VI. ¿UN BUEN CONSEJO?

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—Te ves horrible —me saludó Andrea.

¡Qbonita compañera!

No sabe lo que es dormir con mi madre.
Ella se adueñó de mí cama, obligándome a ir al incómodo sillón. Encima, al día siguiente me obligó a levantarme a las siete de la mañana, hacer compras y prepararle el desayuno. Como si no fuera suficiente, tuve que escuchar sus cotilleos durante toda la noche y parte de la mañana.

—Así es —asiento sin ganas. Restriego mis ojos que se cierran solos y vuelvo a apoyarme en el mostrador.

—¿Noche loca? —pregunta con una sonrisa divertida.

—Si con eso te refieres a mi loca madre molestándome hasta las tres de la madrugada, entonces sí —estalla en carcajadas.

—pobre de ti —responde entre risas.

No es bonito burlarse de las desgracias de otros, malvada.

—Sí.. he pasado cosas peores.. —digo sin ánimos.

—¿por qué tan joven y con tanto pesimismo?

—¿Tienes tiempo? —el lugar está tranquilo, así que puede ser un buena idea aprovechar para hablar y tomar un jugo. Así me desahogo ¿no?

—Así es.. —responde. Suspiro y le paso a contar mi depreimente e idiota historia de vida.

Pobre de ella, de saber lo que le contaría, de seguro no aceptaba.

—...después me crucé con el gato negro, choco contra el bote de basura y luego me encuentro a la loca de mi madre en mi casa.. —finalizo.

Su cara es una mezcla de confusión y más confusión. Creo que reprime el reírse en mi cara —aunque en las dos horas y media  de relato lo ha hecho muchas veces—, mi historia no es bonita pero sí graciosa, para terceros claro.

—mm —murmura, colocando una mano en su barbilla—, creo que tengo una solución.

—¿qué? —me pongo alerta. Nunca nadie me dijo eso, es más me han dicho que estoy loca o que estoy loca de nuevo.

—Puede que sí.. —vuelve a decir.

—¿Qué ayuda? ¿de qué hablas? —pregunto.

La curiosidad y ganas de que mi "mala racha" cambien son infinitas, pero también esto es raro, es turbio, “esto huele a caca” —como dice el sexy conductor de chimentos—.

—Dejame..tú dejame aclarar algo y luego te cuento.. —me guiña un ojo y se va a atender una ancianita.

La observo e intento descubrir algo con sus movimientos, una pista, un indicio. No puedo quedarme calma, necesito una pista.

Ya deja de mirarla Goldie, sus movimientos no revelan nada.

Es verdad. Cojo la libreta nuevamente, y me voy a tomar el pedido de una nueva pareja que acaba de entrar y me miran mal.
No obtendré propina, lo sospecho.

...

—¡Por favor, por favor, por favor! Ya dime eso, estoy apunto de arrancarme los cabellos de la incertidumbre —le ruego a Andrea, es viernes y estamos a diez minutos de acabar el turno.

No quiero tener esa duda en mi terrorífico fin de semana, mucho menos cuando debo ir a casa de mi papá y su vengativa futura esposa.

—Ya mujer, te diré. Pero antes me iré a cambiar —lanza un beso en el aire y se pierde en el pequeño cuchitril que tenemos de vestuario.

¿A DÓNDE VOLÓ MI SUERTE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora