Limpiar toda la casa nos llevó mas tiempo del que había planeado, así que cuando acabé, no pude hacer otra cosa que revolcarme en el sofá, mientras que Bryan seguía limpiando. "Vaya si que era lento el chico, y no solo mentalmente" pensé mientras observaba como pasaba unas diez veces el trapo por el mismo sitio. Definitivamente, nunca llegaría a ganar un concurso de rapidez. Suspiré y me levanté a ayudarle, pero cada vez que decía que algo estaba listo, él negaba con la cabeza y me decía que tenía que pasarle más veces el trapo. Harta de sus quejas, fui a mi cuarto y rebusqué en los cajones hasta encontrar cinta aislante. Lo cogí de hombro y le senté una silla para después atarle las manos en ellas y los pies a las patas.
-¿Qué coño haces...?
-Estoy intentando acabar de limpiar el salón sin que me molestes, diciéndome que lo hago mal -le expliqué mientras seguí recogiendo el salón.
-Pasa otra vez el...-le puse cinta aislante en la boca y seguí con lo que estaba haciendo. Cuando hube acabado, me acerqué a él-. Estoy tentada a dejarte ahí, pero como soy buena persona no lo voy a hacer -dije mientras le quitaba de un tirón la cinta aislante de la boca y él hacía una mueca. Cogí unas tijeras y le corté los restos de cinta que lo unían a la silla.
-¿Era necesario tirar con tanta fuerza? -me soltó sobándose los labios. Me encogí de hombros y fui hacía la habitación a la que más había temido ir. A la de mis padres.
Sabía que estaría llena de polvo y que cuando abriera el armario allí estaría la ropa de mi padre y una pila de fotos amontonadas de él. No sé si estaba preparada para ello, ero aún así lo hice. Nada más abrir la puerta, me arrepentí. Empecé a estornudar sin parar. Vale, primero limpieza y luego nostalgia. Cogí la escoba y el trapo y me puse a limpiar todo. Me llevó un poco más que mi cuarto, pero menos que el salón. Suspiré y abrí el armario. Inmediatamente vi todas sus vestimentas, incluido su traje de boda. Pasé un dedo por su sudadera favorita, que era de Los Beatles y cogí la pila de fotos.
La primera eran él y mi madre sonrientes con la Torre Effiel de fondo. La segunda de mi padre fingiendo ahogarse en Venecia, sonreí tristemente. Así sucesivamente con un motón de fotos. Hasta que llegué a las últimas. En ellas estaba yo de recién nacida en los brazos de los dos, yo en el columpio mientras mi padre me empujaba y otra con el Big Ben de fondo, ese fue el último viaje que hicimos.
Ya nunca podríamos hacer más juntos. Cuando quise darme cuenta esta llorando y Bryan dudando si abrazarme o no. La verdad es que necesitaba un abrazo mas que nunca, pero quería que saliera de él y no tener que mendigárselo. Finalmente se acercó y me rodeó con sus brazos. ¿Sabéis cuándo estáis tristes o llorando y cuando os abrazan no podéis hacer más que llorar aún más? Pues eso fu exactamente lo que me pasó y nunca sentí mas vergüenza en toda mi vida.
No sé durante cuanto tiempo estuve llorando en su hombro, pero el suficiente para quedarme dormida con él.
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No soy una damisela en apuros
Teen FictionSarah es nueva en el instituto High School. Intenta pasar desapercibida hasta que conoce a Dylan, uno de los jugadores de fútbol más importantes del instituto, por accidente y se hacen amigos. Ella al principio no sabe que él es popular y sin darse...