~Capítulo VIII - Sé lo que quiero~

462 32 5
                                    

De aquellos campos de inocencia;
No queda ninguna flor.


Había amanecido gris, pero en aquel momento el sol brillaba de una manera insolente. Pero al menos, el viento recorría el distrito abundantemente y con un toque refrescante. Algo que, mi mente fatigada y dispersa agradecía. Sé que es normal que un bebé llore la mayoría del tiempo en sus primeros meses de vida-sobretodo en la noche y otros momentos poco oportunos-sin embargo creo que Rentō excede los límites. ¿A qué le tendrá tanto miedo? ¿Qué le causa dolor? ¿Qué la incómoda?
En fin, hoy tengo cita con la modista-para la prueba del kimono que usaré en "mi boda"- así que he dejado a Rentō bajo el cuidado de Shirazu y Saiko (espero que todo vaya bien).
Lotus -asi se llama la tienda-es un espacio totalmente diáfano, divido por grandes ventanales de cristal y columnas de hierro. Al entrar te encuentras con un magnífico jardín y una fuente de mármol. Al cruzar esta el recibidor: con sillones de cuero, suelo y paredes de madera.....¡Un lugar de ensueño!
   -Buenos días...
   -Bienvenido Sasaki-san, le va encantar su kimono. Pase por aquí.
   -(¿Recordar el nombre de tus clientes? Supongo que es lo normal en este tipo de negocios)
   No era difícil apreciar la clase de persona que era; una chica desenvuelta, afable, alegre y atenta. Alguien que ha aprendido a sonreirle a las desgracias de la vida. Me dejé llevar por la música de su voz y le seguí. La modista-tan excesivamente joven, con su esperanza imperturbable-colocaba con esmero y paciencia su creación; ese kimono completamente blanco, símbolo de la pureza. Mientras yo no podía escapar de mi reflejo, encerrado en aquella habitación rodeado de espejos que me miraban con recelo.
   -Le queda realmente perfecto. Ahora solo falta el maquillaje.
   Tal vez yo no sabía lo que era bonito o lo que no lo era, porque al verme en todos esos espejos disfrazado de aquella manera; mi rostro cubierto por un polvo blanco, con los labios teñidos de rojo. Las mangas y la cola del kimono arrastrándose como gusanos en el suelo. No estaba de acuerdo con ella.
    -Espere un momento Sasaki-san iré por el *wataboshi.
   La modista se movió velozmente hacia la puerta dejándome solo aunque no fue por mucho tiempo. Etto entró con la mirada altiva y burlona, la sonrisa irónica que yo (lamentablemente) conocía tan bien.
   -¿Qué hace aquí Takatsuki-sensei?
   Rió con malicia y los ojos le brillaron:
   -Te ves tan enamorado que me siento algo preocupada. No olvides que Kisho sólo está jugando con "Sasaki".
   Nuestras miradas se enfrentaron con la misma intensidad, preparándonos para atacar al primer indicio de hostilidad que diera el otro.
   -¿Jugando?
   -No creerás que Arima Kisho está realmente enamorado de "Sasaki Haise".
   Yo pongo cara severa y pregunté amenazador:
  -¿Takatsuki-sensei, a qué debo su "visita"?
   Acto seguido se sumió en un silencio absoluto. No era un silencio incómodo o, al menos eso parecía. Pero había algo en su mirada -y en su sonrisa-que me hizo sentir intranquilo.
   -Necesito que visites a un amigo mío. Es ..... tiene una valiosa información y bueno tú eres el único que puede entrar al Cochlea sin tener que causar tanto escándalo.
   Asentí, pero todo lo que quería hacer era escupirle en la cara. A veces me pregunto porqué me uní al Aogiri, y siempre me encuentro con la misma respuesta; quería simplemente desobedecerlo, llevarle la contraria, lastimarlo traicionando su confianza.
  -¿Qué tipo de información?
  -Él estuvo investigando a Arima Kisho. Sólo quiero saber si  su investigación arrojó  efectivamente que Arima es miembro de V.
   -Eso es imposible.
   -K-a-n-e-k-i -dijo con voz dulce-nada es imposible en este mundo.
   -No .....te equivocas-respondí en voz baja y, por primera vez en la conversación ella evitó mi mirada. Arima no podía ser miembro de V. No podía haberle mentido a Haise.....Etto sólo quería sacarme de mis casillas. Ese hombre confirmaría que yo estoy en lo correcto. En el momento de irse se acercó y me alborotó el pelo con la mano:
   -~Nos vemos pronto y, suerte futuro "Arima Haise"~
   Sumergido en mis pensamientos no me di cuenta de la presencia de la modista. Vi asomar el terror en su rostro, un terror ciego que le provocó temblor en los brazos y en el cuerpo. Fue entonces cuando me di cuenta que había dejado de utilizar mi disfraz de Sasaki Haise.

      Finalmente llegué a "mi oficina"(después de arreglar el problema de la modista), esa oficina con piso alfombrado, con paredes de un blanco impoluto y, con el penduleo del reloj que resuena en mi memoria

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  
   Finalmente llegué a "mi oficina"(después de arreglar el problema de la modista), esa oficina con piso alfombrado, con paredes de un blanco impoluto y, con el penduleo del reloj que resuena en mi memoria. En cuanto me hubiera tomado un café, se desolverían mis demoladoras preocupaciones. Pero siempre que necesitas tranquilidad, aparece alguien para incordiarte. Furuta me tomó de la cintura y besó lentamente mi cuello. Furuta.....siempre tan inoportuno.
   -¿Le preocupa algo, jefe?-dijo sonriendo, inclinando su rostro sobre el mío.
   Su cara era invitadora, hipnótica, burlona. Atraía, embrujaba y al mismo tiempo repelía. Era la aberrante caricatura de un payaso. Fue entonces cuando él, en un arranque repentino, me tomó de la cabeza, acercó su cara a la mía y nos besamos con violencia y lujuria también; su boca era suave, húmeda y su lengua, templada por el deseo, se deslizaba por mis labios acariciándolos, encontrándose con la mía. Lo atraje más hacia mi. Era un simulacro de pasión y placer. ¿Qué era lo que pretendía con esto?  Me aparté entonces bruscamente de él.
   -Es suficiente Furuta-digo con tono de amonestación. Y me siento en aquella silla de cuero negro detrás de mí escritorio, trás revisar los papeles sobre este, digo:
   -¿No encontraste nada relevante en el sótano de Kanou?
   -¡Pero jefe!-sé llevo la mano a la boca de forma melodramática-¿No estará enfadado conmigo solo porque Kisho-san malentendió mis palabras?
   ¿No escucha o finge no escuchar? ¿Qué es lo que no quieres que me entere,  payaso de Kanou?
   -Furuta, ven aquí, acércate.....
  Matarlo rápidamente, sin darle tiempo siquiera de gritar. Pero aquel propósito se disipó, tal como había venido; si hubiera podido sucumbir al instante, me habría ahorrado tantos problemas.  Pero en vez de eso lo besé y Furuta me correspondió con dulzura. Error trás error....Ah, ¿cuántos más cometería por Arima Kisho?  Arima.... Arima...Arima. Usted me ama como yo lo hago ¿cierto?  ¡Ja, ja, ja! Nada de eso, sólo bromeaba.
   -Furuta, vuelve a revisar el sótano. Y, esta vez no me mientas.
   -Como usted ordene jefe.
   Y por la dulzura de su expresión, por la forma en que me miró desde la puerta, comprendí que había dicho algo incorrecto. Suspiré no tenía tiempo para preocuparme de eso, debía ir al Cochlea y saber la verdad. Me levanté con rapidez y me acerqué a la puerta, permanecí un momento ahí asegurandome de que Furuta ya no se encontrará en el pasillo. Una vez que comprobé que no había peligro salí con pasó tranquilo. Nadie reparó en mi, solo era un asesino más. Subí al auto, sin prisas lo encendí y tomé la ruta más rápida al Cochlea.

 Subí al auto, sin prisas lo encendí y tomé la ruta más rápida al Cochlea

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Requiem Donde viven las historias. Descúbrelo ahora