-¡Espera! Hay que hacerle una prueba ¿o porque sea una chica no se la vamos a hacer? -dijo Tegan.
Les miré a todos todavía mas extrañada si cabe. Ah, y ya no sólo nos miraban las chicas, ahora también nos miraban los chicos. Maldecí a cada uno de ellos en mis adentros. Nunca me ha gustado ser el centro de atención y desde que llegué parece que no he hecho nada más. Hicieron otra vez esa especie de reunión de grupo y aproveché para tirar los restos de mi puré de patata a la basura. Cuando me di la vuelta ya no estaban.
Era la hora de gimnasia y aún no había encontrado el gimnasio. La chicas le seguían fulminando con la mirada. Si algo claro había sacado ese día es: adiós, amigas. Tampoco quería arrástrame por una amistad, pero resultaba raro que TODAS las chicas del instituto la odiaran sin haber hecho nada. ¿Porque no había hecho nada, verdad? Repasó todo lo que había hecho durante el día y no, no encontró nada. Bueno, le gritó a Dylan, pero nada más y eso tenía que ver con él no con ellas. La gente de este instituto era muy rara. La verdad es que educación física no era mi asignatura favorita, pero al menos no nos mandaban deberes. Sudada me dirigí a los vestuarios, una chica ya me había indicado cuál era mi taquilla, creo que fue la única que me dirigió la palabra en todo el día. Me duché en unas de las duchas individuales. No me hacía gracia que las chicas me miraran desnudas. Al salir de la ducha, envuelta en una toalla, fui a coger la ropa de mi taquilla, pero ¡sorpresa! No estaba. Miré por el suelo y en los retretes sin dar resultado. Gruñí y me ajusté mas si cabe la toalla. Salí furiosa del baño, será zorras... Me la iba a pagar quienquiera que haya sido. Salí del pasillo más furiosa de lo que había estado en toda mi vida. Recorrí los pasillo sólo en toalla y varias personas silbaron mirándome el culo, le enseñé el dedo corazón. Al final del pasillo vi a Dylan con mi ropa y una sonrisa burlona pero será...
-¡Gilipollas! -dije mientras le daba una bofetada con toda mi rabia. Le deje la señal de mi mano y el el se sobó su mejilla. Le arranqué mi ropa de las manos y corrí de vuelta a los vestuarios. Me vestí lo más rápido que pude y fui a la siguiente clase.
Algunos chicos me miraban con lujuria en los ojos y uno incluso me escribió su número de teléfono en el cuaderno. Se acabó, eso si que no lo iba a permitir. Recogí mis cosas y salí de clases antes de que llegara el profesor. Había dado las vueltas suficientes para saber dónde estaba la salida de ese infierno. Antes tuve que ir a mi taquilla a coger lo que tenía ahí. Encontré una nota con una única palabra "PUTA" escrito con pintalabios rojo. La arrugué y la tiré a la papelera más cercana. Me senté en los escalones de entrada a esperar a que acabará la hora, no podía volver a casa a pie y tenía que esperar el autobús. Cuando al fin sonó el timbré me levanté y esperé a que apareciera el autobús.
-Lo siento -dijo una voz a mis espaldas. Me giré y al ver que era Dylan volví a mirar al frente-. ¿No vas a decir nada? -insistió, pero yo seguí en silencio-. Oh vamos, ya te he pedido perdón.
-Olvídame, ¿vale? Ni yo existo para ti, ni tu para mí -espeté.
-Tampoco es para tanto, no exageres..
-¿Qué no exagere? ¡¿Qué no exagere?! Prácticamente me han visto medio desnuda medio instituto y he tenido que soportar a chicos salidos el resto de la mañana. Todo por una ABSURDA broma, espero que os hayáis echado unas buenas risas a mi costa -dije mientras el autobús estacionaba enfrente. Suspiré y entré.
Aproveché que los asientos del fondo estaban libre y me senté allí. Un chico se sentó a mi lado y me miró. No sabía que decir así que volví la cara a la ventana. Notaba la mirada del chico fija en mi, pero simplemente o ignoré.
-Levanta -le dijo una voz, que ya me estaba empezado a sonar familiar, al chico. Él lo miró y asintió.
-¿Se puede saber que narices haces? -le espeté mientras se sentaba a mi lado.
-De momento no quiero ser escultor -soltó y le miré sin entender-. No fabricó narices. A veces la dibujo, pero no creo que se pueda considerar una nariz -dijo, mientras arrugaba la suya. Intenté reprimir una sonrisa, vaya chiste más malo-. Oh, eso que veo ahí es una sonrisa.
-Idiota.
-¡Bienvenida al club Sarah! -dijo Tegan mientras se sentaba al otro lado del pasillo.
-No quiero formar parte de vuestro club -refunfuñé.
-Una pena, pero ya estás dentro y no hay vuelta atrás -me informó y bufé.
-Oye, ¿vosotros sabéis por qué la chicas me odian y dejan notas en mi taquilla?
-¿Qué ponía en la nota? -se interesó Dylan.
-Puta.
-No me extraña, estás con los chicos más guays del colegio -dijo Ray con una carcajada.
-¿Y por qué estás tú aquí? -le pregunté y lo demás rieron.
-Para tu información soy el capitán del equipo de fútbol.
Adiós pasar desapercibida.
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No soy una damisela en apuros
Teen FictionSarah es nueva en el instituto High School. Intenta pasar desapercibida hasta que conoce a Dylan, uno de los jugadores de fútbol más importantes del instituto, por accidente y se hacen amigos. Ella al principio no sabe que él es popular y sin darse...