XI. CITA -parte 2-.

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Los ojos se me hicieron chiquititos al ver tal figura frente a mis ojos.

Primero, estaba muriendo de ganas de conocer al estúpido encantador. Luego, tenía unas locas ganas de patearle el trasero por jugar conmigo. Ahora, tengo una mezcla de querer secuestrarlo y quedarmelo sólo para mi pero también quiero salir corriendo.

Bi-po-lar.

—Oye, chica verde de vestido amarillo, no me mires así —dice burlón y se sienta.

—Si serás hijo de... —lanzo un bufido, su madre no tiene porqué ser ofendida.— No te miro de ninguna forma y..y me voy —digo con enojo.

Bueno, quizás sea la vergüenza que me mata.

Tantos hombre, mujer, niños, profesiones, ¿y justo mi encantador tenía que ser aquel mesero?

¿Justo?

¿No podía ser otro?

¿Ademas tenía que estar tremendamente bueno?

Tranquila, Goldie, lo que te une a él es un lazo pura y exclusivamente profesional...

Digamos.

—No te marches, no vine hasta aquí por nada.. —me toma de la muñeca.

—Creí que venías a burlarte.. —reprocho.

—Lo siento, no es así. Pensé que en irme para que no pensaras eso pero..de verdad quiero-quiero ayudar.. —responde con una sonrisa de lado.

—¿Me estás vacilando? —muevo mi muñeca y me suelto.

—No, claro que no —lo miro cuidadosamente—. De verdad, hablemos de eso que querías..vine a eso.

—No, no lo sé.. —dudo.

—Por favor, sólo hablar.. —sonríe.

Y bueno, digamos que con un hombre tan lindo con una sonrisa tan espectacular, no puedo resistirme.

Solo una charla, ¿qué cosa mala puede pasar en una charla?

Caminamos hasta adentrarnos en el pequeño local de comida rápida, tras sentarnos cada uno pidió algo para comer, aunque lejos estaba de tener hambre.
Tenía unos nervios que me cerraban el estómago.

Nunca fui buena hablando con extraños, tampoco causando buenas impresiones.
De seguro su primera impresión de mi fue:

A) mi vestido rasgado y sucio, dejándome expuesta al ridículo.

B) caída dentro de la fuente, dejándome como centro de atención de carcajadas.

Qué horrible, tragame tierra por favor.

Su expresión divertida, me dice que de seguro se acuerda de cada uno de los sucesos.

Dios, me siento desnuda.

—¿Qué es lo gracioso? —pregunto con rudeza.

—Oh, yo, lo siento.. —sacude la cabeza, ocultando su tenue sonrojo. —Yo no debí reírme aquel día..

Mi corazón se para, el disgusto vuelve a mi, ¿en serio tiene que acordarselo y recordarmelo?

—Da igual —respondo sin ánimos y le doy un trago largo al jugo. —¿Qué hacías en esa fiesta?

—Trabajar, ¿no era obvio? —responde burlón— ¿tú que hacías? Casi no podía creer verte, o sea, el ver a alguien de pelo verde me shockeo, y recordar tu descripción me hizo pensar que eras tú.. —habla sin casi tomar aire.

¿A DÓNDE VOLÓ MI SUERTE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora