Cuando menos lo esperaba, corbata rosa hizo su aparición.
Dio un puñetazo en toda la cara al primero que vigilaba en la puerta.
Lo estrelló contra la pared del baño y cayó al piso en un soplo.
—¡Hijo de puta!—gritó quien tenía la cara cerca de mí, el que parecía un ogro.
El segundo más cercano corrió con prontitud para apuñalarlo con la navaja que cargaba.
Pero corbata rosa no se dejó cercenar y la detuvo apoyando los dos brazos del hombre.
Al instante le pegó con su rodilla en el costado derecho del muslo dejándolo tambaleante.
Seguidamente remató propinando un golpe con su frente al tipo en la cara, enviándolo estrepitosamente a la cerámica.
El tercero le apuntó con un cuchillo y se lo lanzó.
Consiguió clavárselo a un costado del abdomen.
Él no se resintió y retiró el cuchillo del área, sin titubear.
Y lo enterró de espaldas rápidamente sin ver atrás en el brazo del primero, que ya estaba levantado otra vez después de recuperarse del anterior asalto.
Clamó de dolor al ser herido.
Luego, de su pierna zurda se sostuvo y realizó un giro digno de un karateca, para lanzar una patada alta, en dirección al rostro del tercero; que terminó con su cara dentro del lavamanos, pero primero chocó con el espejo del baño el cual se rompió por completo.
El segundo estaba gritando del dolor con el cuchillo incrustado en su brazo y el primero se encontró enteramente desmayado.
Se dirigió caminando rumbo hacia el inconsciente.
—¿¡Qué haces monstruo!?—gritó el segundo asustado mientras orinaba sus pantalones.
Corbata rosa arrancó un pedazo de la camisa del primero e hizo algo parecido a una cuerda.
Tomó dirección al segundo. Y formó en el brazo del lesionado un torniquete para evitar la hemorragia.
Pronto mandó el dedo índice a sus labios en señal de silencio al segundo.
Y el herido asintió sin palabras afirmando con la cabeza.
Posteriormente le dio un toque al lateral de la nuca y produjo que durmiera al segundo.
Al acto cayó en los brazos del hombre de corbata, quien lo dejó en el suelo como si fuera la princesa durmiente.
Se levantó y siguió en ruta al cara de ogro.
Lo detalló de cerca y lo encontró adormecido en profundo estado, con la cabeza dentro del lavamanos.
Sabía que no tenía más que hacer sino dejarlo ahí.
Fue muy gracioso ver eso.
De último se acercó a mí, y comencé de repetida manera a temblar como la primera vez que lo vi.
Era hermoso y permanecía impecable en su traje con su deslumbrante corbata rosa.
Moría por darle un abrazo y decirle gracias, por haber visto lo mejor de mi vida.
Se inclinó y desató los nudos de mis brazos y piernas. Pero no el de mi boca.
Y se colocó de pie, yéndose del baño.
—¡Espr, prn tmbén l d m bca!— grité sin ser entendida mientras me paraba e intentaba quitarme la venda de los labios. Estaba muy apretada.
Al minuto alcancé a quitármela y volví a correr hacia el hombre de rosa.
Que había dejado gotas de sangre por todo el camino.
Y muy a lo lejos, vi la calle donde corbata rosa ya había tomado el bus.
Se situaba parado en la puerta de atrás, como si no tuviera moretón alguno. Y las puertas transparentes comenzaron a cerrarse.
Coloqué cara triste al verlo y luego sonreí para acabar diciendo en voz baja.
—Gracias...
Y él al final sonrió.
Despidiéndose con la mano derecha alzada y la otra dentro de su saco.
Después miré al cielo y dije dentro de mi:
«Gracias papá, gracias mamá».
Cuando di un paso adelante para irme, sentí que pisé algo.
Miré abajo y vi un collar.
Lo agarré y dije otra vez en mi interior.
«Ahora ya sé donde buscarlo».

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Corbata rosa
Mystery / ThrillerEse inequívoco hombre de corbata rosa trae un gran misterio entre manos. No sé quién seas malvado pero pronto lo sabré. (Borrador) Todos los derechos reservados. ©