Capítulo 3.

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La adorable Kay en multimedia♡

Capítulo 3

Kay.

Ya va. Ya va. Me perdí de algo.

¿Mi madre acaba de decir que quiere que me case con este fenómeno por una apuesta que hizo cuando era niña con su mejor amiga? ¡Por favor! ¡Que alguien me chupe mis bolas imaginarias!

No habían pasado más de diez minutos desde que conocí al chico cuando ya lo estaba odiando. Solamente con que sea alto ya se gana mi odio. Odio la gente alta. Siempre me preguntan cosas como "¿Cómo está el clima allá abajo?". A veces ni siquiera vale la pena utilizar la violencia con ellos.

El punto es que tengo a este chico delante de mí y Dina y Sophie dicen sonrientes que prácticamente he nacido para esto. ¡Estamos en América! Aún tenemos un maldito libre albedrío. Pero eso no parece importarle a mi madre o a Sophie, porque siguen mirándonos al fenómeno y a mí como si nos fueramos a abrazar y a besar y a celebrar la boda aquí mismo.

El fenómeno, por otro lado, no era tan espantoso. Por Dios, era muy guapo. Cabello color café desordenado, ojos marrones y labios delgados, como los de su madre. Tiene un poco de barba y en otra ocasión me hubiera parecido horrible, pero a el le quedaba bien. Y se viste bien, también, para alguien que se llama William. Sus jeans ajustados hacen maravillas con sus piernas junto con sus converses y su camisa es bonita. Dice "No puedo ser adulto hoy". Genial.

Pero eso no quita mi odio hacia el y hacia todas las personas en esta sala, las cuales son cómplices de esto. El fenómeno también estaba muy indignado.

-Mamá, ¿Podemos hablar un momento en privado? -Le dijo el fenómeno a Sophie, casi entre dientes.

-Liam, es de mala educación dejar sola a las visitas. -Le contestó Sophie de vuelta. Sonrió y se levantó. -¡Tengo una idea! Pasemos todos a la cocina para preparar la cena. Dejemosle un tiempo a solas a Kay y a Liam.

-¡Eso es genial! -Concordó mi madre. Se levanto, seguida de mi padre y de mis hermanos que estaban tratando de no reírse de la locura que se estaba formando en este lugar. Que se vayan preparando. Los mataré a todos cuando llegue a casa.

Todos se fueron y nos dejaron solos al fenómeno y a mí. Me miraba con desprecio y con fastidio, como si yo fuera la personificación de la gripe o algo así.

-Mira, no sé de que va esto. -Dijo el fenómeno, mientras se levantaba del sofá y se cruzaba de brazos. -Pero hablaré después con mi madre para obtener una explicación más detallada. Puedes quedarte aquí, si quieres. Yo iré a mi habitación a jugar con mi Xbox.

Yo me levanté también. -¿Y si tú te quedas aquí mientras yo subo a tu habitación a jugar con la Xbox? -Sonreí. El pareció totalmente indignado.

-De cualquier manera, ¿Cuántos años tienes? ¿11? -Preguntó, con una sonrisa burlona. Pff. Este juego lo pueden jugar dos personas.

-¿Y tú cuántos tienes? ¿40? -El fenómeno congeló su risa.

-¡Tengo 24! -Chilló, con el ceño fruncido. Alguien ganó este round. Jajaja. Cerró los ojos y suspiró. -Mira, esto es una locura y tu estás loca. Me voy a mi habitación. -Levantó las manos en el aire simulando derrota y se encaminó a las escaleras. ¿Pensaba dejarme sola aquí?

Corrí hacia él y le halé la camisa bruscamente. El se detuvo en seco, mirándome sobre su hombro.

-Es mi camisa favorita, idiota. -Dijo entre dientes. -Sueltala.

Sonreí. -Oblígame. -Él me miró y me sonrió. Una sonrisa maliciosa. Esa clase de sonrisa que tienen los psicópatas pervertidos. Iuhg.

-Te doy una última oportunidad para que te arrepientas de lo que estás haciendo. -Dijo, ensanchando más su sonrisa. Mierda. A lo mejor este tipo tiene problemas mentales y yo estoy alterandolo. De igual manera, él estaba haciendome enojar.

-Te pido que me obligues, por favor. -Le dije, sonriendo igual que él. Y en un abrir y cerrar de ojos, el imbécil estaba empujándome hacia la pared de las escaleras, presionándome contra ella y su cuerpo.

¡MIERDA¡ ¡MALDITO FENÓMENO!

Su cara estaba demasiado cerca de la mía. Podía sentir su respiración en toda mi cara. Maldita sea, si no fuera tan ridículamente guapo no me pusiera tan nerviosa. Pero no puedo permitir que me afecte.

Lo miré directamente a los ojos.

Fue una mala idea. Tenía unos ojos hermosos, con pestañas largas y abundantes. Olía a menta y a una loción masculina. ¿Desde cuando me importa todo esto?

-Eres el tipo de niña que se cree muy mala pero cuando se trata de esto... -Dijo, aun con su sonrisa de pervertido. Levantó su mano y tocó mi rostro. Mi piel se erizó de inmediato. ¡Estúpidas hormonas! -Se pone toda nerviosa. No me provoques, enana. Si crees que realmente nos casaremos, estás muy equivocada.

¿Me acaba de decir enana?

-Lo mismo digo. Ah, y otros países, esto se considera acoso sexual. Y soy menor de edad, por si no lo sabías. Pero no te preocupes, sé guardar bien los secretos. -El fenómeno se burló de mis palabras, pero en ese momento, levanté mi rodilla y la clavé en su parte íntima. El se encorvó del dolor. Cayó sobre sus rodillas balbuceando algo acerca de que yo era una maldita perra o algo así.

Yo sonreí desde arriba.

Eso te pasa por subestimarme, William.




Criando a mi novia♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora