CAPÍTULO 5

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Cuando llegué mi casa estaba vacía. Subí rápidamente a mi habitación y pensé en cómo podía devolverles la broma a los chicos. Nada de lo que se me ocurría me parecía a la altura de la vergüenza que me habían hecho pasar. ¿Y si subastaba sus ropas? ¿No eran los populares? Seguro que muchas chicas las querrían. Me gustaba la idea, pero necesitaba algo más. Ya lo tenía.

Me puse la maleta y sonreí maliciosamente. Se iban a entera con quién debían meterse y con quién no. Vi a un chico que no me sonaba de haberlo visto en la mesa entrar en el vestuario masculino, me acerqué y le puse un dedo seductoramente en el pecho. Él chico sonrió como si le hubiese tocado la lotería.

-¿No sabrás por casualidad cuáles son las taquillas de Dylan y su amigos, verdad? -vi la decepción en sus ojos y después la inquietud en sus ojos, ¿en serio?-. Tranquilo no les voy a decir que has sido tú quien me lo ha dicho.

Me empezó a indicar toda una hilera de taquillas y algunas sueltas. Era imposible acordarse de todas, sacó de su mochila un rotulador permanente e hizo un punto negro apenas perceptible en cada taquilla. Le pedí al chico que me dejara sola y empecé a hacer mi trabajo. Sabía que ellos estaban entrenando porque escuché a una chica decir que los iba a ver para admirar los músculos de los chicos. Saqué toda mi ropa antigua y la sustituí por las de ellos. También quité las toallas grande y las cambié por las más pequeñas que había. Guardé todas las prendas en mi mochila (incluida la ropa interior), ya lavaría la mochilas más tarde. Entré en una clase que estaba vacía y saqué un pupitre al pasillo. Tras poner toda la ropa en a mesa empecé a gritar "ROPA DE LOS JUGADORES DEL EQUIPO DE FÚTBOL, ROPA DE LOS JUGADORES DEL EQUIPO DE FÚTBOL ¡GRATIS! CHICAS, ¿OS LO VAIS A PERDER? ROPA INTERIOR INCLUIDA, ROPA INTERIOR INCLUIDA". Rápidamente empezaron aparecer chicas para coger prendas. Dos se empezaron a pelear por unos calzoncillos y me aparté con una sonrisa. Ahora venía lo mejor, el entrenamiento había acabado y los chicos iban por ahí vestidos con ropa de chica (que les estaba muy justa). El cesto la ropa sucia iba a estar realmente lleno esta tarde. Lancé un gran carcajada cuándo los vi. Aunque a algunos no los conocía, estaba segura de que también habían tenido que ver con la broma que me gastaron ayer. Cuándo Dylan llegó a mi altura lo miré desafiante e hice lo que menos esperaba que hiciera, reírse. Si hasta se dobló por la mitad de la risa. Mi plan de humillares mas que avergonzales parecía que les divertía. Pues suerte porque iban a tener que asistir al resto de las clases y al autobús así vestidos.


No soy una damisela en apuros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora