlo, pero mi jefe se resistió y dijo:
   -Se acabó Furuta.
¿Podré olvidar algún día los sentimientos que experimente en aquel momento? ¿Se acabó? ¡¿qué quería decir con eso?!
¡Yo soy el único que puede eliminar la desolación de sus labios!
   -¿Esta bromeando, verdad?
A poco crecía en mí el deseo de ser destructivo. Aunque sabía que sólo jugaba conmigo divirtiéndose viéndome bailar al compás de sus caricias.....¿Cuándo fue que me enamoré?
   -No, Furuta. Nuestra "relación" se acabó-respondió con despiadada serenidad. Algo en su rostro había cambiado, se percibía un anhelo, un deseo y un sueño.
   -No me diga que ha descubierto que ama a Kishō-san.
Mi jefe rió en voz alta, entonces me aproveche de su descuido para rodear su cuello con mis brazos y le susurré:
    -Realmente sería una lastima porque para Kishō-san.....usted mi querido jefe es sólo una herramienta.
Nuestras miradas volvieron a encontrarse y durante un breve momento su rostro se tornó inesperadamente​ vulnerable.
    -No necesitas preocuparte por mí Furuta, ahora Arima es mi herramienta.-se llevó la mano al vientre y añadió en tono de frío desprecio, como si en toda su vida no hubiera hecho otra cosa que dar órdenes.- Vámonos, tenemos trabajo.
    -¿Jefe, no hace otra cosa que trabajar? ¿jefe? ¡No me ignore!
Bajó la vista para ocultar una sonrisa burlona mientras caminaba hacia la salida. Lo vi desaparecer tras la puerta. Me quedé un momento antes de seguirlo pensando en sus caricias sin compromiso, en nuestras risas despreocupadas, los besos desenfrenados, en el placer inmenso de la traición que cometíamos juntos, todo como parte de la obsesión y la pasión; de mi amor y de su juego.
Un juego que había terminado......para dar inicio a otro con más jugadores de por medio.

¿No es así......Arima 2.0?

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