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La oscuridad cae con violencia sobre la ciudad, igual que la lluvia. Se ha convertido en tormenta. ¿Los sientes? Golpes brutales de las heladas gotas contra el vidrio de la habitación.

Histeria, las uñas contra la piel de su nuca.
Desesperación, las rodillas en el piso para evitar que el chico se lastime.
Molestia, la mandíbula apretada a más no poder, se muerde las mejillas internamente.
Frustración, lágrimas ardientes rodando por sus rostros, no sabe qué está pasando.

Es porque la tormenta contra las ventanas suena igual que los vasos que su padre solía lanzar a los pies de Linda cuando algo le molestaba.

Y quién diría que el estallido de algo tan frágil dejaría un pedazo tan grande incrustado en él. Porque para Frank, todo puede cambiar de un momento a otro.

Su mente le juega malas bromas algunas veces. ¿No fue eso en primer lugar lo que lo llevó ahí?

No necesito decir que te quiero  [FRERARD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora