Capítulo Diez: ¡Estoy enamorada de mi profesor!

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Mientras ella gritaba, él daba más vueltas y se reía de escucharla a ella como si fuera una niñita. Cuando ya los dos estaban cansados, ella de tanto gritar y a la vez de reír y él por lo que estaba haciendo, se sentó en el piso colocando a Sophia sobre sus piernas.
-¿Estás bien? Le preguntó él apartando su cabello de la cara de ella.
-¡Si, sólo un poco mareada! Cuando ella le contestó lo miró a los ojos, en ese preciso momento se dio cuenta que él la estaba mirando de la misma forma que lo había hecho anteriormente.
-¿Qué pasa Ethan? Le preguntó ella con una voz nerviosa.
-¡Nada, no pasa nada! Le contestó él aun mirándola.
-¿Por qué me ves así entonces?
-¡Sophie! Le dijo él y en ese momento tomó su rostro y poco a poco empezó a acercar sus labios a los de ella. Cuando Sophia sintió los labios de Ethan, cerró los ojos en un principio por miedo a lo que él estaba haciendo, pero luego los dejó así por lo bien que se sentía su contacto. Ella colocó sus manos a cada lado del rostro de él y profundizó el beso. Cuando ambos se apartaron él se le quedó viendo y la volvió a besar, ella le respondió pero en ese momento empezó a sonar la alarma del horno, en el que ella había puesto unas tostadas.
-¿Qué es eso? -¿Por qué suena la alarma del horno, hiciste algo?
-¡Mmm si, hice unas tostadas, creí que te gustaría acompañar el café con algo! Le contestó a él con la cara baja y poniéndose roja.
-¡No hay problema, eres una genio! Y diciendo esto la hizo a un lado para él ponerse de pie primero para luego ayudarla.
-¡Vamos huele delicioso! Y diciendo esto los dos caminaron hasta la cocina, pero a mitad de camino él se detuvo.
-¿Qué sucede? Preguntó Sophia.
-¡Nada! Cuando él termino de hablar la tomó por la cintura y la besó.
-¡Ethan! Dijo ella aún con los labios de él en los suyos, por lo que él se apartó un poco y la vio. -¡Lo siento, yo no sé qué me pasó! -¡Shhh! Dijo ella dándole un piquito en los labios, tomándolo de la mano y caminando hacia la cocina. Después del café ambos fueron a la sala y se pusieron a ver una película de miedo. (Por supuesto él la escogió porque ella las detesta).
-¡Te odio! -¡Esta película me da mucho miedo Ethan!
-¡No te preocupes para eso estoy yo aquí! Contestó él abrazándola. Sophia se quedó dormida, no llegó ni a la mitad de la película pero cuando al día siguiente se despertó se dio cuenta que no estaba en el cuarto de huéspedes, sino en uno más grande y fue ahí cuando se dio cuenta que estaba en el cuarto de Ethan, por lo que se levantó y fue al baño, al salir de ahí iba entrando Ethan a la habitación.
-¡Hey, ya te despertaste, te traje el desayuno! Y diciendo esto la besó.
-¡Buenos días y gracias! Dijo ella poniéndose roja como un tomate.
-¡Con gusto! La miró y se dio cuenta que ella tenía pena y que estaba roja por lo que empezó a reír.
-¿De qué te ríes tú? Le dijo de una forma que le hizo saber a Ethan que estaba enojada.
-¡De nada, sólo que estás roja!
-¡Cállate! Le dijo ella tapando su rostro con una almohada, cuando la tenía en su cara se dio cuenta que era la de él, porque olía a colonia de hombre y a su jabón de baño.
-¡Tranquila, ven! Dijo Ethan quitándole la almohada de la cara. -¡Te ves hermosa cuando te pones así! -¿Sabías? Dándole un beso en la boca.
-¡No, no sabía! Dijo ella sacándole la lengua.
-¡Desayuna, se te va a enfriar!
-¡Qué rico hotcakes! -¿Tienes miel de abeja, por casualidad?
-¡Claro, ya te la traigo! Cuando él salió de la habitación Sophia sentía como que volaba, ¡No puede ser que esto me esté pasando! ¿En qué me metí?
-¡Aquí está la miel de abeja, toma, está llena porque a mí la que más me gusta es la miel de maple! Le explicó él.
-¡Gracias! -¿En verdad prefieres la de maple que la miel de abeja? -¡Si, por supuesto! Contestó Ethan con una sonrisa. Cuando terminaron de desayunar, Ethan se puso de pie y tomó los platos para llevarlos a la cocina.
-¡Hey, espera! Gritó Sophia.
-¿Qué sucede? -¿Estás bien?, -¿Te sientes mal?
-¡No, no y no! -¡Estoy bien, sólo que habíamos hecho un trato tú y yo!
-¿En verdad? Preguntó él con una cara de confusión.
-¡Claro, cuando hice el desayuno, tú dijiste que a ti te tocaba lavar los platos porque yo había hecho el desayuno! -¿Recuerdas?
-¡Si y...!
-¡Bueno a mí me toca lavar los platos! Le contestó ella de una forma seria.
-¡Mmm nop, nada de eso preciosa, yo los lavó, descansa! Cuando él empezó a caminar Sophia se puso de pie rápido y lo alcanzó.
-¡Dame Ethan, yo los lavo!
-¡No Sophie, ya dije que lo haría yo, no seas necia, reposa mujer!
-¡Estoy harta de estar acostada, voy a ganar algunos kilos, no, ni lo sueñes, no me volveré acostar, sino me dejas lavarlos no importa, iré contigo a la cocina! Diciendo esto le sacó la lengua y empezó a caminar delante de él.

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