Pongo un pie fuera del auto, una brisa fresca me asecha. Escalofriante o normal a esta hora de la noche. Camino hasta "nuestra" banca y espero su encantadora presencia, maldito impuntual.
Diez minutos pasan. Luego quince minutos más.
—Ya vendrá, ya sabes como son los chicos —repito en mi loca cabeza una y otra vez.
Veinte nuevos minutos, y media hora después.
—Definitivamente ni aparecerá —me confieso.
Enojada, desquisiada, con ganas de asesinarlo y ganas de marcharme me encuentro pero no lo concluyo, no me deja hacerlo.
Se dignó a aparecer el horrible Encantador.No es horrible —no tengo que metir—, pero si se ve extraño. Muy extraño. No es él clásico Encantador que tuve todo este tiempo frente a mis ojos.
—Hola —dice pasivamente.
—Ho-hola —contesto titubeante.
—La.. —lo interrumpo.
—Lamentas la demora, lo sé —termino sus palabras, que parecen no formarse y salir de su bocota.
—Eso —asiente.
Definitivamente éste no es él.
Jamás, de los jamases, fue tan corto en sus palabras, tan apagado. Nunca, de todas las veces que hablamos, dejó de usar bromas, sarcasmos, insultos, mentiras, hasta ahora.
Ahora parece que un extraterrestre le absorbió él cerebro.¿Es eso posible? Espero que no...por él bien del pobre extraterrestre.
—¿Pasa algo? —le pregunto, niega—. Bien.
—Ajam —dice con desden.
Un incómodo silencio de unos minutos se instala.
Uno sentado al lado del otro sin intercambiar una sola palabra.Triste pero real. Imposible pero verdadero.
—¿Y qué haremos? —rompo el sólido hielo.
—Nada —dice sin despegar la vista del suelo.
—¿No sería entrenamiento? ¿me hiciste venir en vano? —intento recuperar él hilo conductor de nuestras antiguas charlas, donde él y yo reclamamos, nos insultamos, peleamos, y todo eso.
—Ya no —dice con seguridad.
—¿Me abandonas? ¿quieres que muera como casi sucede la ultima vez? —reprocho exageradamente.
—No —sonrie con pesadumbre— ya estás lista, Gold. Tu surte cambió. Eso es todo.
Lo miro confusa, intentado procesar:
—No...no es verdad eso, cada vez soy peor, y sin.. —suspiro— Sin esto seré peor aún —él niega de nuevo, y casi quiero arrancarle los mechones de su estúpido cabello.Quiero en estos precisos momentos recrear alguna bizarra escena de película, donde dos chicas pelean arañándose y arrancando sus cabellos.
Claro que no lo haré, pero lo deseo (la pelea, claro).—Eres maravillosa y estás lista. Piensa en positivo y así avanza, eso funcionará. Tus mil años de mala suerte terminaran hoy, señorita —dice mirándome ahora—. Cuando estás conmigo haces eso, ser positiva. Tienes accidentes y sacas lo mejor de ellos, por eso ya estás lista y no me necesitas.
«Te necesito, te quiero a ti junto a mí» quiero decir pero no lo hago.
—Pero... —alcanzo a reprochar.—No hay peros, Goldie. Ya estás —se incorpora de un salto—. A partir de ahora sólo seremos amigos.
—Yo..no... —las palabras no salen.
Me abraza, da dos palmaditas en el hombro:
—me tengo que ir, nos vemos luego, nena... cuidate —suelta sin más.Lo veo alejarse y hago un gran puchero. Se va despidiéndose de la peor forma, dejándome sola y con millones de dudas. No entiendo. No lo entiendo. Él no es él. Es otro.
Me autoconfesé que lo quería y necesitaba, y me dejó. Me frienzoneo.
Es verdad, no se puede enamorar de sus maestros, eso no se hace realidad. Aunque este era un maestro del engaño-fraudes-ilegalidades, yo tuve esa loca fantasía, y terminé sola en nuestro banco de la plaza con un amigo nuevo que no quiero y que no lo entiendo......
Recuperarme de eso fue difícil. Humillante.
Para mi buena fortuna, que ahora sí creo que funciona, no lo he visto más. Durante una semana para ser exactos, al igual que a Andrea que se fue de vacaciones y me dejó muy solita.
Voy al trabajo con pocas ganas, me pongo el uniforme y comienzo él labor, mi cara no es la mejor ni tampoco mi humor. Hoy es de esos días en los que no debí salir de la cama.
Todo marcha "bien", y mejora un poco cuando veo del otro lado de la barra a mi reciente desaparecida amiga.Hablando de Roma...la sala se asoma.
—¡Andrea! —chillo.
—Hola amiguits —saluda.
—Cómo te fue? Estás lindísima, ese bronceado te asienta... —la elogio.
—Gracias chica, lo mismo digo —me responde—, mentira, deja de aludarne y, te ves horrible ¿QUÉ PASÓ CONTIGO? —dramatiza.
—gracias —ironizo.
—Ya sé, ya sé. Fue por lo de Emi —afirma—. Creeme a mi también me sorprendió, yo creí que todo marchaba bien, que en breve habría algo importante como boda pero no..es realmente raro,.¿o le hiciste algo? —parlanchea sin parar.
—¿qué? —pregunto sin entender, después de recalcular por minutos.
—Ya sabes, tú y él pero luego él.. se fue...
—¿Qué? —agrando los ojos.
—¿No sabías? ¡Se marchó! ¡HUYÓ! Y no me explico el porqué. —frena y prosigue— El no parecía de esa clase, es mas, pensé que dos cosas pasarían:
A-Se enamoraría de ti.
B-se acostarían un tiempo y luego bye.
La A, claramente, no sucedió —piensa y me mira seriamente— ¿y la b? —pregunta meneando sus cejas.—No, claro que no —respondo con firmesa—. Hablamos hace unas semanas y me dijo que seríamos amigos —le digo— ¿Cómo sabes que huyo? —me intereso.
—Es claro, eso era una despedida y también se despidió de mi por teléfono. Ese chico es todo un misterio, a lo mejor regrese, ya sabes, él siempre aparece y desaparece, como aquella vez —me recuerda.
—Esto es raro...
—Lo sé —me da la razón—. La primera vez creí que estaba enamorado de ti, y que por eso volvió, pero ahora se marchó de nuevo dejando a esta Gurú Del Amor confundidísima.
—¿Jugo de uvas? —pregunto sirviendo un vaso, intentado entender la situación .
—por cierto, dejó algo para ti en mi casa —comunica.
—¿Qué cosa?
—No lo sé, no soy entrometida —miente.
—¿Cúando puedo..? —no me deja terminar.
—En cuatro horas, cuando termines de ganarte él pan de esta noche.
—No aguantaré cuatro horas con esa intriga... —me quejo.
—Creme que yo tampoco quería esperar tanto, y espere más que tú, así que cuatro horas no son nada —se burla.
—Bruja —le insulto y ella se ríe.
¿Qué pasó contigo misterioso Encantador?
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¿A DÓNDE VOLÓ MI SUERTE?
Humor¿Cómo debería empezar? A sí, tal vez con mi nombre.. Soy Goldie, un nombre raro y -según yo- el causante de todas mis desgracias. Cada paso que doy trae consigo una montaña de cosas malas, como si yo tuviera un imán gigante a la mala suerte. ¿Si...