Capítulo XV - Cereza del diablo.

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Ahora lo sé.
El mundo, tal cómo está hecho, no es soportable.
Por eso necesito la luna [....]
En definitiva, algo que quizás sea insensato.
Más allá de lo imaginable, que no sea de este mundo.
Algo que esté por encima de mi medida.
Albert Camus.

Una noche iluminada, llena de sonidos y, sin embargo estaba solo de nuevo en la oscuridad. Todo me ha sido arrebatado, la posibilidad de matar a Rentō y a mi amado jefe. Ni siquiera puedo jugar con la pequeña Catherine. Pero lo peor es mi nuevo trabajo; vigilar a la mascota preferida de mi padre. Quiero decir, Kisho-san no es un estupido, nunca intentaría escapar. Él más que nadie sabe lo que pasa cuando se desobedece a Tsuneyoshi Washuu.
Su madre fue el ejemplo perfecto.
En fin, aquí estoy caminando entre calles atestadas de personas con dirección al bar Kasasagi. Donde según mis investigaciones recientes debe estar Kishō-san. Me deslizo entre los callejones. Zonas oscuras, inmundas y decadentes. Los lugares perfectos para una masacre. ¿No les parecen encantadores?
Me detengo al escuchar voces. Son dos ghouls jóvenes que acechan algo. Ya decía que esta noche no sería tan aburrida. Un paso, luego otro y finalmente logró ver a su presa; Koori Ui, la joven promesa del CCG. "Poseedor de una destreza e inteligencia poco habitual", en palabras de mi padre. Me estaba retorciendo de risa por dentro. Realmente lleva a cabo el papel de hombre desahuciado a la perfección, su actitud reflejaba la depresión más profunda, y sus ojos turbios por el alcohol indiferentes completamente a lo que ocurre en torno suyo, incapaces de notar el peligro porque simplemente no les importa.
Es casi una maravillosa actuación, digna del premio de la academia. Excepto por una ligera falla, que no lo es. Koori-san está rogando por su muerte.
¿Es por la muerte de aquella mujer? . Vaya desperdicio de talento por un motivo tan estúpido.
10 minutos, y él permanece inmóvil apoyado en la pared, aparentemente ensimismado en profundos pensamientos, y me pregunto cuáles serán. 5 minutos, me gustaría eternizarlo en un ser perpetuo, así pálido, blanco como los copos de nieve, en su belleza distante y fría. Pero sé que es imposible, todas las flores se marchitan, incluso las más bellas. 1 minuto, y solo me queda decir, adiós Koori-san.
<<Sé lo que sientes, pero debes confiar más en tus habilidades. Digo solo mírame, yo solía ser un niño rico mimado y llegué a clase especial. Confío en ti, Furuta Nimura>>
Ah demonios, lo he vuelto hacer, se suponía que no debía matar a nadie si no era una orden. Soy un desastre. El olor de la sangre se extiende y finalmente ésto devuelve a la realidad a Koori-san.
-¿Quién está ahí? ¡Muéstrate!
-Buenas noches Koori-san -aqui una encantadora sonrisa-, espero no haberlo asustado.
-¿Quién eres tú?
Me observó fijamente, como si fuera un ser de otro planeta. Sus ojos eran muy oscuros, casi negros. Eran los ojos más cautivadores que había visto en mi vida. De una belleza absolutamente distinta a los de mi amado jefe, incluso a los de Rize-chan. Parecían capaces de devastar a cualquier con una mirada. Me sentí tan inferior, como un gusano.
-Incluso si se lo digo Koori-san, dudo que me reconozca.
Se acercó tanto a mi, que casi podía sentir su aliento y adivinar el sabor de sus labios húmedos. Quería besarlo. Sin pensar en las consecuencias.
-Ah...el subordinado de Sasaki. -dijo, acompañando las palabras con un suspiro. -¿Por qué estás aquí? ¿También quieres morir?
-Solo pasaba por el lugar. -Atrapado en su mirada. En su olor tan cerca, agregué con una sonrisa-. Pero si lo desea podemos ir al Skytree y lanzarnos desde el último piso.
-Tú no lo entiendes. -replicó con la voz quebrada. Oh no, justo lo que necesitaba ahora. Koori-san estaba llorando. ¿Qué se supone que debía hacer?
-Koori-san, ¿Se encuentra bien?
Bien, admito que no ha sido lo mejor que pude haber hecho. Pero demonios, ¡No soy un psicólogo!
-¿Siempre haces preguntas tan estúpidas? -dijo limpiando con el dorso de la mano sus lágrimas, para después gritarme con toda su paciencia- ¡Es obvio que no estoy bien!
Koori-san estaba muy molesto, pero al parecer no tenía fuerzas para hacer nada al respecto.
-Lo siento, ¿ha venido usted solo? -pregunte tras un largo silencio mutuo. Estaba claro por la actitud de Koori-san que mi pregunta no sería bien recibida, pero debía ir a vigilar a Kishō-san lo antes posible y era necesario dejarlo en compañia de alguien confiable. Si lo abandonaba a suerte, podría malinterpretarse.
-¿Ves a alguien más?
Su proximidad comenzaba a inquietarme. Más que su cercanía era ese dulce perfume mezclado con el olor de su piel. ¡Un aroma tan perturbador!
-Quiero decir, es una regla venir acompañado de otro investigador cuando se planea tomar alcohol. Por eso pensé..
-Conozco las malditas reglas -sus ojos tenían un brillo peligroso-, pero sabes qué al diablo con ellas.
De pronto me tomó del brazo, atrayéndome hacia él y luego me beso. Sin mayor esfuerzo y con toda naturalidad. Mi corazón dio un vuelco y la sangre en mis venas parecía hervir. El sabor a sake inundó mi boca. Como el dulce sabor del infierno.
No sé cuánto duró pero cuando volví a la realidad, Koori-san tenía un dedo sobre mis labios, exigiéndome silencio:
-160 Nishishinjuku.
Estaba claro que mi respuesta no importaba, solo debía obedecer. Y así lo hice. No era de extrañar que la dirección que me dijo Koori-san estuviera en la zona de shinjuku, aún así me sorprendió el excesivo lujo de aquel lugar. Una vez dentro del departamento, Koori-san me aprisionó contra la pared, y volvió a besarme.
¿Qué? , no me creen eso fue lo que pasó. Sé que soy un mentiroso sin remedio pero ésta vez les digo la verdad. Yo aún sigo confundido con lo que ocurrío esa noche. Pero lo más gracioso e inverosímil -viéndolo desde retrospectiva- viene a continuación:
-Furuta.. -susurró, con ojos desbordantes de deseo, mientras su cuerpo se apretaba contra el mío. ¡Si tan solo pudiera apartar la mirada!
Su aroma se esparció en el aire, tomando posesión de mi razón. Tomándolo de la cintura lo tumbe encima de la cama. Todo transcurrió dócilmente. Besos, caricias. Solo nuestros ojos y manos hablaban. Apartando la ropa, sintiendo por primera vez el tacto de su cuerpo. Lo hice mío con una pasión que no creí que existiera en mi. No fue por un instinto animal o simple deseo, era algo distinto y eso me confundía. Nunca había tenido aquella sensación. Era extraño.Tan extraño, que una frase salió de mi boca abruptamente; lo amo Koori-san.
Cuando desperté una luz anaranjada se filtraba entre las persianas. Koori-san estaba de pie a mi lado, mirándome como si hubiera esperado mi despertar.
-Buenos días Furuta. -Su voz poseía una extraña calidez. Despertando en mi un sentimiento compasivo y protector.
-Buenos días Koori-san.
‎-El ofuro* está listo y he preparado el desayuno.
‎-Oh claro, gracias Koori-san.
No sabía que más decir, y no suelo quedarme sin palabras. Tomé mi ropa y me dirigí al ofuro. El desayuno transcurrió sin grandes novedades, ninguno de los dos mencionó nada respecto a lo ocurrido. No fue hasta que estaba en la puerta que fui capaz de hablar.
‎-Koori-san me disculpó por mis acciones. Sé que no tengo justificación, que me aproveché de su condición. Ruego por su perdón.
-No me forzaste a nada Furuta. Lo que pasó entre nosotros fue porque ambos así lo quisimos. -Me acarició el pelo de una manera que me recordó a mi madre.- No te preocupes, de hecho creo que yo me aproveché de mi condición.
-Me alegro que lo haya hecho.
Koori-san río con ganas. Una risa vibrante y potente.
Agradable.
-Eso es mentira.
-¿Qué puedo decir Koori-san? Soy el primero en disfrutar de mis propias mentiras.
-Claro.
-Koori-san, ¿Nos veremos de nuevo? -le susurré al oído.
-Me agradas Furuta pero sabes que...
‎-Fue algo casual -lo interrumpí con tono dulce pero con total convicción-, claro que sí, soy el rey de la casualidad después de todo.
Koori-san se mordió el labio y oculto la mirada.
‎ -Dame tu celular -dijo por fin, lenta y cuidadosamente. Lo obedecí. Presionó varias teclas a una velocidad impresionante y me lo devolvió. -Listo, ya me tienes como contacto, y ya he memorizado tú correo.
‎-Entiendo, solo una pregunta más Koori-san.
‎-Te escucho.
‎-¿Me da un beso de despedida?
‎-Eres como un niño Furuta, me agrada eso. -depositó un beso en mi mejilla y cerró la puerta.
Era increíble cómo Koori-san se abrió paso dentro de mi hasta llegar a lo profundo de un mi inexistente corazón en tan solo una noche. ¿No creen que existe algo siniestro en todo esto?
‎Justo cuando salgo del departamento de Koori-san mi teléfono suena. Es un mensaje. Lo abro creyendo que es de él. No lo es. Esta escrito de una manera tan simple, sin emoción pero me abruma totalmente.
‎<<Los pájaros que vigilabas*, se han escapado>>
Rompí a reír a carcajadas, realmente eran idiotas si creían que podían escapar. Que ingenuos. No iba renunciar a aquello que me pertenece por derecho propio, asi tenga que hacer arder a Tokio.

***

*Ofuro: Es un baño japonés de agua caliente. El ofuro difiere de la bañera convencional por ser más profundo.
Wikipedia.

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