Milagro

3K 670 188
                                    

Corbata rosa.

Abrí lentamente los ojos...

—¡Por fin despertó!

Vi a alguien.

¿Stella?... no entiendo nada.

¿No estoy muerto?

Luego detallé bien todo el sitio y aprecié que me encontraba en un hospital.

Solo reconocí a Stella y vi a Ian sentando en una esquina.

Se colocó en pie.

—¡Rosa! ¡despertaste! gracias a Dios y a todos los santos. Y sobre todo a Stella—recitó Ian conmocionado.

—¿Qué pasó?—dije confundido, drogado y quizás dopado por tantos medicamentos.

—Stella te salvó Rosa. Eso fue lo que pasó. Supo que algo andaba mal al ver sangre en todas partes. Le dio un golpe a Evan con la lámpara de tu mesa de noche.

—Pero... ¿Cómo lo hizo?

Ambos sonrieron.

Me sorprendí...

Dios.

Me salvó Stella... ¿Quién lo habría imaginado?

Volteé a verla y le di mi mejor sonrisa.

—Gracias Stella...

—A ti... gracias por dejarme volver a encontrarte—contestó Stella mientras se le salía una lágrima.

Se inclinó y me dio un beso en la frente.

Me enternecí un poco...

Stella.

Me recuerdas tanto...

A mi Estela.

Pero... no puedo estar contigo.

Cerré mis pesarosos ojos y fui a dormir.

...

Mientras tanto Caín recibió la llamada de un ser siniestro cuando se encontraba sentado en el borde de la cama, descansando en el viejo establo del maestro.

Comenzaron poco a poco a sonar dos metales que habían caído de manera forzosa al suelo.

Caín... Caín... ¿Quieres matar a Rosa?

—¿Quién eres?

—Eso no importa. Quieres matarlo... ¿cierto?

Sí...

¿Quieres todas las corbatas?

¡Sí!

Nosotros también... pero te necesitamos—replicó la voz.

Cuenten conmigo. Aquí estaré.

El sonido disminuyó lentamente y Caín comenzó a sonreír de forma malvada mientras cerraba sus ojos, regresando a la cama de madera y paja.

Pero al segundo de intentar dormir, cambió su sonriente cara por una irritada, evocando los recuerdos del buen corbata negro del pasado.

2000 

Un año después de la guerra.

Caín se reencontró con Robert en el Fenvay park, el lugar favorito del maestro para conversar.

Hola, apreciado alumno, ¿cómo te ha de ir en tus caminos?—exclamó Robert con grandes ánimos.

Algo triste maestro. Creo que desperdicié mi cortejo mágico... quizás el amor no sea para mí.

El maestro sonrió.

No te preocupes por eso, sabes que eres un corbata especial. Tu mayor batalla ahora es ser feliz sólo. Formas parte de la maldición de los colores perfectos. Tú no naciste para tener alguien a tu lado...

Está bien maestro... aceptaré mi camino.

Espera, todavía no termino con mis palabras.

Caín lo miró con sorpresa.

Tal vez tu camino sea cuidarnos a todos... Tu color es sinónimo de oscuridad. Cuando se apaga una luz, sale la ausencia de la misma a rodear todo ente y ser existente en tinieblas—replicó Robert mientras gesticulaba con sus manos. A cualquiera le daría miedo estar toda la vida con un color que no tiene ni el más mínimo rastro de luz...

Caín asintió.

Pero también el mismo ayuda a ser un color que brinda el camino a la esperanza. Es el único color que puede apoyar a llegar a lugares interminables, imaginar miles de sueños y crear millones de anhelos con tan solo un pequeño brillo. Antes de la luz existió la oscuridad. No te preocupes por vivir sólo, recuerda que nos tienes a cada uno de nosotros siempre contigo.

Gracias maestro por tan sabias palabras...

—Gracias a ti apreciado discípulo, por compartir con esta alma tantos satisfactorios y gratificantes momentos.

—Por cierto maestro me sucedió algo hoy...

—¿Que ha de acontecer corbata negra?

—Hubo un hombre que me quiso herir y me dejé lastimar para no dañarlo. Maestro... ¿por qué existen personas malvadas?

Ay querido alumno... Inicialmente te voy a decir que la vida misma forma parte de una armonía. Lo denominado como equilibrio de la vida que escribe en sus letras doradas que primero de toda parte buena, debe existir una mala.

—¿Por qué maestro?

Porque así debe de ser. Si alcanzáramos la perfección aquí nos convertiríamos en aburridos seres. Siempre debe de existir esa pequeña parte que se salga del ser bueno. Que ejecute el trabajo sucio, tu mismo color encarna parte de esa maldad.

Eso significa maestro... ¿que uno de nosotros se podría volver malvado?

Robert tardó un poco en asimilar tales palabras... y admitió.

Sí... más tarde que temprano. Uno de ustedes se volverá malvado y matará a un igual. Solo deseo ese día estar ausente para no ver el desenlace de esa triste historia...

Y... ¿Quién podrá ser maestro? ¿y si soy yo?

No creo que tú lo puedas ser, pero estoy seguro que tú y Rosa encontrarán la manera de detener a ese próximo corbata que encarnará la maldad en su corazón, confío en que lo cuiden así como a ustedes mismos.

Así será maestro... estoy seguro—finalizó Caín con una gran sonrisa.

Al instante se fue.

Y Robert dijo internamente. 

«Caín solo espero... que nunca te alcance la oscuridad...».

«Querido discípulo».

Corbata rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora