Capítulo 4.
Liam.
Mientras caía al piso sujetando mis bolas y mi dignidad, pensé en todo lo malo que podría hacerle a la pequeña mocosa que se reía mientras yo estaba agonizando del dolor. Podía tomarla del cuello y sacarla de la casa, pero mamá reprobaría eso completamente y además, su familia estaba aquí.
Dios mío santo, mis testículos.
-Los mejores perfumes vienen en envases pequeños, idiota –murmuró Sky con una sonrisa de psicópata. Seguramente lo estaba disfrutando.
-Al igual que las muestras gratis, mocosa –repliqué acostado en el piso.
Pude ver una mueca de fastidio en su rostro.
Jejeje. Le di en el botón correcto.
Me puse en mis rodillas nuevamente, quedando frente a ella. La haría pagar por esto. No ahora, necesito buscar hielo para mi paquete. Pero algún día me lo iba a pagar.
Estando tan cerca de ella pude apreciar detalladamente su rostro. Piel tersa, pestañas largas y oscuras que resguardaban un par de ojos color ámbar. Labios lo suficientemente llenos; no tanto como Angelina Jolie, pero eran los suficientemente gruesos. Grandes cachetes y una perfecta nariz perfilada. Era ridículamente pequeña, pero tenía curvas en los lugares adecuados.
-¿Qué carajos me estás viendo? –Masculló entrecerrando los ojos
Olvidé completamente qué había estado pensando anteriormente.
-En cómo matarte en la noche mientras duermes y hacer que parezca un suicidio –dije en un tono firme y esbozando una pequeña sonrisa.
Ella pareció creérselo, pero no tanto. Señaló el piso con su dedo índice, justo al lado de mí
-Recoge tu dignidad de hombre y tírala a la basura –dijo y sonrió.- Como ya no tienes testículos, ya no la necesitas.
La halé del brazo tan duramente que cayó al piso de bruces, quedando es una posición que me permitía apreciar sus pequeños pero muy bien formados atributos posteriores. La tomé nuevamente del brazo y la hice girar hasta que quedó contra mí. Su rostro estaba completamente rojo y algo me decía que volvería a patear el resto de mi hombría. Decidí subirme sobre ella a horcajadas, mientras la tomaba de las manos hacia los costados.
-Ya no eres tan dura y reacia, ¿no? –dije suavemente cerca de su rostro. Podía sentirla bajo de mí luchando para tirarme
-Maldición, ¿cuánto pesas? ¿Cien kilos? –Dijo muy pedante.
Sólo peso 64 kg, maldita mocosa del diablo.
-No me duelen tus infantiles insultos –murmuré aún sosteniéndola y continué.- Te advierto algo, si vuelves a mi casa y te comportas como una impertinente malcriada, no volverás a pisar esa puerta jamás en tu corta y asquerosa vida.
Ella se enserió un microsegundo y luego estalló en risas.
-Por favor, inventa otra amenaza –dijo.
Sonreí
-No me entendiste –murmuré, aflojando mis manos de las suyas-, me refería a que si vuelves a comportarte de esa manera, te trataré justamente con el trato que mereces.
Me miró confundida.
-Te llevaré a mi habitación y te follaré hasta que tengas que decirle a tu madre que se muden del país –dije sonriendo y mirándola detenidamente- con ése cuerpo no me importaría.
-Por Dios, eres un maldito enfermo –dijo y se detuvo.
Creo seriamente que me pasé de la raya, pero no es como si no fuera necesaria esta solución. El problema estaría en que se lo trague realmente. Debe creer que porque tengo 24 soy un maldito sexo-adicto y lo meto en cada hoyo que encuentre.
La verdad es que no tengo sexo desde que terminé con Madison. Hace tres años.
Pero ella no sabe nada.
-¡AUXILIO! –Estalló Sky con una voz increíblemente aguda.- ¡ÉSTE PENDEJO ME QUIERE VIOLAR!
-¡MALDICIÓN, CÁLLATE! –Grité y cubrí su boca con una mano.- No puedo creer que algo tan pequeño grite tan fuerte.
Solté un largo suspiro. Mis bolas ya no dolían tanto. Había sido un largo día y lo único que quería hacer era llegar a casa, comer, jugar, dormir, hacer deberes y volver a dormir hasta mañana.
Pero NO. En cambio me encuentro a éste protuberancia de alfombra que está a punto de darme una jaqueca.
Llevaba alrededor de once segundos cubriendo su boca cuando sentí algo húmedo y duro bajo mi mano.
-Eres una asquerosa –dije quitando mi mano de su boca y levantándome. Limpié frenéticamente mi mano en mi pantalón. Ella solamente se reía.-Quiero decirte algo –dijo mientras trataba de levantarse
Levanté una ceja y la miré burlón.
-¿Willy Wonka ya viene por ti?
Me miró con desprecio absoluto.
-En primer lugar, no te metas con mi tamaño –dijo levantando su pequeño dedo índice.- En segundo lugar, eres un pendejo. Al igual que en tercer y cuarto lugar. Y por último –se detuvo y me encaró- vuelves a repetir ése ridículo jueguito y te golpearé tan duro que van a tener que velarte con el ataúd cerrado.
No creí en sus palabras, pero lo decía en un tono tan serio que los vellos de mi nuca se erizaron.
Estiré mi mano hacia ella y halé un mechón de cabello.
-El juego apenas está comenzando, Sky.
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Criando a mi novia♡
Teen FictionLas madres de Sky Crowley de 17 años y de William Crous de 24 años, son mejores amigas de la infancia e hicieron una promesa; sus hijos sin duda se casarían para ser una familia. Pero hay un pequeño problema; ambos se odian a muerte. Liam es un...