Capitulo 13: Faded

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JunHong acariciaba el cabello de su hijo mientras su mirada se fijaba en la nada, el medico un par de horas antes le comentó que habían encontrado un donador compatible, el modelo no tuvo que cuestionar la identidad de ese personaje, lo sabía, el padre de su pequeño Nam había ido a salvarlo, una lagrima recorrió su mejilla era feliz al saber que su hijo tendría una oportunidad pero también las culpas lo carcomían, no tuvo el valor de hablar con la verdad, de enfrentar a Jepp, de confesar sus sentimientos a YongGuk, aquella situación simulaba un capitulo de una novela dramática, protagonistas llorando a cada vuelta de página, tontos inseguros que no tiene la valentía de gritar sus sentimientos, corriendo siempre en círculos, beso la frente del pequeño el ruido de la puerta abriéndose capto su atención.

—¿Tu?.—Salió de sus labios detrás del cubre bocas, YongGuk aparecía cubierto por una bata, usando un cubre—bocas y guantes.—No creo sea el lugar correcto para pelear.

—Lo sé, por eso decidí hablar contigo frente a nuestro hijo para que ambos controlemos nuestra lengua.—Jun abrió los ojos ante la palabra "nuestro".—Quiero pedirte perdón.—El hombre hizo una reverencia de 90 grados frente a la cama donde el hombre se encontraba sentado a lado del paciente.—Perdóname por el daño que te hice en el pasado ahora comprendo tu sed de venganza, tu ansia por lastimarme.—Tenía la vista en el piso incapaz de ver a Jun a los ojos, los recuerdos de sus pesadillas se volvían tangibles, su peor miedo cobraba vida.—  Deseo con todo el corazón formar parte de la vida de nuestro hijo pero sé que no merezco tal privilegio, lo conocí en Seul y soy su amigo.—Apretó fuertemente los párpados.—Te pido, mejor dicho te suplico me dejes seguir teniendo contacto con él, seguir siendo su amigo.—Levanto el rostro evitando mirar los ojos del castaño.—Quiero que mis dos hijos se conozcan y se traten.

Un signo de interrogación se formo en el rostro de Zelo, su quijada se desencajo, se puso de pie para caminar a donde se encontraba el mayor trató de tocar su mejilla izquierda pero este giro el rostro, ¿Lo odiaba? ¿Le continuaba guardando rencor? la respuesta era sí,  YongGuk caminó en dirección a donde descansaba su hijo, tomo asiento a su lado para guardar su pequeña mano entre las suyas.

—YoungJae está esperando un hijo mío.—Confesó tratando de sonreír, acomodo un mechón rebelde que aparecía en la frente del menor, el mismo que Jun minutos antes acariciaba.— Me hubiese dado mucha alegría saber que era padre antes de que me engañaras.—No quería reclamarle pero continuaba albergando ese sentimiento llamado resentimiento.— Si hubieses llegado diciendo que tenias un hijo mío tal ves todo fuera diferente.—Chasqueo la lengua sin apartar los ojos de esas infantiles facciones.—Tal vez hubiésemos tenido una buena amistad.

—Lo dudo, cuando fui a buscarte para decirte que esperaba un hijo me enviaste 100 dólares con uno de tus amigos, la misma cantidad que le dabas a todas tus "amantes" para que se deshicieran de tus "bastardos".—Le habló venenosamente tomando asiento al otro extremo de la cama.—Quería que pagaras por el daño que me hiciste en el pasado, no que fueras el padre de MI hijo,.—La rabia lo consumía por dentro, sus hombros cargaban el odio formado por tantos años, de amargura, de furia, ¿Por qué él no era YoungJae? ¿Porqué Bang no podía amarlo?.—Si cuando estaba solo no necesite algo de ti ¿Porqué ahora? no me importas Jepp sino fuera por mi hijo nunca te hubiese dicho la verdad, pronto tendrás tu propia familia así que no debes inmiscuirse en la mía.

Nuevamente YongGuk comprobaba que esos bellos labios rosas eran los más venenosos que jamás conoció, crueles palabras escapaban, el corazón de ese chico era un témpano de hielo, lo comprendía, lo justificaba pero le dolía, lastimaba, la herida crecía supurando pus, él era el único culpable, Jepp era el causante que un bello ángel se convirtiera en un despiadado verdugo, jamás podrían estar juntos, cada paso que daban, cada conversación le afirmaba que nunca debían estar juntos, sin querer los dedos de ambos hombres se tocaron, Bang quito velozmente la suya, sabía que Zelo lo detestaba, sentía asco, no olvidaba las palabras dichas en su oficina, la decisión impregnada en esas orbes cafés .

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