CAPÍTULO 12

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-¿Qué haces aquí? -pregunté aturdida de volver a verlo. No hablamos ni nos vemos desde que rompimos.

-Venir a visitarte. Sarah, entiendo que tiene que ser duro estar aquí después de lo de tu padre -lo había olvidado.

-Gracias por recordármelo -dije sarcástica mientras intentaba cerrarle la puerta en la cara, pero él puso el pie de por medio.

-¿Cuánto tiempo más piensas seguir enfadada? Ha pasado cerca de un año -soltó de repente. Me di unos golpes con el dedo índice en el labio inferior, fingiendo pensarlo y en sus ojos pude ver la esperanza en sus ojos.

-Nunca -le contesté mientras le daba una patada en la espinilla para que quitara el pie. Y efectivamente lo quitó, pero puso la mano. Joder si que era persistente.

-Déjame pasar -insistió y a regañadientes me aparté para que lo hiciera. Se sentó en el sofá y esperó a que lo imitara. Pero no lo hice. Me senté en el suelo. Genial estaba en mi propia casa y estaba sentada en el suelo. Me sentía como un perro esperando al que le dieran palmadas en la cabeza-. Mira Sarah, sé que la cagué y lo siento. Nunca debimos a salir de haber sabido que íbamos a acabar así, echo de menos a mi mejor amiga.

-Te equivocas, no estaríamos así si no me hubieras puesto los cuernos. Porque antes era todo perfecto -repliqué. Me costaba admitir que seguía dolida por lo que hizo y, sobretodo, me costaba admitir que yo también echaba de menos a mi mejor amigo.

-Llamé a tu madre, cuando pasó lo de tu padre casi diariamente. Quería saber como estabas y tú no me cogías el teléfono -levanté la cabeza bruscamente para mirarle-. Estaba preocupado. Aunque no lo creas me importabas, todavía me importas.

-¿Qué hiciste qué? -dije sorprendida-. No me lo puedo creer. Mi madre no me dijo nada.

-Yo le dije que no lo hiciera. Eras mi mejor amiga, no podía simplemente quedarme de brazos cruzados.

-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te liaste con otra?

-Si te soy sincero no lo sé. Ella estaba allí y llevaba tiempo observándola...

-Eso suena muy acosador -señalé y él soltó una carcajada.

-Un día vino y me dijo que necesitaba una distracción que su novio le había dejado. ¿Quién me iba a decir que al intentar consolar a alguien por finalizar una relación iba a suponer el fin de la mía? -suspiró-. Desde ese día estamos juntos, pero no quería decírtelo para que no te cabreras... Aún más.

-Me alegro de que cortar conmigo haya tenido algo bueno -le dije de corazón. A pesar de todo le quería y después de pensar las cosas más en frío, veía que lo nuestro no tenía futuro.

-Gracias. Y bueno, cuéntame, ¿cómo te ha ido por Madrid?

-No me fue como esperaba -suspiré.

-Ya eso ya lo suponía, pero todo no pudo ser malo.

-Pues no todo, no. Mi plan era pasar desapercibida, pero conocí a un chico el primer día de clases, que resultó ser el más popular del colegio , además del capitán del equipo de fútbol. Él me presentó a sus amigos y todos me ayudaron a integrarme en la escuela, aunque la chicas eran un poco zorras. Me metían notas en la taquilla insultándome, pero eso me da igual. Fue el otro día cuando usaron a mi padre para insultarme, ahí es cuando estallé y decidí que era el momento de volver -le expliqué.

-Lo siento mucho, Sarah. No tenía ni idea -se disculpó y le quité importancia con la mano.

Hacía tanto tiempo que no hablaba con alguien así, que había olvidado lo bien que se sentía una. En ese momento deseé que todo fuera como antes, no haberme enamorado de él. Pero quizás, sólo quizás, podamos volver a estar como antes. Ser los mejores amigos de nuevo.

-Te echo de menos -se sinceró como si me hubiera leído el pensamiento.

-Yo también -susurré y me miró sorprendido.

-Bueno, la casa no se va a limpiar sola -dijo, mientras se incorporaba. Le imité y puse de nuevo a Sia. Empezó a sonar The Greatest, genial, me había dado por esa canción. Dejé que Bryan acabará el salón, mientras yo iba a limpiar mi cuarto.

Cuando entré me quedé sin aliento. No parecía que hubiera estado ahí, excepto por las manchas de los mosquitos que mataba por las noches cuando decidían hacer Formula 1 en mi oído. Iba a necesitar comprar pintura.

No soy una damisela en apuros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora