CAPÍTULO 8

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-Esta es La Cibeles, donde los equipos ganadores la vistes con su equipación. Este año ha sido el Real Madrid -dijo Tegan guiñándome el ojo.

-Por cierto, ¿de dónde vienes? -preguntó curioso Dylan.

-De Cádiz, Andalucía -contesté, sabiendo cuál sería la siguiente pregunta.

-Así que tu acento es andaluz, mola. Y, ¿por qué te mudaste?

-Mi padre murió y mi madre no podía con los recuerdos que le traía aquella casa. Así que decidió que nos mudáramos -dije con añoranza.

-¿Lo echas de menos? -me preguntó Ray.

-Mucho -dije, mientras notaba como mis ojos se ponían acuosos y me apresuré en secármelos. Ellos me miraron compasivos-. ¡Tenéis que seguir enseñándome la ciudad!

Estuvimos horas y horas dando vueltas por Madrid. No volvieron a sacar el tema de mi padre, lo que les agradecí mentalmente. Me extrañó que sólo estuvieran Dylan, Ray, Tegan y Axel. Quizás nos encontraríamos con el resto del grupo más tarde o no. Cuando llegamos a la Plaza Mayor me dejé caer en la silla de un restaurante y los chicos hicieron lo mismo a mi lado. Hacía tiempo que no andaba tanto en tan poco tiempo. Pidieron las bebidas y unos bocadillos.

-Es tradición que cuando alguien viene a Madrid se tome un bocadillo de calamares en la Plaza Mayor -me explicó Dylan.

-¿Y si no te gustan los calamares? -pregunté.

-¿No te gustan?

-Sí, pero podrían no haberlo hecho. No pidáis las cosas por mí -respondí y él rió.

-Chicos, ¿qué os parece ir a la disco después? -nos interrumpió Ray

-Por mí vale -se apuntó Dylan seguido por los demás, sólo quedaba yo.

-No puedo, tengo que estar en casa a las doce -dije encogiéndome de hombros.

-¿Es qué acaso eres Cenicienta? -rió Tegan.

-¿Y tú un capullo? Espera, no contestes. Lo eres -afirmé y se tocó teatralmente el pecho dolido.

-Venga, Sarah. Lo pasaremos bien -intentó convencerme Axel.

-No puedo. Un no es un no. Lo siento chicos.

Tenía MUCHAS ganas de ir con ellos. Pasármelo bien. Desmadrarme por una vez en la vida. Pero una promesa es una promesa y por muchas ganas que tuviera de romperla no lo iba a hacer. Nos trajeron los bocadillos y cogí uno. Sabía a bocadillo de calamares, pero diablos, estábamos tomándolo en ¡la Plaza Mayor! Desde pequeña había tenido una especial devoción por Madrid, aunque de viajar a vivir aquí es otra cosa. Me fascinaban sus calles y sus monumentos. Los chicos

-Eh, Sarah, ¿tú viajas mucho? -me preguntó un interesado Tegan.

-Pues claro.

-Joder, debéis de tener un montón de dinero -dijo Dylan asombrado.

-Claro, en el Google Maps soy rica, pero no se los digas a nadie -le contesté guiñándole el ojo.

-Y, ¿dónde es el último sitio al que has viajado? -sonrió.

- A Cádiz. Lo echo de menos -confesé-. A mis amigos, a la gente de allí, mi casa, mi hogar...

-Prácticamente casa y hogar es lo mismo -apuntó Ray.

-Oh, cállate.

-¿Algún novio al que echar de menos? -me preguntó Axel.

-Rompimos antes de que pasara nada.

-¿Qué pasó? -dijo Tegan. De repente todos se centraban en la conversación sobre mi vida amorosa. Genial.

-Él era mi mejor amigo, me enamoré de él y viceversa, empezamos a salir y me puso los cuernos. Intentamos recuperar nuestra amistad, pero la cosa se había enrarecido -expliqué encogiéndome de hombros incómoda por la repentina atención.

-Que hijo de puta -soltó Dylan.

-Y cabrón -añadieron todos, miré el reloj.

-Bueno, si habéis acabado de insultar a mi ex será mejor que me vaya -dije levantándome-. Pasaóslo bien chicos.

-¡Espera! Te acompaño -dijo Dylan levantándose y cogiendo la chaqueta del respaldo de su silla.

-No hace falta, sé como ir a mi casa y además prometo no coger caramelos de desconocidos.

-Pero quiero hacerlo -insistió-. Además que clase de ca...

-¿Cuándo te vas a enterar que no eres un caballero?

-¡Au! Eso me ha dolido.

-De acuerdo, pero deprisa que ya voy tarde.

Nos despedimos de los chicos y emprendimos camino hacía mi casa. Él se fue comiendo el bocadillo por la calle porque no se lo había acabado. Y después dicen que las chicas somos las que más tardamos en comer... Por suerte mi casa quedaba cerca de Plaza Mayor, me habría dado muchas cosa hacer que entretuviera en acompañarme y que se tuviera que ir solo a la discoteca y buscar a sus amigos entre el gentío que imaginaba que habría. Le miré disimuladamente para ver si estaba molesto por llevarme a casa, aunque fuera él quien se había ofrecido, pero él caminaba como si nada. Cuando llegamos a el portal de mi caso, él apresuró lo que le quedaba de bocadillo y nos detuvimos sin saber muy bien que hacer. ¿Cómo se suponía que tenía que despedirme? ¿Con un abrazo o dos besos? ¿O simplemente debería chocarle los cinco? Sólo éramos amigos, pero era el primero que me llevaba a casa y no teníamos algo más. Finalmente opté por darle un abrazo.

-Gracias por todo, Dylan -susurré contra su cuello y sentí cómo respiraba hondo-. ¡Hasta mañana!

Entré en mi casa mientras notaba su mirada clavada en mi espalda. ¿Tan interesante era?

N/A: Hey!! ¡Que de tiempo! Echaba de menos escribir está novela, pero me quedé sin ideas. Últimamente me estoy centrando más en terminar mi otra novela. Cuando la acabe me centraré más en esta (a menos que me surja otros proyectos). Espero que os guste ;)

No soy una damisela en apuros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora