Dos días después de mi horrible y poco esperanzadora entrevista, mi jefecita decidió contratarme, con la condición de cambiar mi cabello y a prueba, pero tengo un trabajo a fin.
He estado súper nerviosa, ya saben, ser yo no es fácil. Tengo miedo de cagarla y algo en mi dice: sí la cagaras.
Me desperté muy temprano e incluso llegué treinta minutos antes de lo acordado. Las piernas tiemblando y, ciertamente, creo que si no me tranquilizo, acabaré volcando una bandeja sobre alguien, y ahí sí adiós empleo..Vamos chiquilla, piensa positivo.
Sí, eso haré mejor.
—¿Goldie, verdad? —preguntó la camarera que vi días atrás. Asentí—. Soy Andrea, tu uniforme esta ahí y ¡bienvenida!
Imité su sonrisa y corrí a cambiarme, era un cuqui-uniforme, blanco con tonos rosas en la falda. El rosa y el verde no combinan mucho.. Si debo cambiar el color de mí cabello, UR-GEN-TE.
El día pasó súper rápido, no me caí sobre nadie y recibí unas buenas propinas. Esto es bueno.
Sí, sí, aplausos mentales para mi.
Empezaba a oscurecer cuando salí del lugar, el frío era tan intenso que me arrepiento de no haber mandado a arreglar la carcacha —mí coche— aunque dudo que tenga siquiera las puertas aún, estar abandonado en esta ciudad no es muy bueno.
Uy, pobresito.
Un extraño escalofrío recorrió mí cuerpo, haciendo estremecerme. Con los nervios de punta aceleré el paso.
Algo se movía entre la sombra, escuché un horrible aullido o, mejor, un maullido. Entre la penumbra divisé a esa horrible y espeluznante bestia, ese bonito Gato Negro.
¿En serio, un Gato Negro? Esto tiene que ser una alucinación..
Con el miedo a flor de piel y la cola entre las patas —tal cual perro asustado—, me pegué a la pared. El pecho me subía y me bajaba sin control.
Esto es como un cuento de terror. Dicen que los gatos sólo son bonitos y es un mito lo de su mala suerte pero, a estas alturas, no quiero arriesgarme.—¡Oh, Dios mío! Yo te respeto, gatito, eres muy bonito, por favor no aumentes mi mala suerte —supliqué, recé e imploré para mis adentros.
El gato pareció apiadarse..para ser mas exactos, me ignoró por completo.
Con sus maullidos, pasó por mi lado sin prestarme atención, moviendo su fina cola de un lado al otro.
Cuando lo vi perderse en la oscuridad suspiré:
—Este gatito me gusta mas que ese horrible grillo, gracias Dioses de los Gatos —grité casi inaudible.Sin despegarme de la pared comencé a caminar de lado, mirando continuamente la marcha del gato.
Si, si, soy muy miedosa, demasiado.
—¡Ay! —grité cuando algo se clavó en mi estómago—. Maldito bote de basura, ¡te odio!
¿Por qué soy tan distraída?
¿POR QUÉ TAN IDIOTA?
Seguí caminando entre maldiciones y con el brazo sobre mi estómago, el dolor era fuerte y poco grato.
¿Habrá sido el lindo gatito?
Ya Goldie, no seas tan perseguida.
Minutos después estaba frente a mi edificio, sana y salva. Ya no había dolor, ni nada malo me había pasado en el camino.
Diablos, de verdad que adoptaré a ese puñetero gato.
Saludé al portero y este me entregó la correspondencia, caminé al elevador abriendo el dichoso sobre.
«Los invitamos a nuestra boda doble.. Somos Paholo Linel&Ernesta Edwars y Amelía Finic&Es...» no seguí leyendo, eso hacia un severo daño a mi retina.
Es una estupidez esa estupida boda.
¿Celosa Goldie?
Cállate conciencia, solo me hace recordar lo pésimo que estaré ese día, y también que no tengo acompañante.
Todos mis sollozos y lentos se fueron cuando vi mi puerta entreabierta, ¿qué mierdas hace el puñetero portero que no cuida cosas como estas?
¿Será un ladrón?
¿Será un violador?
¿Será un fantasma?
¿SERÁ EL GATO NEGRO?
El corazón me dio un vuelco. No sabia si entrar, si correr o gritar.
¿QUÉ HAGO?
Llena de coraje empujé la puerta y con rapidez encendí la luz. No había nadie. No estaba todo revuelto, al contrario, todo estaba en su lugar —incluso mas ordenado de lo que solía tenerlo—.
Busqué entre las cortinas, en el balcón, detrás del sillón, nada salió en mi ataque.
—Esto es solo..
—¡Arriba las manos! —gritaron a mi espalda, haciéndome caer de cara al piso. Fue un microinfarto.
—Por todos los cielos, llevate todo, no me mates —alcancé a decir cubriéndome la cara, queriéndome esconder en cualquier lugar, queriendo ser un insecto volador y darme a la fuga.
—Goldie, por Dios.
—Sí, lleva... Espera.. ¿Goldie? —no podía ser que un ladrón-violador-fantasma-gato conociera mi nombre.
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¿A DÓNDE VOLÓ MI SUERTE?
Humor¿Cómo debería empezar? A sí, tal vez con mi nombre.. Soy Goldie, un nombre raro y -según yo- el causante de todas mis desgracias. Cada paso que doy trae consigo una montaña de cosas malas, como si yo tuviera un imán gigante a la mala suerte. ¿Si...