~Capítulo XII - Se puede vivir sin pensar~

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Tu vida recorre mis venas.
¿Quiero devorarte?

 
   Se le nubló la vista y todos los objetos que había en la habitación parecieron desvanecerse. Se había mantenido conciente hasta el momento por estar en los brazos de Arima pero ahora eso ya no ayudaba. No sentía ya dolor, solo que su conciencia caía en la oscuridad total. Se despertó en su cama, muerto de hambre y extrañamente alerta desde el segundo mismo en que despertó. Su habitación estaba infestada de aparatos y herramientas médicas. <<¿Qué era lo había pasado?>>. Se incorporó lentamente, todavía se sentía algo mareado. Notó en que su brazo izquierdo tenía colocada una intravenosa, de inmediato reconoció ese olor que aumentó su mareo; supresores RC. La arrancó con furia, dejando que su sangre corriera y trató de incorporarse. Entonces se abrió la puerta; era Arima acompañado de Madarame Amida.
   -Buenos días Sasaki, espero que te sientas mejor después de dormir por diez días- dijo con una voz fría y firme mientras Arima volvía a recostar a Kaneki.
Madarame Amida es el mejor médico y científico que existe en todo referente a ghouls. Un miembro veterano de V. Un hombre que podía tener ideas poco ortodoxas acerca de qué constituía la justicia y que conocía mejor el arte de reprimir sus accesos de ira o maldad. Desde que se unió al Aogiri lo conocía y todavía no se había acostumbrado a esa retorcida forma de entender el mundo. Es alguien con quien no es recomendable estar relacionado y sin embargo Kaneki estaba unido a él por un secreto; ambos estaban jugando en dos bandos.
   -¿Por qué los supresores RC? ¿qué pasa?
   -Vale, lo diré directamente, van a ser padres. Aunque digamos que las perspectivas que todo salga bien no son precisamente seductoras.
  -Un bebé. Voy a tener un bebé.- repitió Kaneki de forma mecánica, obsesiva. Mientras tanto Arima tenía la mirada fija en la nada y su rostro carente de expresión, frío y distante, no revelaba la furia y el deseo de matar que sentía. <<¿Cómo había permitido que pasará? ¿Cómo no se dió cuenta antes? Todo era parte del plan de V.>>. Nunca habían considerado a Kaneki Ken como su sucesor sino como un medio para obtenerlo por eso tanto secretismo de parte de Amida.
Salió de la habitación sin dirigir una palabra dejándolos solos. Tenía asuntos que arreglar con sus "superiores". Amida cruzó los brazos pensativamente y finalmente dijo:
   -Bien Sasaki, vas a tener un hijo. Ahora la pregunta es.....¿arriesgarás tu vida con un solo 30% de posibilidades (en realidad no hay posibilidades pero me gusta dar esperanzas falsas) que éste sobreviva?
   -He arriesgado mi vida en bastantes ocasiones por los malditos de los Washuu, ¿crees que no lo haría por mi hijo?
Escucha como se desvanece su voz y da paso al silencio. Amida sonríe con una expresión fría y sin sentimientos. En el rostro de Amida siempre habitaba una seriedad aterradora pero cuando sonreía era peor; helaba las miradas.
   -También es hijo de Kishō y por lo tanto esa criatura será un Washuu. Es algo bastante divertido ¿no te parece?
Lo ponía nervioso que Amida lo llamara en aquel tono burlón que había utilizado. No era nada bueno convertirse en un objeto de interés para ese hombre.
   -Parece que lo único que sabes decir son cosas agradables Amida.
Una risa ominosa, fría, cruel incluso flotó en el ambiente.
   -Es hora de irme (debo evitar que Kishō haga alguna locura), pero vendré mañana a revisar cómo esa criatura te va consumiendo. Adiós Sasaki ¿o Kaneki?
   -Depende de que lado estés ahora, ¿Aogiri o V?
En una actitud muy seria Amida dió media vuelta pero antes de salir se detuvo y exclamó:
   -Solo mantente alerta, pueden pasarte muchas cosas y no solo lo digo por Furuta.
   -¿Te refieres a la "elegante" habitación que me han construido en el Cochlea?
   -Eres un chico listo (por eso me gustas). Y también no provoques que Kishō se vuelva en contra de V.
   -¿Oh, estás preocupado por él?-Una sonrisa maliciosa se formó en sus labios otorgándole un aspecto provocativo y seductor.
   -Ahora entiendo porque te llevas "tan bien" con Furuta. ¿Te has entregado a él?
   -¡¿Qué tiene que ver eso con....?!
   -No, no lo has hecho ¿o me equivoco? Y yo sé la razón; es por que no puedes, no soportas que nadie más que Kishō te toque de esa manera.
   -Vete Amida -respondió Kaneki reprimiendo sus sentimientos más que nunca-. He tenido suficiente de ti por hoy.
Amida abrió la puerta y salió cuando notó que Kaneki comenzaba a reír. Se recargó en la puerta cerrada y mirando hacia arriba suspiró al escuchar como la risa de Kaneki se diluía en sollozos. No podía negar que le gustaba Kaneki Ken por sus sinceridades y perversidades por la variedad y las sorpresas de su carácter pero también apreciaba a Kishō, después de todo era hijo de la mujer que alguna vez amó. Y ahora, su vida pendía de un hilo tan frágil y su sacrificio no serviría de nada. Incluso si esa criatura sobrevivía, V se lo quitaría. Es que no se daba cuenta que ningún sacrificio tenía una recompensa.

***

  Al anochecer se presentó Arima con una bandeja de comida. Ayudó a Kaneki a incorporarse, apoyándole la espalda contra la almohada y le empezó a dar de comer, mientras lo hacía le calmó con palabras suaves, acariciando su espalda con ese movimiento tan familiar que le serenaba. Todo el día había estado maldicendo a Amida, llorando de impotencia y coraje porque sabía que tenía razón. Debía tener un aspecto horrible para que Arima se portara de esa manera, ¿o había sido siempre así con Haise?
  -¿Ha disminuído el dolor, Haise?
   -Sí, casi no me duele, es bueno estar así respirando, sin esas náuseas.
Sin embargo, allí, en el fondo, un hambre insaciable, una sed inmesa. Un vacío que parecía que nunca podría ser llenado, pero que quería, deseaba, exigía siempre lo mismo; carne, sangre, vida crecía sin algún control.
   -Solo descansa- le pidió, besándolo en la mejilla, muy cerca de la boca.-Yo me encargaré de lo demás.
Kaneki aspiró su olor; era agradable, muy dulce, tan embriagador, tentador y extremadamente peligroso. La voluntad ordenaba volver al caos. Los brazos de Kaneki se deslizaron alrededor del cuello de Arima.
   -No te vayas.... Kishō.
   -Kaneki Ken, debemos hablar...
   -Así que ya lo sabes (de manera de que a esto también se refería Amida). Bueno ésto hace las cosas más fáciles para mí- le dijo, antes de apretar sus labios contra los suyos; el beso fue largo, profundo, infinitamente tierno. Sus emociones los superaron, la venganza se mezcló con la pasión. Ninguno de los dos tenía opción de decidir cuándo estaban juntos. Arima le sujetó de la cintura y lo atrajo suavemente, profundizando el beso y notando el sabor de la sangre de su boca.
   -Lo he extrañado tanto Arima-san, le escuchó susurrar. Se apartó de él y lo observó por un momento. Su madurez le había otorgado una belleza elegante, seductora. Su mirada irradiaba tanta seguridad y ....
    -Arima-san....
<<¿Por qué seguía usando esa voz?>> Cuando Kaneki volvió a besarlo, Arima lo rodeó con los brazos en un gesto posesivo. La voz de la cordura volvió a convertirse en un obsesivo y lejano zumbido. Sus manos comenzaron a recorrer caminos conocidos, la ropa deslizándose sin caer del todo. Solo con ver la piel desnuda de Arima, acariciarla. Con tan solo eso estaba ardiendo de impaciencia por unirse a él. Y las lágrimas cayeron mientras sus suspiros se intercalaban con llamadas ansiosas y llenas de deseo. Lo necesitaba tanto. Como se odiaba a si mismo por haberse enamorado de Arima Kishō, por caer en la trampa que él mismo construyó. Sobretodo por sentirse feliz de tener un hijo suyo, ¿se podía ser más estupido?
Todos esos pensamientos se disolvieron cuando finalmente sus cuerpos se unieron. La piel de Arima, su olor, su cuerpo, por fin era suyos y no de Haise. Era extraño, al final los dos eran el mismo ¿o no? No quería pensar, solo quería sentirlo y luego quizás.. mañana podía intentar dejar de amarlo.
  

   

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