IX. FINAL ANUNCIADO.

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—No estoy nervioso, já, que ocurrencias niña —responde arreglando su corbata.

—Tú no estás nervioso y yo no fui quien rompió el legendario jarrón chino de la abuela, ja —me burlo.

—¿Fuiste tú, Goldie? —sonrio inocente—. Tu abuela casi mata a tu primo y habías sido tú.. —dice con decepción.

—Ups.. Fue sin querer —me excuso.

Los violines empiezan a sonar anunciado la llegada de las novias y salvando mi trasero de un regaño. Le dedico una sonrisa a mi padre y me pongo en mi lugar.

La espectacular entrada culmina, cada novia se para al lado de su amado, todos toman asiento y el Padre comienza a hablar pero no lo escucho por la poca oxigenación que recibe en estos momentos mi cerebro.

Agradezco a los Dioses por no tener que sentarme, de hacerlo el vestido estallaría.

Sigue su discurso y tengo que aguantar las miraditas dulces entre ellos, que horrible.

Tos-celos-tos.

Miro en otra dirección y me encuentro a mi madre, lleva un vestido tan rojo y escotado que roba la mirada de muchos, muchos jóvenes descarados en busca de una aventura con una señora con "experiencia".

Imbéciles.

Aventura.. Que bien suena.

—Entonces los  declaro marido y mujer, pueden besar a las novias.. —finaliza el hombre regordete vestido con su túnica blanca.

*Asistir a la boda: LISTO.

Las parejas se besan, y juro que soy capaz de llorar.
Nadie me mira así, nadie me besa así..

Comienza su caminata fuera del lugar, nosotros comenzamos a tirar el típico arroz.
Restiego mi ojo ya que algún idiota me tiró un puñado de arroz en mi cara, ¿tienen algo en mi contra? ¿Eh?

—El ramo, el ramo.. —chilla mi amiga y todas las chicas jóvenes solteras nos formamos detrás de ella, lo mismo pasa con las más mayores detrás de su madre.
—Uno.. Dos.. Tres.. —ambas lanzan el ramo.

¡Bien! Al fin obtuve un montón de puñetadas, pisotones, arrañasos, etc.. Perras despiadadas y desquisiadas y desesperadas.
Miro el grupo de "chicas mayores" y ahí está mi mamá, toda despeinada pero con las uñas aferradas al estúpido ramo.

—Lo que faltaba —murmuro.

Los invitados empiezan a desaparecer, los imito y subo al auto con mi madre, ¡qué Dios me ayude!

*

El vestido me está matando, cada paso que doy me duele, cada minuto que pasa siento más hambre.
Los canapés viajan de lado a lado, y mis ojos igual.

—No aguanto más —espeto.

—¿De qué hablas? —pregunta mi padre a mi lado— ¿ya estás aburrida?

—Sí —pienso.
—No, claro que no. Es.. Iré a comer.

Me acerco a la mesa central y me siento en el paraíso.
Dulces para aquí, dulces para allá..
Sin dudar mas arraso con la mesa.

Si revienta que reviente.

—¡Qué delicia! —digo mirando mi mini-tortita de chocolate.

¿A DÓNDE VOLÓ MI SUERTE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora