Destino y Seducción.

Capítulo Ocho: Lo detesto y me encanta.

Cuando llegaron al restaurante este estaba lleno, por lo que tuvieron que esperar 10 minutos a que desocuparan una mesa, pero cuando al fin obtuvieron una, era la del fondo, en una esquina y la más apartada pero con una linda vista, ella se quedó asombrada por el lugar, ya que por fuera no se apreciaba la vista que tenía el establecimiento.
-¿Te gusta el sitio? Le consultó él, al ver la forma en que ella miraba el sitio.
-¡Es hermosa la vista Ethan, gracias! En ese preciso momento se les acercó el camarero y cómo ya sabían qué comerían de una vez ordenaron para ambos la sopa azteca, tan recomendada por Ethan. Cuando llegó su pedido ambos comieron en silencio, ella porque la sopa de verdad estaba muy buena y tenía pena de las molestias que le provocaba a él y Ethan porque no quería interrumpir la comida de ella.
Cuando ambos terminaron de comer y Sophia se tomó su medicamento, él la tomó de la mano y se fueron para su departamento, como ella iba con un poco de sueño, al llegar sólo se lavó los dientes, la cara, se cambió de ropa y se acostó un rato, él aprovechó para llamar al director y concordar algunas cuestiones sobre las clases, aunque debía de hablar otras cosas en persona con él.
A las cinco de la tarde se despertó Sophia, se quedó cinco minutos más en la cama, pero se levantó para beber un poco de café, llegó a la cocina lo preparó y al ver que no estaba Ethan fue a buscarlo, lo llamó varias veces pero él nunca contestó, al ver que no respondía llegó a su oficina pero no estaba, extrañada de que él saliera ya que no le había dicho que lo haría o al menos no lo recordaba, fue hasta la habitación de él, tocó la puerta pero no escuchó nada así que la abrió y en ese momento le llegó el aroma de él, la habitación olía a colonia de hombre, a crema de afeitar y al jabón que él siempre usaba, haciendo una mezcla deliciosa en el ambiente, ella al percibir la delicia cerró los ojos e inhalo el aroma, al darse cuenta que parecía una adolecente se compuso y entro más y ahí estaba él en la cama dormido con sólo un pantalón de pijama y sin camisa.
Se le acerco pero antes decidió mirarlo por unos cuantos segundos, ¡Madre mía él es tan perfecto! ¡Ya Sophia pareces tonta, compórtate! Pensó.
-¡Ethan despierta, ya está listo el café! Pero él seguía dormido como un tronco.
-¡Ethan! Lo intentó de nuevo y nada que despertaba. -¡Este hombre parece que es él el que se toma las pastillas y no yo, tiene el sueño demasiado profundo!
-¡Ethan! Esta vez lo llamó y lo sacudió al mismo tiempo, por lo que él aún medio dormido, la tomó de la mano y la haló hacía la cama acostándola a la par de él. ¡Ay mierda! Pensó ella y ahora ¿Qué hago?, Yo sólo lo quería despertar para que tomara una taza de café, no para acostarme con él.
Ella incómoda por la situación se movió provocando que él la abrazara y le cruzara una pierna sobre las de ella, ¡Ay no, esto no está pasando, soy una tonta!
-¡Ethan, mierda hombre despierta! Le dijo ella ya un poco enojada, porque al ser él más grande y más fuerte no podía hacer nada contra él. Cuando él escuchó esto y que algo o alguien se movía abrió un ojo y la vio a ella tan cerca de su cara que si quería en ese momento la podía besar.
-¿Qué pasa? Y -¿Qué haces aquí? Le preguntó pero aún no la soltaba.
-¡Yo sólo vine a decirte que ya estaba el café!
-Y ¿Cómo terminaste en mi cama? En ese momento se dio cuenta que él era el que la abrazaba y el que tenía una pierna sobre ella, pero se hizo el que no sabía cómo estaban las cosas.
-¡Tú! Gritó ella, -¡Tú me halaste a tu cama! Volvió a gritar, pero esta vez moviéndose para que él la dejara de abrazar, pero esto provocó que él sólo se acomodara mejor y quedara sobre ella, (por supuesto este movimiento lo hizo él de forma consciente).
-¡Ethan! Gritó ella al ver que él estaba sobre ella pero que no ponía todo su peso.
-¿Qué haces? -¡Quítate! Gritó. Provocando que él sonriera y se le quedara viendo a los ojos.
-¡Ethan! Volvió a gritar Sophia-¡Pesas mucho! Le dijo pero lo hacía para que él se quitara de encima porque era mentira que la estaba aplastando.
-¡No mientas, no te estoy aplastando! Dijo él con una sonrisa.
-¡Ay, eres tan exasperante! -¡Te detesto Ethan! Le dijo ella con los dientes apretados.
-¡No me odias y lo sabes. pequeña!